Capítulo 23

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Habían pasado alrededor de 2 semanas desde que Colby había dejado la casa de campo dejando al Rubio al cuidado de sus subordinados Luca y Alberto.

Desde entonces el Rubio se notaba un poco decaído, se la pasaba la mayor parte del tiempo en la biblioteca de la casa.

Ambos pelinegros estaban realizando su rutina de vigilancia cuando de repente una llamada irrumpió.

Alberto atendió la llamada mencionando algunas frases en italiano para terminar colgando.

Ha llegado -afirmo mirando a Luca-

Ambos asintieron continuando vigilando la zona hasta la llegada del castaño.

A lo lejos se visualizaba una camioneta negra acercarse a la casa.

¡Abran las puertas! -indicó Luca a los hombres de Seguridad-

Permitieron dejar pasar a la camioneta, de esta bajo un castaño con un maletín.

¿Como esta? -indagó hacía Luca refiriéndose al rubio-

Un poco decaído pero bien -respondió el de ojos ámbar-

Ya tendré tiempo para hablar con él después -dijo el castaño mientras entraba a la casa-

El castaño se dirigió hacía su Oficina siendo seguido por el pelinegro de ojos ámbar.

¿Como están las cosas? -pregunto Luca-

De la mierda -dijo con un tono de molestia mientras sacaba unos papeles de un cajón- esos imbéciles no cumplieron con su parte del trato.

Malditos bastardos -dijo molesto el pelinegro- ¿Vas a ejecutar el plan B? -indagó-

Por supuesto -dijo con una sonrisa el castaño- no debieron incumplir, tendrán que pagar las consecuencias de sus actos.

El castaño se colocó sus lentes comenzando a leer los papeles sobre sus escritorio bastante concentrado.

No permitas que nadie entre a mi Oficina, tengo que solucionar esta mierda -dijo el castaño estresado-

Sam querrá venir a verte cuando se entere que llegaste -dijo el pelinegro-

dije que nadie entre -soltó con frustración- dile que estoy ocupado.

El pelinegro asintió saliendo de la Oficina encontrándose con Alberto.

Hable con Francesco, esta de nuestro lado -informó recibiendo la afirmación de Luca- hablaré con los demás.

El pelinegro se dirigió hasta la Biblioteca encontrándose a un rubio leyendo un libro, el de ojos ámbar tocó la puerta llamando la atención del ojiazul.

Disculpa la interrupción a tu lectura, sólo vine a avisarte que llegó Colby -dijo Luca-

Los ojos del rubio se iluminaron al escuchar las palabras del pelinegro, se reincorporó rápidamente cerrando su libro al instante.

¡¿En serio?! -exclamó con una sonrisa- ¿donde está?, quiero verlo -indagó acercándose-

Está en su Oficina -respondió el pelinegro-

El rubio camino hacia la puerta con intenciones de dirigirse al lugar antes mencionado pero fue detenido.

No puedes ir Sam, nadie puede entrar a su Oficina por el momento -dijo el de ojos ámbar-

¿Qué?, ¿por que? -la sonrisa que decoraba el rostro del rubio desapareció- ¿por que no puedo ir Luca?, hace semanas no lo veo -expresó con un leve tono de tristeza-

El pelinegro se quedó callado pensando en las palabras adecuadas para explicarle al ojiazul.

Esta muy ocupado así que lo mejor será que lo veas cuando se desocupe, ¿no crees? -dijo el pelinegro-

El rubio asintió no muy convencido regresando de nuevo hacía el interior de la biblioteca.

El pelinegro se retiró del lugar volviendo a su puesto de vigilancia.

La horas pasaron llegando la noche en donde un castaño terminaba una llamada soltando un suspiro pesado.

Estaba sumamente estresado y agotado por el viaje.

Se quitó los lentes guardando estos en su respectivo estuche para después sacar de un cajón una cajetilla de cigarros, encendió uno llevando este a su boca dando una calada.

Salió de la Oficina buscando al rubio, encontrando a éste en la biblioteca, se veía tan lindo cómo siempre, estaba bastante concentrado en su lectura que no notó su presencia.

¿Interrumpo? -dijo en un tono de voz alto-

Sus miradas se conectaron por unos cuantos segundos.

El rubio se reincorporó rápidamente caminando hacía el castaño el cuál tenía una leve sonrisa en su rostro.

Disculpa tardar pero ya estoy de vuelta -dijo el castaño el cual fue interrumpido con un abrazo del rubio-

Estaba preocupado, pensé que te había pasado algo -murmuro bajo derramando unas cuantas lágrimas-

Sam -dijo el castaño al percatarse de las lágrimas de éste- mirame

El rubio escondía su rostro en el pecho del castaño negándose a mirarlo.

El castaño llevo su mano al mentón del rubio alzando este obligándolo a mirarlo.

Mírame cuando te habló -demandó el castaño- me destroza completamente cuando lloras -dijo el castaño mientras limpiaba las lágrimas del rubio- no tienes porque preocuparte.

El castaño rodeó al rubio llevando su mano hacía su cabeza acariciando suavemente sus cabellos.

¿Por que no llevas puesto el brazalete? -indagó con un tono de voz sería el castaño-

El rubio se separó del abrazo quedándose callado por unos instantes.

Yo...lo olvide en la habitación -respondió el ojiazul con un tono de voz suave-

Prometeme que lo usaras siempre que salgas -demandó el castaño-

Esta bien, lo haré -dijo el rubio con una leve sonrisa-

El castaño sonrió complacido.

Ya es tarde, será mejor que vayas a descansar -dijo el castaño-

Aun no tengo sueño, quiero pasar el rato contigo -pidió el rubio-

Lo siento Sam, no puedo, tengo muchas cosas que hacer -respondió con firmeza el castaño-

Pero... -el rubio fue interrumpido por el castaño-

He dicho que No -dijo con firmeza-

El ojiazul suspiro desviando la mirada saliendo de la biblioteca al igual que el castaño quién se quedó conversando con Alberto.

El rubio subió a la habitación quedándose sentado sobre la cama mirando hacia la ventana, sus pensamientos eran un lío y lo único que podía hacer era escribir.

Desde que Colby regresó las cosas se han vuelto diferentes, casi no lo ve y cuando están juntos el castaño actúa cómo si no estuviera presente.

Su comportamiento ha cambiado, es indiferente, sus respuestas son secas.

Quizás solo estaba estresado por la situación.

Seguro era eso.

Tiene que ser eso.

¿Sino de que otra manera podría entender su actitud?
.
.
.
.
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¿Estamos distintos

                                   O

                                     Estamos distantes?

-¿Me piensas?

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