Capítulo 16: El Acoso y La Amenaza

25 2 0
                                    


Chicago, Despacho de Decanatura, Agosto, 1995

-Profesora White, la he citado porque ha surgido una situación muy seria. Hemos recibido una denuncia anónima sobre una grave falta al código de ética de la Universidad. La denuncia se acompaña por una serie de fotografías suyas y del estudiante de segundo año de Derecho, el señor William Albert Andrew, en una situación muy comprometedora. Según la denuncia, las fotografías fueron tomadas hace un año, cuando el joven Ardlay era aún menor de edad y usted su catedrática. Esto evidencia un delito penal de abuso de menores con el agravante de estar usted en una posición de poder con respecto a él. Eso sin contar con las sanciones administrativas que pudieran derivarse en la universidad por la violación de todas las normas éticas de esta prestigiosa casa de estudios.

Sentí que un glaciar crecía en mi interior desde mis intestinos, congelando mi estómago hasta mi garganta. Físicamente sentí que un gran peso caía sobre mí, aplastándome, literalmente.

- No señor Decano, eso no es así.... Albert... el señor Ardlay ya era mayor de edad cuando iniciamos una relación plenamente consensuada. Estoy de acuerdo en que transgredimos las normas de ética de la universidad, pero de ninguna forma se cometió un delito. Al día de hoy nosotros estaríamos casados de no haber ocurrido... el atentado del cual usted ha sido informado.

- Y lamento mucho toda esa situación Profesora White. Sin embargo, eso no borra la posible comisión de un delito. En la denuncia se adjunta una certificación de nacimiento del señor Ardlay con la cual se constata que en la fecha en que fueron tomadas estas fotografías, él tenía 17 años. - El Decano tiró sobre el escritorio un sobre de manila que me apresuré a tomar y a revisar su contenido. Inmediatamente todos los colores se me subieron al rostro. Mis manos temblaron al ver fotografías de nosotros dos el día del aquel primer picnic en el parque. Nosotros abrazados, yo recostada en sus piernas, nuestro primer beso... y... sí, también aquella primera felación. ¡Sentí morirme! Escondí mi cabeza entre mis manos, agobiada por la vergüenza. ¿Quién había tomado esas fotos? !Alguien se había tomado demasiada molestia en espiarnos, seguirnos y presenciar toda la escena! Pero, ¿Quién?....¿La misma persona que había intentado matarnos? ¿La misma persona que había destruido mi vehículo? Y luego, allí estaba, una certificación de nacimiento indicando que Albert tenía dos años menos de los que realmente tenía. !Esto era demasiado! ¡Alguien se había obsesionado con destruirnos!

- Señor Decano, primeramente mis disculpas por la grave falta que esto significa. Pero insisto en que se trata de una relación consensuada entre dos adultos, por lo que no constituye delito. El Señor Ardlay podrá probar fehacientemente que este documento es falso. Acepto la responsabilidad y las consecuencias administrativas que esto implique en mi caso, pero en el caso del señor Ardlay le suplico que tenga en cuenta su excelente record académico. Ha sido siempre un alumno ejemplar y comprometido a través de diversos voluntariados. ¡Que una calumnia de este calibre dañe su recor sería sumamente injusto!

- Pero no podemos obviar que uste le impartió dos clases mientras ustedes tenían una relación

- Si, es cierto. Pero no por ello dejé de evaluarlo con toda objetividad. Guardo sus trabajos y sus exámenes, y le solicito que un comité adhoc los revise y constate la veracidad de sus calificaciones. Verá que sus trabajos son excelentes, al igual que sus exámenes.

- Eso lo decidirá el Honorable Consejo. Mientras tanto, las notas de las clases que tomó con usted, quedarán suspendidas, al igual que sus cátedras.

- Asumo la responsabilidad total de mis acciones. Y le suplico que tome en cuenta el acoso y la violencia a los que hemos estado sometidos desde antes de iniciar nuestra relación: mi vehículo ha sido destruido con saña y violencia en dos ocasiones dentro del Campus Universitario y hace meses, dos semanas antes de casarnos, sufrimos un atentado que nos perjudicó física y moralmente, ya que en el murió el hijo que esperábamos.

ALWAYSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora