Dicen que en la vida, no hay nada que dure para siempre, y que solo el cambio es permanente.Por eso es que cada quien tiene que vivir cada segundo de su vida aprovechándola al máximo, y no parar a preguntarse porque las cosas son así, porque en cualquier momento, todo podría acabar, y nadie lo sabría.
Normalmente, nadie está preparado para el cambio, el cambio suele traer problemas, confusión, nuevas emociones. Pero sobre todo, nadie está preparado para el final.
Las personas suelen vivir su vida sin preocuparse por lo que podría pasar mañana, pero quien sabe cuantas sorpresas tiene escondidas el mañana.Todo iba tan bien en aquel pequeño pero amigable pueblo, las cosas no parecían poder tomar un mal rumbo, al menos no por ahora. Las aventuras nuevas de cada día, siempre tan emocionantes. Las amistades duraderas de los héroes, que siempre se mantenían juntos a pesar de todo. Las risas que nunca faltaban en ninguna parte, siempre estaban allí. ¿Porque algo empeoraría?
Pero nunca nadie se paró a preguntarse, que tan lejos podría llegar aquel meteorito.Y cuando fue muy tarde, nadie pudo detenerlo, y todo acabó de inmediato.
Ese dia, aquel pueblo que los había hecho vivir cosas inolvidables, y que alguna vez fue tan preciado para todos ellos, se silenció en milisegundos. Ni un sonido se hizo presente luego del impacto, pero el desastre era visible. Las aventuras de cada día, las amistades, las risas, las historias, todo pareció detenerse de un momento para otro. Ahora solo había silencio puro.
Es increíble como la vida puede quitarnos cosas tan preciadas como si no valieran nada en absoluto, sin darnos un segundo para reaccionar. Hay veces que culpamos a la vida por los malos momentos que nos hace pasar, pero no es como si algo fuera a cambiar por eso, lo hecho, hecho está. La vida sigue un ciclo, nada está escrito, y no podemos saber lo que pasará.
Pero ya era demasiado tarde como para culpar a alguien del terrible suceso, todo había pasado, el meteorito había impactado con tal fuerza en la tierra. Ya no importaba lo que ellos habían hecho o no para prevenirlo, porque a fin de cuentas, el desastre ya iba a pasar de todas formas.
Minutos después del gran silencio que se formó en el pueblo, vinieron los gritos desgarradores y los llantos imparables de la gente que por desgracia, había sobrevivido para presenciar todo.•
Los rayos de sol se adentraban a través de la gran ventana, indicando que la mañana había llegado, un día nuevo comenzaba en ese pueblo. Era una mañana de un verano caluroso, el clima era muy soleado, más que días posteriores. Los rayos del sol iluminaban con una alta intensidad, y fue esta la razón de despertarse de cierto joven, quien comenzaba a arrepentirse de no poner cortinas en aquel ventanal cuando tuvo la posibilidad de hacerlo.
Solía ser alguien que dejaba sus proyectos a la mitad, y cuando había pensando en conseguir cortinas para su gran ventanal, solo lo olvidó al día siguiente, como pasaba con casi todo lo que se proponía. Y ahora, en esta mañana en la cual el sol se reflejaba con tanta intensidad sobre sus sensibles ojos, arruinándole su descanso, el chico se maldecía por dejar todos sus proyectos a la mitad, o olvidarlos directamente. Ni siquiera se había esforzado en buscar cortinas en alguna tienda, odiaba ser alguien tan vago.
Se trataba de Raúl Álvarez, un chico de unos aproximados veintidós años de edad. A su joven edad, Raúl era conocido por ser el psicólogo de su pequeño pueblo, Karmaland.
Su pueblo lo conocía por ser un joven muy servicial y valiente, era el conocido héroe del pueblo, o al menos, el que quedaba luego de la terrible tragedia. Raúl se había vuelto el único héroe de su pequeño pueblo, y los pueblerinos lo admiraban, y creían que era alguien fuerte por haber lidiado con tanta facilidad con la muerte de sus amigos.No es que haya lidiado con facilidad, había partido de Karmaland en busca de ayuda y apoyo, pues lidiar con la muerte de sus compañeros no fue algo fácil. Luego de unos años fuera de Karmaland, había decidido volver a aquel pueblo para no dejar a los pobres pueblerinos sin un héroe que los defienda. Después de todo, ser el único en sobrevivir a la tragedia tenía que servirle de algo, y que mejor que brindarle protección a los pueblerinos, al menos así podría evitar que la historia se repitiera.