CAPÍTULO 84

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La expresión de Farlan denotaba apatía, lentamente se acercó a la pequeña mesa y depositó el pastel. Sin decir ni una sola palabra hizo el amago de retirarse a su habitación.

Marco lo observó en silencio y frotó sus ojos después de haberse quitado las gafas, pero al ver el pequeño pastel no pudo evitar preguntar:

- Pensé que los postres no eran de tu agrado ¿O me equivoco?

Farlan soltó un sonoro suspiro. - No lo compré yo, Kirstein me lo entregó. Dijo que te gusta el pastel de fresa.

Marco abrió sus ojos por la impresión. – El... ¿no dijo nada más? – sus manos se frotaron entre ellas con nerviosismo.

- Fue breve, pero preguntó si asistirías al banquete ¿Eres amigo de él?

- Yo...solo, mejor olvidemos esto, ahora cuéntame ¿Qué tal tu día?

Farlan entrecerró los ojos con sospecha, conocía perfectamente a su hermano, por ello le resulto completamente curiosa la forma en la que trataba de cambiar el tema y evadía su mirada, pero por ahora prefería no ahondar mucho en el tema. Así que dio una breve respuesta a su mayor y se retiró a su habitación.

 Así que dio una breve respuesta a su mayor y se retiró a su habitación

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- Ven, bebe un poco, la noche aun es joven.

Un grupo de hombres se encontraban reunidos dentro de una habitación, riendo y bebiendo. Berthold permanecía sentado y fumando.

El grupo de hombres decidieron irse horas después, quienes llevaban por la cintura a varios chicos y chicas bastante jóvenes y atractivos. Berthold los siguió y avanzó con un cigarrillo en la boca y una sonrisa socarrona reflejada en su rostro. Sin imaginar que se encontraría con el hombre, quien durante los últimos días no había podido salir de su mente.

- Reiner...

El mencionado frunció el ceño y lo miró sin expresión alguna. – Creo que se confunde de persona.

- Deja de actuar como un idiota y compórtate como un adulto. - Los ojos del azabache se oscurecieron y apretó los dientes. - ¿Es divertido fingir que no me conoces?

Reiner dio un paso adelante, le arrebató el cigarrillo de la boca. – Deja esta porquería, puedes dañar tu salud.

- ¿Y quién se supone que eres tú para venir a darme ordenes? – se acercó aún más creando una distancia casi inexistente. – Oh, ahora te crees superior a mí, pensé que aún eras un simple perro que seguía mis órdenes.

Reiner apretó sus dientes, cansado del comportamiento egocéntrico del azabache. – ¿Eso significo para ti? ¿Un simple animal arraigado a tu voluntad?

La sonrisa en el rostro de Berthold desapareció por un instante. Sabía que había sobrepasado el límite, pero realmente le había dolido la indiferencia del pelirrubio.

Las personas que hasta el momento se habían mostrado indiferentes, al reconocer a Reiner se acercaron. – Oye Berth, al fin encontraste a tu perro ¿Al menos ahora ya tiene buenos modales? – todos rieron a carcajadas.

Loto Negro- Ereri (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora