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En la acogedora sala de estar de Raúl, los sonidos de la tarde se filtraban por las ventanas abiertas. Raúl, que se encontraba sentado en el sofá con un gesto preocupado, miraba a Rubius, quien se encontraba reclinado en una silla cercana, jugueteando con su móvil. La mesita frente a ellos estaba cubierta de afiches de la campaña de Luzu, y algunas tazas de cafe que Rubius había estado tomando. Raúl pensaba en que decirle a Rubius, quería hablar de su situación actual, y sabía que su amigo lo apoyaría, pero no sabía cómo hacerlo.

- Rub, no sé qué hacer. - El menor rompió el silencio con un tono de voz preocupado. Al oír eso, el mayor dejó su móvil de lado y prestó toda su atención al más bajo. - Luzu me pidió una cita, ayer en la noche. - Explicó el de cabello moreno, y el híbrido de oso abrió sus ojos como platos, con total sorpresa. - Pero tengo miedo de que si las cosas no van bien, todo se venga abajo, incluida su campaña política. - El menor ya no podía mirar a Rubén, ahora miraba hacia abajo, comenzó a desahogarse. - Tengo miedo de que se entere de lo que pasó hace dos putos años y luego se enfade conmigo. - Algunas lágrimas comenzaron a asomarse por debajo de los ojos miel del menor, y el rubio se preocupó.
- Tengo miedo de que Luzu se vuelva alguien diferente por ser alcalde. - Terminó de desahogarse el menor, y Rubius supo de inmediato que había sido él mismo quien había hecho a Raúl pensar eso último.

- Espera, una cita laboral, ¿no? - Preguntó el mayor confundido, y Raúl confirmó que él y el híbrido de oso compartían las mismas dos neuronas. Cuando Raúl negó con la cabeza, Rubius entendió las cosas, y suspiró pesadamente. - Bueno, no deberías sobre pensar tanto esto, vive el momento y olvídate de lo que podría o no pasar. - Habló Rubén, sorprendiéndose a él mismo por aquella frase filosófica. - No te quedes con el "qué pasaría
si. - El mayor le dedicó una sonrisa amorosa al menor, y el menor asintió.

- Tienes razón, siempre pienso muchísimo las cosas. - El menor le dio la razón, y luego suspiró con pesadez. - Y yo pensando que a lo mejor era una broma y que le gustaba Quackity. - Raúl río burlándose de sí mismo, volviéndose a relajar, apoyando su espalda sobre el respaldo del sofá.
Pero Rubén se quedó en silencio, lo que extrañó al menor.

- Bueno... A Quackity si le gusta Luzu. - Dijo el mayor de un momento a otro, luego de unos segundos, se maldijo por haberlo dicho. Raúl se quedó helado, procesando las palabras de su amigo. Durante unos instantes, no supo qué decir, no pudo hablar, hasta que logró articular una pregunta.

- ¿Estás de coña? - Preguntó el menor con un enfado notable, y Rubius se reía con nervios y sin gracia, ante la mirada fulminante del menor, quien parecía querer asesinar al más alto.
- ¡Sabía que había algo allí! Soy un amigo de mierda.

- Joder, Raúl, no lo eres. Solo se me escapó, pero no te quedes con eso, es estúpido. - Raúl intentó calmarse, pero cuando pasaron unos segundos, frunció el ceño, dándose cuenta de algo.

- ¿Acabas de revelarme un secreto de Quackity como si no fuera nada? ¿Como se que no revelas los míos? - El menor se veía aún más molesto, y se levantó del sofá, acercándose a Rubén mientras la llama de su cabello se encendía aún más. El rubio se levantó rápidamente de su silla, alzando las manos en un gesto defensivo.

- Raúl, espera, no es lo que parece. - Dijo el mayor con voz apaciguadora, por primera vez sintiendo miedo de lo que podria o no hacer el menor. - Lo siento, de verdad, no debería haber dicho nada. - Se defendió con miedo, pero Raúl se sentía traicionado por cierta parte. El menor, aún enfadado, se detuvo a unos pasos de Rubén, su mirada fija en el más alto.

- ¿Cómo esperas que confíe en ti después de esto? ¿Qué otras cosas has revelado de mí?

- Raúl, no he revelado nada de ti. Te lo prometo. - Insistió Rubén, su voz firme pero llena de arrepentimiento. - Solo se me escapó lo de Quackity, porque estaba tratando de ayudarte a entender la situación. No quise traicionar su confianza ni la tuya. - Rubius hablaba con rapidez y nervios, él no había pensado antes de hablar, y entendía el enojo del menor. Raúl solo suspiró hondo, tratando de calmarse. Sabía que Rubén era su amigo y que, en el fondo, solo quería ayudar, pero la revelación y la manera en la que fue hecha lo habían sorprendido y herido.

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