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Habían pasado unos pocos días desde aquel primer beso entre el castaño y su mano derecha en la alcaldía, su fiel amigo y compañero. Aquel beso había sido algo inesperado para ambos, era algo nuevo, y no estaban tan seguros de cómo actuar al respecto, porque podían haber muchas consecuencias si decidían seguir. Luzu estaba tranquilo con la situación, pero preocupado por la reacción del menor. Raúl, por su parte, solo tenía miedo de que aquello afectara al mayor o a su campaña política de cierta manera, pero luego de hablarlo, ambos pudieron estar tranquilos. Habían hablado las cosas con claridad, y discutido las consecuencias que podrían o no haber. Sin embargo, los dos jóvenes no quisieron detenerse en solo un beso, después de todo, ambos lo habían disfrutado. ¿Porque no seguir?

Era de noche, y ambos jóvenes se encontraban en el hogar del mayor de los dos, solo pasando el rato en el sofá. Se besaban con dulzura, era un beso cálido y lento. El menor estaba sentado sobre el regazo del mayor, disfrutando de aquel gesto. El castaño, por su parte, tenía sus manos sobre la espalda del más bajo, acariciando la con cuidado y cariño. Habían estado en aquella posición por algunos minutos, solo disfrutando de la acción y olvidándose del resto. Besarse se había vuelto una costumbre para ambos, siempre que se veían, tenían que hacerlo. Cuando el beso terminó, los dos héroes se separaron, mirándose con desesperación. No pasó mucho tiempo, y Raúl volvió a abalanzarse sobre el mayor, en busca de otro beso. El mayor, sin embargo, logró detener al mejor con su mano.

- Estas abusando. - Dijo el mayor con una sonrisa coqueta, esa sonrisa que derretía al menor de inmediato. El menor suspiró molesto, y se alejó lentamente del mayor, quien al ver aquello, tomó las mejillas del menor y volvió a besarlo con dulzura, claramente estaba bromeando. Al separarse nuevamente de aquel hermoso beso, fue Raúl quien evitó que el castaño buscara otro más.

- Ahora tu abusas. - Se burló con una sonrisa victoriosa el de cabello moreno, y el castaño suspiró, lo habían atrapado. - Cocíname algo, Lu. - Pidió el menor de inmediato, y el mayor lo miró con el ceño fruncido y una sonrisa sorprendida en su rostro. La confianza de Raúl hacia el mayor claramente había aumentado, y era algo difícil acostumbrarse a eso.

- Bien, quítate de arriba. - Pidió el mayor con gentileza y con un tono amable, pero el menor negó con la cabeza, estaba cómodo.

- No, cárgame.

- No puedo cargarte mientras cocino. - Respondió el mayor con un tono de obviedad, aún acariciando la espalda del menor lentamente. Auron comenzó a hacer un leve capricho, no quería quitarse de allí, le gustaba tener a Luzu tan cerca. Un beso del mayor fue lo que lo calmó, Luzu lo besó con dulzura, pidiéndole de cierta manera que se quitara de encima, y Raúl obtuvo el mensaje. Al separarse del beso, se miraron con pasión, para luego alejarse. - Bien, te cocinaré algo. - El castaño se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, buscando ingredientes para poder hacer la receta que quería.

- ¿Qué harás? - Preguntó el menor intrigado por lo que el chico planeaba hacer, levantándose del sofá rápidamente y dirigiéndose a la cocina junto a Luzu, mirándolo con curiosidad.

- Tostadas francesas. ¿Te gustan? - El castaño se volteó para poder plantarle un beso en la cabeza al menor, y este sonrió feliz. Las tostadas francesas eran algo más que nada de merienda o desayuno, y aunque fuera de noche, eso no los detuvo. Ya habían cenado hace un rato, y Raúl solía ser alguien de un paladar dulce.
Seguido a eso, Luzu volvió a voltearse para comenzar a cocinar, y Raúl abrazaba la cintura del mayor por detrás con cariño. El castaño estuvo un rato haciendo las tostadas mientras el menor detrás suyo, pegado como una garrapata a su espalda, lo seguía y abrazaba con fuerza, negándose a soltarlo. Luzu se tomaba su tiempo, para así asegurarse de que la receta saliera bien y que a Raúl le gustara. - ¿Te gustan con frutas arriba? - Dijo el mayor mientras mezclaba la mezcla.

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