Capítulo 4.

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York Sidney.

Miro hacia enfrente, el lago está helado, perfecto para patinar sobre hielo si es que sabes hacerlo, las montañas están cubiertas de nieve. Sigue nevando todavía, aún no va a quitarse tal vez hasta inicios de febrero. La baranda del puente tiene una ligera capa de nieve, al igual que el suelo de la carretera.

Coloco mis codos sobre la baranda y miro hacia enfrente admirando la vista helada. Tengo una sudadera negra colocada y la capucha para evitar que mi cabello corto se revuelva por el aire. Llevo un pantalón negro algo holgado y unos converse negros. Suelto un suspiro pesado y cierro los ojos por un rato.

Venir a la carretera Hold, siempre ha sido una de mis cosas favoritas, más cuando me sentía mal, depresiva y con ganas de matarme... me siento igual, solo que tal vez sin las ganas de matarme. Nada ha cambiado y no cambiara ¿no? Siempre se vuelve al mismo círculo, me pregunto si podre salir de él alguna vez.

—¡York!

El grito me sobresalta y miro hacia atrás casi resbalándome un poco por la nieve, me sostengo de la barandilla sintiendo mis manos arder por la nieve.

—Te estoy hablando de hace tiempo.

Sus ojos azules me paran el corazón y mis pulmones dejan de trabajar, sigue teniendo la misma reacción sobre mi cada vez que lo veo.

—Sigues viniendo acá ¿huh? — enarca una ceja.

A pesar del frío que hace, viste una simple camisa negra, dejando al descubierto sus brazos. Sus pantalones negros y unas botas negras. Su cabello está desordenado por el aire y hoy está con pequeñas ondulaciones que caen por su frente.

—Qué... ¿qué haces acá? — trago un poco de saliva.

—Iba pasando y te vi — mete sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Se mira distinto... me gustaría preguntarle cómo está, cómo le fue, pero mi orgullo no me dejaría y no quiero parecer interesada en él.

—Se aproxima una tormenta de nieve, dudara toda la tarde y la noche, hasta mañana en la mañana — comenta.

—Mm, lo sé — asiento con la cabeza.

—Deberías irte, ¿tu auto? — enarca una ceja.

—Yo... vine andando —me relamo los labios un poco.

Me mira de pies a cabeza y luego mira hacia el lago.

—Bien, vamos, atrás ya empezó la tormenta.

Se da media vuelta y empieza a caminar para llegar a su auto. ¿Qué significa vamos?

—York — me gira a ver —, vámonos.

Su voz sale en una orden y mi ceño se frunce un poco.

—No iré contigo — niego y doy un paso hacia atrás.

—Antes que llegues a tu casa andando, la tormenta estará encima de ti — me da una mala mirada —, sube al auto.

Respiro un poco molesta y doy una leve risa nasal. No digo nada más, me limito a dar media vuelta y empezar a correr para alejarme de ahí. Sí corro lo suficiente, la tormenta no estará encima de mí. No lo escucho hablar, pero sí escucho el motor del auto encenderse. Corro un poco más rápido de lo que puedo y paso por toda la carretera. La nieve me hace resbalarme un poco, sin embargo, me mantengo como si estuviera patinando en ella.

El Mercedes para enfrente de mí en una vuelta que me asusta y me hace parar de correr y soltar un leve grito. La mirada molesta de Elijah dice más que mil palabras.

Skyscraper. [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora