II : Quiero llevarte a casa.

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𝆺𝅥𝅮 Saint Van Dooren:

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Hell's había enamorado a Only Youth cuando esta volvió a reunirse.

El bar cerca de la playa tenía todo lo que a los chicos y a mí nos gustaba. Un aire indie con un dueño retro con cara y brazos de romper huesos, una clientela vigorosa que seguía el coro de lo que sea que cantáramos aquel sábado y los mejores tragos de toda la ciudad hechos por el bartender más caliente que había conocido.

Y este había protagonizado las fantasías más sucias no solo de uno, sino de tres miembros de nuestra pobre banda que babeaba cada vez que lamía uno de los piercings en su labio inferior. Y yo, orgulloso y sin vergüenza de admitir, era el primero en la lista que deseaba probar hacer lo mismo por cuenta propia.

El único problema era que tenía novio y, al parecer, este lo tenía a él tal y como él nos tenía a nosotros.

—Debería ser pecado que un manjar así estuviera en una relación monógama —dijo Emily a mi lado, mientras ambos fingimos estar concentrados preparando el equipo para aquella noche, pero en realidad estábamos atentos a los movimientos del chico mientras acomodaba sus propios instrumentos de trabajo.

Tenía las manos completamente tatuadas con un trillón de cosas que no había tenido la bendición de observar de cerca. Pero estas se veían lo suficientemente grandes y capaces de tomarme del cuello mientras...

—Qué dices —resoplé una risa terminando de conectar mi guitarra al amplificador y dejándola en el soporte —. Estoy seguro de que si cualquiera de los dos lo tuviera, haría de todo para que nadie más pudiera ponerle las manos encima.

A regañadientes, la vocalista principal de la banda asintió para darme la razón. Emily era, sin duda, la segunda persona más genial que había conocido sobre aquella tierra. Era mayor que yo por unos tres años y se había graduado de mi misma universidad dos años atrás en Administración en finanzas, solo para descubrir después de que había desperdiciado todo ese tiempo tratando de cumplir las expectativas de un padre idiota semi ausente. Su verdadero sueño, había dicho, era vivir sobre el escenario frente a una multitud de millones.

Y mientras trabajaba en ello tras bambalinas, tocaba con nosotros dos sábados al mes en Hell's siendo nuestra vocalista principal y, a veces, pianista. El resto no teníamos esa madera de artistas, pero necesitábamos este espacio casi tanto como ella para escapar de la presión que ponía sobre nosotros la otra vida que habíamos elegido.

No éramos prodigios desperdiciados, cabe destacar, pero sonábamos decentes y a la gente le gustaba escucharnos cantar sus temas favoritos. Emily y yo nos dividimos aquella tarea, aunque a veces la compartimos. Era divertido y había significado un gran pilar en mi vida en el momento más oscuro de ella, así que no planeaba abandonar este pequeño escenario por lo pronto.

Solté un suspiro cansado cuando terminé con los cables y sequé el sudor de mi frente. Estaba...

—¿Sediento? —dijo alguien a mi espalda, completando lo que estaba pensando.

De Perdedores y Otras CatástrofesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora