♦Ethan Mc Clarence:
La tensión que cubrió a Emily al verme desapareció en un parpadeo, como si jamás hubiera existido.
La chica de pelo rosa se acercó a mí luego de saludar a Saint y Alan con una sonrisa menos efusiva, pero igual de cálida. Me recorrió con los ojos de arriba hacía abajo y viceversa, para al final ensanchar la diversión en su sonrisa.
—¿Saint no te dijo cómo vestirte para la ocasión? —preguntó tentada a reírse por mi aspecto semi formal.
A decir verdad, no la culpaba. Ellos iban como el típico grupo de amigos que acampa en la playa de las películas indies veraniegas, mientras que yo me veía como si hubiera abandonado una conferencia sobre inversiones y empresas fantasmas. Hice una mueca, preguntándome por qué, conociendo a Saint y a su mundo, había decidido ponerme camisa y pantalón para conocer a su familia. El vagabundo no se equivocó al decir que parecía sacado de una revista de niños pijos.
—En mi defensa, era lo menos formal entre mis opciones —y era completamente cierto.
Emily hizo un ademán para quitarle importancia y, con naturalidad, enlazó uno de sus brazos con el mío para arrastrarme al grupo de personas alrededor del fuego. De reojo, noté a Saint mirándonos divertido. Se había alejado un poco con Alan para saludar al resto y había terminado sentado junto a Carter, a quien había conocido al verlo muchas veces andar junto al vagabundo por el campus.
No obstante, lastimosamente no era el único a quién reconocí del grupo. A su lado, se había sentado entre risas el mismo chico con quien Saint se había enrollado en el baño del bar donde cantaba. El idiota que le estaba proponiendo en aquel rejunte de imbéciles drogadictos para ser el segundo en su cama.
Saludó a Saint como si nada, con una sonrisa medio metálica por los piercings en sus labios. ¿Lo peor? Saint no se vio incómodo con su llegada. Aunque yo por dentro sentí una ira que solo podía calmarse cuando cortase la mano con la que se atrevió a revolver el cabello del vagabundo.
—Entonces tú eres el famoso Ethan —dijo una voz femenina, distrayéndome de las ideas de asesinato que se formaban en mi cabeza.
Mi interlocutora resultó ser una morena de piel bronceada, alta y delgada a quien se le marcaba la clavícula gracias a una serpiente tatuada a su alrededor. Sus labios habían formado una sonrisa fina y que marcaba un hoyuelo en su mejilla derecha.
—No sé qué tan famoso podré ser...
La morena lanzó una risita que se me antojó contagiosa, algo aguda.
—De cada diez palabras que Saint dice, nueve son sobre ti —se mofó cruzándose de brazos —. Aunque no puedo asegurarte de que hayan sido todos halagos.
Sí, bueno. Eso no era ningún secreto. Pero me alegraba saber que, en el pasado, así como él no dejaba de rondar en mi cabeza durante todo el día, yo no dejaba de hacer algo parecido en la suya. Aunque fuese irritación o un odio infantil e inmaduro.
Ahora ya no importaba, me dije. Ahora lo tenía.
—Juro que no soy tan malo como él me describe —traté de defenderme, contagiándome de su sonrisa.
A mí lado, Emily también dejó salir un "ja" sonoro.
—Eso es seguro, todos sabemos lo exagerado que puede ser —bufó divertida. Luego miró a la chica ante nosotros y cambió de sonrisa a una más inocente —. Ethan, ella es Joan. Toca el bajo para Only Youth y, mucho más importante, es mi novia —presentó, con el orgullo latiendo en cada una de sus palabras.
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De Perdedores y Otras Catástrofes
Teen FictionLo único que Saint Van Dooren odia más que perder, es hacerlo siempre contra Ethan Mc Clarence. Mientras que, para este, aquella rivalidad es lo único que lo mantiene a flote en su caótica existencia. Y hará lo que sea para mantenerla. Incluso, come...