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- ¿Recuerdas todo? Es decir, ¿todo? - Preguntó el menor por segunda vez, aún sin poder digerir por completo la información que el mayor le había dado hace unos minutos. Ahora, ambos se encontraban caminando por el pueblo, caminaban uno al lado del otro, idea del pelirrojo al ver que el menor estaba teniendo un poco de problemas analizando la situación.

- De principio a fin. - Respondió el mayor con un tono sereno, sin mirar al más bajo. Lolito mantenía su mirada relajada, dirigida hacia el frente, pero la atenta y curiosa mirada de Raúl se posaba en el.

- ¿Y nunca hablaste?

- Nadie me escuchó. - Respondió el pelirrojo casi de inmediato, para luego dejar escapar un gran suspiro. - Yo te recordaba, sabía que existías, pero por alguna razón, el resto no. - Comenzó a explicar el más alto, sin quitar su mirada hacia el frente. - Cuando vi que nadie parecía recordar como era la vida aquí, supuse que tal vez estaba loco, y lo dejé ir.

- Ya... - Dijo el menor con un tono suave, casi que en un murmuro. Esa información estaba siendo difícil de digerir para el, pero en cierta forma, tal vez era bueno tener a alguien que recordara todo lo que habían vivido. Tal vez, y solo tal vez, Lolito podía aconsejarle sobre qué hacer, él había sido testigo de el drama de las elecciones. - Y... Con respecto a las elecciones- Comenzó a hablar el menor, pero fue interrumpido por el mayor.

- No eres el padre de Luzu, no tienes que seguirlo por ahí. - Interrumpió el mayor con cierto tono molesto en su voz. - El no necesita de nadie para salir adelante, no pienses que tu voto cambiará algo. A demás, no es como si él fuera a enterarse. - El pelirrojo era mucho más realista, y Raúl escuchaba sus palabras con interés. - Tu lealtad no lo es todo para él.  - Aquello fue un golpe duro, pero era verdad.

- Tienes razón, estoy exagerando muchísimo las cosas. - Se frustró el menor, cubriendo su rostro con sus dos manos, estirándolo en el proceso. El más alto soltó una pequeña risa, para luego volver a despeinar los cabellos de Raúl, quien soltó un suspiro frustrado ante aquella acción. Lolito se veía tan desinteresado con respecto a él tema de de las elecciones, Raúl deseaba ser como el mayor, poder vivir desinteresado de que pasaba allí afuera, sin importarle a quien le juraba lealtad o no. El pelirrojo era alguien tan realista y directo, tal vez él debería ser un psicólogo, y no Raúl.

- No te preocupes, todos exageramos las cosas en situaciones de nervios. - El mayor se encogió de hombros, restándole importancia a la situación. - ¿Sabes? Te ves genial, no pareces haber envejecido ni un poco. - Dijo Lolito, cambiando de tema de inmediato, y provocando un leve sonrojo en el más bajo.
- Pareces un adolescente rebelde.

- ¿Tu crees? Cuando empecé a ser el único héroe del pueblo, la gente me tenía miedo y me preguntaba dónde estaba mi madre. - Se burló el menor de sí mismo, y ambos rieron a carcajadas luego de eso.

- Puedo disfrazarme de tu madre para lo próxima, y nos podemos echar unas buenas risas. - Bromeó el mayor luego de que las carcajadas pararon, pero cuando el más alto dijo eso, comenzaron nuevamente.

- Te sueltas el pelo y terminó el disfraz. - El menor comenzó a reír con más fuerza, para luego poner su mano sobre el hombro del pelirrojo, apoyándose para asegurarse de no perder el equilibrio. La risa de ambos se intensificó, y pronto se encontraron tambaleándose, incapaces de seguir caminando. Ambos dejaron de caminar solo para reír a carcajadas mientras se miraban. Mientras reían, alguno de los dos añadía algún comentario que hacía el chiste más gracioso.

- ¡La princesa fiona! - Agregó el mayor entre risas, y eso los hizo reír tanto que se tuvieron que agarrar entre sí para no caerse. Raúl sentía las lágrimas de risa bajar lentamente por sus mejillas, y Lolito solo le seguía agregando más cosas al chiste. Ya que estaban riéndose, ninguno de ellos pudo darse cuenta de la figura que se paraba frente a ellos, mirándolos atentamente y con sus brazos cruzados, esperando a que el chiste terminara. Así fue por algunos minutos más, en los cuales los dos chicos siguieron riéndose por el mismo y ya viejo chiste, hasta que ambos se tranquilizaron y comenzaron a respirar agitadamente, superando el chiste.
Cuando el pelirrojo terminó de reír y su respiración comenzó a regularse, pudo observar la figura que los miraba, parada allí, no muy feliz. - Luzu... Que tal. - Habló el pelirrojo con un tono desinteresado, el también, cruzándose de brazos y mirando al castaño con el ceño fruncido.

Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora