Capítulo 24

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Un castaño bebía de su taza de café negro mientras revisaba unos informes bastante concentrado.

Había tomado control de la situación, las cosas estaban un poco más calmadas pero aún tenía que atender unos cuantos asuntos.

El rubio se acercó tomando asiento en una de las sillas a su lado mientras bebía de su jugó de naranja.

Era un día agradable, estaba soleado con un aire fresco.

El castaño término de revisar los informes notando la presencia del rubio, suspiro cansado.

Estaba consciente de que su trato hacia el rubio no había sido el mejor los últimos días, estaba demasiado ocupado cómo para pensar en que lo había dejado solo de cierta forma.

Saldremos a comer así que alistate -dijo el castaño-

El rubio lo observó con un poco de impresión, pensó que seguiría haciéndole la ley del hielo.

Una leve sonrisa se instaló en su rostro, se dirigió a cambiarse con bastante emoción.

El castaño sonrió levantándose de su lugar para buscar las llaves de la camioneta cuando una llamada lo detuvo.

¿Qué sucede Francesco? -el castaño escucho a través de la llamada con atención para después colgar- ¡Carajo!

El rubio salió al jardín arreglado con una sonrisa en su rostro, vestía un conjunto Rosa pálido bastante lindo.

Colby ya est...-el rubio no terminó de pronunciar sus palabras ya que el castaño lo interrumpió con un tono molesto-

Ahora no Sam -aclaro el castaño mientras tomaba las llaves de la camioneta-

El castaño entró a la casa para hacer maletas siendo seguido por el rubio.

¿No vamos a salir a comer? -pregunto confundido el de tez pálida-

Será en otra ocasión -dijo el castaño mientras cerraba la maleta bajando a la sala de la casa-

¿Por que llevas maletas?, ¿a donde vas? -preguntaba el rubio con cierto desesperó-

No quería que el castaño se fuera.

No quería estar solo.

Tengo que viajar de imprevisto, te quedarás con Luca y Alberto, ellos te cuidaran, cualquier cosa que necesites puedes pedirlo. -explicó con rapidez el castaño-

El castaño salió de la casa dejando al rubio sólo en aquella gran sala.

Te necesito a ti Colby, ¿acaso es mucho pedir eso? -murmuro en un tono bajo el rubio-

Una pequeña lagrima se deslizó por su mejilla la cual rápidamente se limpió.

Se dirigió hacia la Biblioteca para hacer lo único que lograba distraerlo, leer y leer.

Comenzó a escribir sobre su ya desgastado cuadernillo de tantos escritos dentro de las blancas hojas ahora repletas de letras.

Con la cabeza llena de preguntas sin respuesta y pensamientos inconclusos.

Un ruido de la puerta siendo tocada lo sacó de sus pensamientos, un pelinegro con una bandeja de comida en sus manos estaba en la puerta.

¿Puedo? -dijo pidiendo permiso para entrar-

Claro, no tienes por qué pedirmelo -dijo en un tono de voz bajo el rubio-

Bueno, cómo te la pasas todo el tiempo aquí dentro, lo consideró cómo tu territorio -bromeó un poco el pelinegro tratando de levantar los ánimos del rubio-

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