CAPÍTULO 34: UN CUMPLEAÑOS INOLVIDABLE

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Londres, mayo 2001

- !Gracias amor por acompañarme a la casa de mi padre! Se que no estás muy convencido de todo esto... por eso lo aprecio más.

- ¿Convencido? !Por supuesto que no! !Pero ni loco te dejo sola con ese degenerado que no hace otra cosa más que perseguiste por todo Londres! - Yo bajé los ojos al suelo. Ese tipo de comentarios no me gustaban.

- Sabes que no puedo evitarlo...

- No, no lo sé... No pareces muy ofendida con las cancioncitas desde la calle, o con la estúpida rosa que aparece en tu auto mágicamente.

- ¡Terry, por favor!... las niñas... - Le dije haciéndole ver que las niñas venían con nosotros en el auto. Él hizo una mueca de fastidio y no dijo una palabra más hasta que llegamos a la casa de mi padre. El silencio era tenso. No me gustaba estar así con él. Antes de ese "incidente" llamado William Albert Ardlay, nunca habíamos pasado tanto tiempo en tensión.

Llegamos a la nueva casa de mi padre.

- ¡Hija! ¡Bienvenidos! !Que alegría tenerlos acá! - Nos recibió mi padre en la puerta, dándome un gran abrazo que incluía a Ofelia para tomarla de mis brazos a los suyos - ¡Y esta preciosura es mi niña Ofelia! ¡Bienvenida al mundo princesa!¡ Hola Terry! - Dijo ofreciéndole la mano y palmeando su espalda para que terminara de entrar. - ¡Bienvenido!, ven te presento a mi esposa, Rosemary - Ella llegó de la cocina y saludó a Terry con un cálido abrazo.

- ¡Bienvenidos! ¿Dónde están las niñas más hermosas del mundo? - dijo agachándose a la altura de Julieta para darle un abrazo. - ¡Terry! ¡Se parecen muchísimo a tí! ¡Son hermosas!

- Gracias, sí son lindas, pero por Candy. - Dijo Terry con una sonrisa de orgullo.

- ¡No... son idénticas a ti! !Miren esos ojazos! - de detrás de Rosemary surgió la figura de un hermoso niño moreno de ojos ámbar que le dijo para que todos lo oyésemos, señalando a Julieta:

- ¿Ves mamá? Ella es la nena que te conté que parece un ángel.

- ¿Y quien es este chico con tan buen gusto? - preguntó Terry con una sonrisa en los labios

- Es mi hijo, Ethan - Dijo Albert apareciendo por la puerta del jardín. Rápidamente Rosemary lo tomó del brazo, evitando que se nos acercara demasiado, sobre todo a mí. Todos captamos la intención, así que él saludó de lejos:

- ¡Hola Candy!... Grandchester...

- Ardlay.. - Dijo Terry tomando a Julieta en sus brazos.

- Y acá vienen mis hijos, dijo Rosemary con todo el orgullo del mundo en sus ojos. Un chiquillo de la misma edad de Ethan, muy blanco, de pelo negro lacio y hermosos ojos verdes apareció de la mano de un guapo muchacho rubio de 19 años.

- !Anthony! - grité con la más genuina alegría colgándome de su cuello al abrazarlo. - ¡Estás enorme! ¡Altísimo!.. !Y qué guapo!

- ¡Hola Candy! ¡Estás hermosísima! ... Ahora que mi tío perdió su oportunidad, ¿Tendré alguna esperanza contigo? - Yo reí abiertamente, mientras Terry crispaba el puño que tenía libre.

- ¡Llegas tarde otra vez mi querido Anthony!, mira, te presento a mi esposo: Terrence Grandchester.

- Hola - Dijo Anthony sin darle la mano y viéndolo de pies a cabeza - Ufff... qué pinta de estirado... ahora te gustan los viejos....

- Ya te voy a enseñar yo cómo golpean mis viejos puños muchachito impertinente

- !Cálmate Terry!, Anthony no tiene filtro entre el cerebro y la boca, pero no lo dice con mala intensión - trató Rosemary de calmar los ánimos...

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