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Sus ojos se abrían lentamente, parpadeando contra la luz blanca y brillante que llenaba la habitación. El techo desconocido y el suave pitido rítmico de las máquinas a su lado lo llevaron a concluir que estaba en un hospital. Parpadeó varias veces, tratando de enfocar su visión, sintiendo una extraña pesadez en su cuerpo. Intentó moverse, pero un dolor sordo y profundo en su estómago le hizo detenerse de inmediato, arrepintiéndose de su acción. Con cuidado, bajo su cabeza y miró su cuerpo, encontrándose con el vendaje grueso y blanco que cubría su abdomen. La confusión lo invadía, mientras trataba de recordar cómo había llegado allí.

De repente, la puerta se abrió y una enferma entró en la habitación, la enferma desprendía tranquilidad, y se veía muy amable. Su uniforme era impecablemente blanco, reflejaba la brillante luz de la habitación. Era una mujer joven, quizás hasta más joven que Raúl, quien la miraba con confusión. El rostro de la enfermera se mantenía sereno, tenía ojos grandes y cálidos de un hermoso color marrón, y su cabello rubio, con una parte recogido en una coleta, mientras el resto de su cabello se encontraba suelto. Tenía unos aretes de cerezas, y un hermoso collar de perlas. Era, sin duda, una de las mujeres más lindas que Raúl había visto.

- Bueno, hasta que despiertas. - Habló la mujer, su tono de voz era suave y dulce, hablaba con lentitud y delicadeza, para asegurarse de que el joven frente a ella no tuviera problemas entendiéndola. - Haz estado dormido por unas tres horas, cariño. - Le explicó la mujer al joven, mientras sus delgados dedos acomodan las almohadas detrás de Raúl, y este solo la miraba con su boca abierta. - Soy Hazel, tu enferma. - La mujer le dedicó una dulce sonrisa, y Raúl se la devolvió, pero aún seguía sintiendo confusión.

- ¿Qué me pasó? - Preguntó el joven, mirando sus manos y luego su vendaje en el abdomen. La enferma soltó una leve y corta risita, para luego comenzar a explicarle.

- Sufriste una herida parcialmente grave en tu abdomen, Monika te trajo hasta aquí, tenías una flecha clavada. Qué suerte que te trajeron rápido, pudiste haber muerto. - Raúl frunció el ceño, intentando reconstruir los pensamientos dispersos de su memoria. Las piezas se iban juntando, recordaba lentamente alguna que otra cosa, hasta que recordó haber visto a sus amigos, fue allí cuando entró en pánico y comenzó a moverse, sintiendo un gran dolor en su abdomen. - Yo no me movería si fuera tu, querido. - Dijo simpática la enferma, y Raúl suspiró con frustración.

- Usted no entiende, juro que vi a mis amigos hace unas horas, los héroes que solían proteger Karmaland. - Explicó el mayor con rapidez, y la mujer asintió.

- Bueno, así es, Akira nos informó que los otros héroes han aparecido en Karmaland, fue uno de ellos quien te lastimó. - La enferma mantenía una voz calmada, lenta y suave, a pesar de que lo que estaba diciendo era algo impactante, no solo para Raúl, si no para ella también, pues ella también había llegado a conocer a aquellos héroes. - Igualmente, los héroes no parecen recordar nada, así que no te molestes, dulzura.

- ¿Eh? Pero... Son mis amigos- Intentó decir Raúl, pero fue interrumpido por la rubia

- Ellos no lo saben, no saben quién eres, parece que llegaron de otro universo, o algo así, Monika habla algo rápido. - Comentó la enferma entre risitas, y Raúl no podía lidiar con la confusión y el fuerte dolor en su abdomen a la vez, ¿porque en su día de ser el mejor héroe del mundo todo salió mal? Raúl suspiró cansado, aquella era mucha información que asimilar. - Bueno, ahora que despertaste, es mejor que te traiga algo de comer, ¿te parece? - Propuso la enferma mientras pasaba sus delgados dedos por los despeinados cabellos del joven, sonriéndole con simpatía. Raúl solo asintió un poco confundido, y se acomodó en su lugar.
La enferma partió de la habitación, y ahí estaba Raul, pensando mientras miraba el techo con confusión, no podía creer nada de lo que estaba pasando.

Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora