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- Este fue el último. - Dijo Raúl con cansancio, mientras se apartaba un poco para admirar el afiche de propaganda que acaban de colgar en uno de los pilares del pueblo. Era un póster brillante y llamativo que promovía la campaña de Luzu, El menor suspiró pesadamente, dejando que sus hombros cayeran aliviados, mostrando claramente su agotamiento. Había estado trabajando sin parar desde temprano en la mañana, recorriendo el pueblo con un gran fajo de afiches bajo el brazo y un balde de pegamento. En al menos cada esquina, había un afiche de la campaña de Luzu, cada uno cuidadosamente alineado para llamar la atención de los pueblerinos. Terminar esa tarea se sentía increíblemente satisfactorio. A pesar del sudor en su frente y el dolor en sus brazos por el esfuerzo continuo, Raúl sonrió orgulloso.

- Muchas gracias, Auroncito. - Agradeció una voz suave que se escuchó justo detrás del menor, quien al voltear, sonrió satisfecho, mirando al mayor con felicidad.

- Lu, no sabes lo orgulloso que estoy de ti. - El menor sonreía ampliamente, orgulloso del mayor por finalmente haber decidido hacer su campaña política pública, y ahora, Luzu podria avanzar y demostrar que sería un buen alcalde. El castaño esbozó una sonrisa cariñosa, y luego de unos segundos, ambos chicos se abrazaron.

- Así que, Luzu, ¿vas a postularte? - Habló una voz profunda, que hizo a ambos chicos detener su abrazo y buscar por dónde venía la voz, y al ver al hombre allí parado, ambos chicos se sorprendieron.

- Fargan, ¿qué tal? - Preguntó el castaño en un tono amable, separándose del menor y acercándose al híbrido de búho con una sonrisa.
Fargan era alguien bastante decidido, aunque algo torpe, pero era un buen amigo de Luzu, y que se apareciera por allí logró hacer sonreír al castaño.

- Todo bien, paseaba por aquí y vi tus afiches. Están maravillosos, casi tanto para convencerme. - Bromeó el híbrido de búho con una sonrisa en su rostro, para luego golpear levemente al castaño en su hombro. Luzu solo soltó una risa nerviosa, no siendo muy capaz de entender la broma. - Que es broma, que seguro te vote a ti. - Lo tranquilizó el búho, y Luzu suspiró aliviado. - Raúl, ¿tu qué tal? - Preguntó el de ojos naranjas al ver al menor allí parado, sonriéndole amistoso.

- Aquí, ayudando a Luzu. - Respondió el menor con tranquilidad y una sonrisa amable. En verdad le gustaba ayudar a Luzu en su campaña, y no era porque estuviera interesado en tener poder el también, el solo quería que las cosas fueran distintas a como fueron antes, y arreglar su error del pasado. Si el castaño llegaba a recordar su pasado con Raúl, se enfadaría, claro. Pero tal vez, si Raúl lo ayudaba tanto en estas elecciones, el mayor se lo sabría perdonar, y todo estaría olvidado en el pasado.

- Ya veo... Pues lo mejor para estas elecciones, Luzu. - Respondió el híbrido en forma de apoyo, poniendo su mano sobre el hombro del más alto.
El mayor le devolvió la sonrisa, y asintió con seguridad, para luego ver como el híbrido de búho se marchaba.

La tarde transcurrió plácidamente. Durante ese tiempo, Luzu paseaba por el pueblo, dedicando su tiempo a conocer personalmente a cada uno de los pueblerinos y presentándose como uno de los candidatos a la alcaldía. El pueblo adoraba al castaño; su carácter dulce y servicial conquistaba a todos. Además, Luzu demostraba una determinación palpable y estaba físicamente preparado para defender a la comunidad. Sus facciones, delicadas y atractivas, solo añadían a su encanto. Raúl, fiel a su amigo, no se separó en ningún momento de la tarde, acompañando al mayor en su recorrido por el pueblo y ayudándolo a entablar relaciones con los habitantes. La verdadera sorpresa llegó cuando Luzu presentó a Raúl ante los pueblerinos como su "mano derecha". Aquel apodo logró sorprender al menor, pues no habían hablado nada sobre aquello aún, pero igualmente, estaba completamente agradecido con el mayor, y al oír ese apodo, le sonrió.
Los pueblerinos ya conocían a Raúl, todos ellos, pero algunos no lo admiraban demasiado, pues se mostraba como alguien desinteresado y no profesional en ciertos tiempos. Sin embargo, la confianza y el respeto que Luzu mostraba hacia el menor hizo que Raúl ganara rápidamente la simpatía de todos. La dupla de los dos jóvenes fue bien recibida por el pueblo, eran atentos y serviciales con todos, y entre ellos, parecía haber una confianza enorme.
Una vez finalizado el recorrido, Luzu y Raúl se reunieron con un grupo de ancianos en la plaza principal, quienes les ofrecieron consejos y les compartieron historias sobre el pasado del pueblo. Raúl escuchaba con atención, la historia le parecía muy interesante y maravillosa. Luzu, por su parte, tomaba notas mentalmente, asintiendo con seriedad.

Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora