York Sidney.
Elijah sigue manejando como siempre, una mano en el volante y la otra en la caja. Siempre ha sido una fascinación para mí verlo manejar, su cabello desordenarse por el aire que entra por la ventana, sus ojos fijos en las calles, su mandíbula recta, sus tatuajes, sus brazos, sus dedos. La forma tan segura en la que maneja.
Recuerdo años atrás, donde su mano derecha en vez de ir en la caja iba en mi muslo izquierdo. Un leve escalofrío recorre mi cuerpo y regreso mi mirada hacia enfrente, me relamo los labios y suelto un suspiro.
La nieve se ha detenido, las calles están libres, pero ahora están casi congeladas, hasta el aire. Vamos con la ginecóloga, en otros tiempos me sentiría extraña yendo con él, pero no, lamentablemente, mi corazón sigue sintiendo confianza con él. Como cuando tomó el control de mi alimentación y comíamos juntos.
Cuando estaba ahí siempre para mí.
Al final de todo, él solo está acá para acabar con el problema de los otros, luego volverá a irse, creo que se siente mejor en otro país que acá, no lo juzgo, yo también lo haría.
Parca el auto y bajo de él, no lo espero, no quiero hablar con él, tampoco mantenerme tan cerca de él. Abro la puerta del consultorio y me adentro, hablo con la recepcionista y me dice que me están esperando.
—Te quedas acá — señalo a Elijah.
Enarca una ceja.
—¿Tienes miedo de hablar de tu vida sexual frente a mí? — pregunta, su voz sigue siendo la misma de anoche, seria, molesta.
—Si vas a soportar escuchar sobre eso, puedes pasar — sonrío falsamente sabiendo que no querrá pasar.
Hace una mueca y se sienta en las sillas de espera. Paso de él y me adentro con la ginecóloga. La última vez que vine con una fue cuando estaba con Elijah y él tenía una fascinación por tener sexo casi todos los días, así que tenía que cuidarme y llevar un control.
Mi cuerpo se tensa un poco al recordar esas veces con él, y se tensa aún más pensando en las veces que estos casi dos años él haya tenido sexo con alguien más. Yo no, no me he interesado tanto en ese tema para ser sincera, pero ¿él? ¿Dejaría que un extraño mirara sus cicatrices?, ¿trazara sus tatuajes?
Piensas cosas sin sentido, York.
Me toma menos de treinta minutos estar con la ginecóloga, salgo de ahí, pago, me receta unas pastillas. Solo espero y no alimenten ese lado hormonal que no he tenido en años.
—¿Qué te dijo? — pregunta cuando caminamos para llegar al auto.
El día está extremadamente frío, debí traer unos guantes. Mis manos permanecen adentro de la bolsa de mi sudadera y llevo la capucha colocada evitando que el viento desordene más mi cabello.
—Se supone que las pastillas nivelaran algo adentro y evitaran el dolor que siento a veces — murmuro.
—¿Qué se supone que tienes?
Ladeo a verlo por el rabillo del ojo, su mirada está fija en mí.
—Algo — paso de él para adentrarme al auto antes de congelarme.
Segundos después él entra, no luce contento, la verdad ahora ni siquiera puedo leerlo, sus ojos han perdido todo rastro para poder leerlo como antes. Eso es porque está molesto.
No enciende el auto, no se mueve, solo me mira fijamente, como si estuviera tratando de leerme, pero sé que no puede, de los dos, yo soy la que mejor ha leído al otro.
—¿Es algo malo? — pregunta tratando de suavizar su voz.
Miro directo a esos ojos azules que han colocado mi vida de cabeza más de una vez.

ESTÁS LEYENDO
Skyscraper. [#2]
Teen FictionOdio la forma en la que te extraño y quisieras que ya no dolieras. Los blues se apagaron, pareciera que hubieran desaparecido, pero no, siguen allí, pero falta una persona para que vuelvan a encenderse. Dos almas que arden en el fuego, que sanaron...