07

62 6 28
                                    

Los primeros rayos de sol comenzaban a pintar el cielo de tonos rosados y anaranjados. Las calles, aún tranquilas y desiertas, estaban envueltas en una suave bruma matutina. A lo lejos, el canto de los gallos se mezclaba con el trino alegre de los pájaros despertando. El rocío matutino iluminaba el pueblo por poco a poco, era temprano aún para que el cielo se encontrara plenamente iluminado. Pero así estaba bien, las caminatas de mañana solían ser mejores.

El castaño mantenía un paso lento y constante, para asegurarse que su acompañante no tuviera que hacer ningún esfuerzo demás. El menor, por otra parte, se forzaba a caminar un poco más rápido para no quedar como alguien débil frente al mayor.
Ambos se encontraban dando una caminata matutina, plan propuesto por Luzu. Mientras caminaban, ambos veían como el pueblo lentamente cobraba vida. De vez en cuando, se veía a algún vecino salir a recoger el periódico de la mañana.

- ¿Porque te apuras? - Preguntó el castaño con serenidad, pues Raúl habia estado adelantándose un poco a su caminata desde hacía ya unos minutos.

- Lo siento. - Se disculpó de inmediato el menor, haciendo dudar un poco a él más alto, pero este no dijo nada, solo le sonrió al contrario, quien ya se había adaptado nuevamente a su ritmo de caminata. Raúl sabía que no tenía que impresionar a Luzu, pero sentía la necesidad de quedar bien frente a él. Había estado caminando juntos hace ya unos aproximados diez minutos, era el día de Luzu y de Fargan de hacerse cargo de Raúl, pero Fargan se encontraba en un pequeño problema. Por eso, Luzu decidió aprovechar todo su día con Raúl a solas, comenzando por una hermosa caminata matutina. - Que guapo estás hoy, Luzu. ¿Tienes una cita? Pensé que me cuidarías. - Bromeó el menor, utilizando un tono un tanto coqueto, que hizo al castaño reír.

- No, me puse guapo para ti. - Respondió con el mismo tono coqueto el mayor, que hizo a Raúl soltar una carcajada, y pegarle con el codo al mayor. Las risas de ambos resonaban suavemente en la tranquilidad de la mañana. La conversación ligera y las bromas ayudaban a aliviar la tensión y el esfuerzo que Raúl seguía sintiendo al caminar. Siguieron avanzando por unos cuantos minutos, hablando de cualquier cosa que se les venía a la mente, pues sabían que no se tendrían que sentir avergonzados con el otro.

Estaban tan tranquilos charlando, disfrutando de aquella armoniosa y bella paz que el amanecer les brindaba. Sin embargo, esa paz se vio interrumpida cuando cierto híbrido de oso se acercó a ellos mientras caminaban, provocando que ambos se detuvieran.

- Rubius, ¿qué tal? - Raúl fue el primero en saludar, y lo hizo con una sonrisa y una notable emoción. Raúl se había dado cuenta que su amistad con el mayor se había mantenido de maravilla, con o sin la memoria, las risas entre ellos no faltaban, y tampoco las bromas. Rubius lo había cuidado ayer, solo Rubius, pues este era el único que no requería de un acompañante para visitar a Raúl, debido a la gran confianza que habían podido conseguir entre ellos.

- ¡Raúl! ¡Macho! ¿Qué tal? ¿Os molesta si me meto a vuestra caminata romántica? - Bromeó Rubius genuinamente, y sin esperar una respuesta de ninguno de los dos chicos presentes, solo se interpuso en medio de ellos, pasando sus brazos por los hombros de ambos con plena confianza.

- Rabis, ¿no tienes mejores cosas que hacer? - Preguntó el castaño con el ceño fruncido y una sonrisa un tanto fingida, qué Rubius, claramente, no captó. El híbrido de oso no era bueno con las señales, era muy malo notando las caras que hablaban por si solas o las indirectas muy directas.

- ¡Ojalá lo tuviera! Pero no, aquí me tenéis, espero no ser una molestia.- Raúl se mantenía sonriente, aunque notaba cierta molestia inusual en el castaño, que no le agradaba del todo, y sintió algo de pena. Tal vez Luzu había estado planeando el día, y Rubius podría ser una distracción no planeada. ¿Debía hacer algo?

Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora