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Raúl se despertó con los primeros rayos de sol filtrándose a través de la gran ventana de su habitación, seguía sin tener cortinas. El suave susurro del viento y el canto de los pájaros lo saludaron mientras se desperezaba, Raúl quería intentar tener un día productivo esta vez, aquel niño ayer había logrado hacerlo pensar. Se sentó en el borde de la cama, observando por un momento el paisaje que se extendía más allá de su ventana.
Con una sonrisa se levantó y se dirigió al baño, donde el agua fría de la ducha despejó los últimos rastros de sueño de su mente.

Cuando su ducha terminó, se decidió por vestirse con algo más aceptable para un héroe, en vez de con ropa vieja y sucia, hoy se vestiría como un héroe digno de proteger su pueblo. Buscó en su clóset, y pudo darse cuenta que no contaba con mucha ropa que no fuera ropa que parecía de vagabundo. Más al fondo de su clóset, encontró un poco de ropa que parecía mejor. Para la parte de arriba, Raúl se decidió por una camiseta negra  con un cuello, era una camiseta muy ajustada, no solía utilizar cosas que marcaban su cuerpo de tal forma pero había conocido héroes que si. Sus pantalones fueron más simples, unos simples cargos, negros también. Decidió utilizar guantes negros sin dedos, que lo hacían ver genial, y por último, unas botas resistentes.

Raúl preparó su desayuno con un poco de música de fondo, no solía cocinar, pero hoy estaba haciendo demasiadas cosas que no solía hacer, así que, ¿porque parar? Los huevos revueltos desprendían un olor maravilloso, que solo le hacía agua a la boca al héroe. Su timbre sonó, y una sonrisa se esbozó sobre su rostro, no podía esperar a ver la reacción de Akira a su nueva persona. Se acercó a la puerta con felicidad, y al abrirla, Akira no dijo nada.
Un silencio se hizo presente, nadie habló, Akira mantenía una expresión fría sobre su rostro, y Raúl la miraba dudoso. El menor le hizo una seña a la rubia de sus ropas, y luego señaló su pelo recién lavado y la cocina detrás de él, pero Akira aún no decía nada.

- ¿No estás viendo toda la mierda que me he montado? ¿No es esto lo que querías? - Preguntó con cierto enojo el pelinegro, no quería que su esfuerzo sea menospreciado.

- Raúl, bañarte y cocinarte unos huevos no te hace un héroe, lo sabes, ¿verdad? - Preguntó la rubia con obviedad, y Raúl no parecía entender la diferencia. La rubia rodó los ojos con frustración, estaba claro que Raúl no sabía la diferencia entre ser un héroe y bañarse. La de ojos amatistas se sostuvo el puente de su nariz con dos de sus dedos, intentando meditar lo que iba a decir. - Si en verdad quieres ser un héroe, lo demostraras hoy. - Agregó finalmente, mirándolo de manera amenazante y con sus brazos cruzados.

- Joder, vete a la mierda. - Bufó Raúl con cansancio, pero era verdad, tenía que reconocer que bañarse, cocinar y vestirse no era algo que lo convirtiera en héroe, eso solo lo convertía en una persona común y corriente como todas, algo que él no era. Cuando sintió un olor a quemado, el joven se arrepintió inmediatamente de haber decidido que ese día todo cambiaría.

- Tus hue-

- Ya lo sé, Akira. - Habló enfadado el menor, dirigiéndose a pasos fuertes hacia la sartén donde sus huevos ahora negros lo esperaban. No dudó ni un segundo en tomar la sartén y tirar aquellos huevos a la basura, enfadado por el desperdicio y por el fallo en su cocina. Aun así, hasta los mejores se equivocan, eso pensó Raúl para calmarse, pero él no estaba ni cerca de ser el mejor, y esos huevos negros se lo demostraban. - Olvidemos esta mierda y vamos, porfavor. - Pidió el joven mientras miraba de reojo a Akira, quien asintió con su rostro lleno de frialdad y comenzó a caminar hacia el pueblo. - ¡Pero eh! ¡Espérame! -
Raúl salió corriendo de su hogar, siguiendo a la rubia con prisa.

Al salir de su casa, el aire fresco de la mañana envolvió a Raúl. Él y Akira caminaron hacia el pueblo en silencio, y mientras más se adentraban al pueblo, mas gente se acercaba y los saludaba. Akira comenzó a revisar una lista que sacó de su bolso, la cual mostraba todas sus tareas de hoy, y Raúl miraba aquella lista de reojo. El más alto se sorprendió y arqueó una ceja al ver una de las tareas.

Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora