Capítulo 24.

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York Sidney.

El viento frío desordena las hojas y mi cabello, mis pasos se vuelven inestables porque a este punto no tengo ni la menor idea de como me sigo manteniendo en pie. Necesito hacerme la fuerte, aunque esté envuelta en miedo, cada paso que doy es peor que el anterior y el próximo se vuelve como si estuviera entrando al infierno.

Phil me ve y puedo ver el desconcierto en sus ojos, mira alrededor de mí y cuando pienso que estaría aliviado de verme sola, solo parece más asustado de verme llegar sola. Intenta moverse, pero el tipo enfrente de él se lo evita y retrocede de nuevo.

Llego a una distancia considerable, ni tan cerca de ellos, ni tan lejos de mi auto.

Miro hacia los blues. Blues que ahora no se ven porque el cielo ha tomado la ciudad. Está más oscuro, las estrellas desaparecieron y sigue rugiendo advirtiéndonos de lo que vendrá. La niebla abarca toda la ciudad e incluso los rascacielos. Mi cuerpo tiembla por el frío y los nervios. Presiono mis manos a los lados con fuerza y regreso mi mirada a ellos.

—No sé si pensar que eres bastante astuta o estúpida, perfecta.

La persona que estaba de frente a Phil, se da la vuelta. Esperaba que fuera él.

—Jorge — susurro su nombre.

—¿Venir sola por una simple llamada de auxilio? — escucho el tono burlón en su voz —, ridículo.

—¿Qué es lo que quieres?

—¿Pensaron que podían entrar de hurtadillas a mi sitio y luego enviar a su espía? — enarca una ceja oscura.

Trago saliva y aprieto la mandíbula, sabe que fuimos nosotros, era de esperarse.

—¿Quieres acabar con esto de una vez? Se está volviendo repetitivo, Jorge.

Trato de mantener mi voz serena, aunque mi cuerpo demuestre todo lo contrario.

—Oh claro, que esto acabara de una vez, y todo lo que sabemos se acabara en la tumba, York, debiste hacerle caso a tu madre y nunca meterte con Nathan.

—Eso no es de tu asunto.

—Tal vez no, la verdad, pero si es el asunto de alguien más — la diversión en su voz me está estresando.

—¿Alguien más? ¿Qué carajos tramas, Jorge?

—De todo, incluso por tu culpa, Phil está dentro igual.

Señala a mi amigo y Phil le da una mala mirada, no se le ve bien, está igual de asustado que yo y puedo ver que tiene un golpe por la mejilla derecha. ¿Qué más le harán? O, mejor dicho, nos harán.

Las luces del otro auto negro, Benz, que es igual al de Elijah, enciende las luces altas. Cierro los ojos un poco por el fuerte brillo y elevo una mano hacia mi cara para evitar ver de más las luces.

La puerta del piloto se abre, y solo puedo ver la parte de abajo. Mi corazón se acelera con cada segundo que pasa. ¿Será él? ¿De verdad está vivo? Mis manos sudan y mis costillas duelen. Todo se vuelve raro después de unos segundos.

Botas de tacón negro pisan la tierra, pantalones negros y una gabardina negra larga de cuero, caminan hacia mi dirección. Mi ceño se frunce cada vez que bajo la mano y elevo la vista. La larga y delgada figura se coloca enfrente de la luz, quedando frente a mí.

Es como verme a mí con la edad de treinta y ocho años, el mismo color de cabello, el mismo tono de piel, la misma figura, pero un poco de diferencia en los ojos.

—Tylor.

Mi voz sale en un susurro sorprendido. ¿¡Ella también está detrás de todo esto!?

—Te dije que te haría pagar, hijita.

Skyscraper. [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora