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Las elecciones en el pueblo de Karmaland estaban a muy pocas semanas de comenzar, la atmósfera en el pueblo estaba cargada de emoción y expectativa, los pueblerinos no tuvieron un alcalde por un largo tiempo, y ahora las cosas estaban por cambiar. Ya se sabían quienes eran los candidatos principales a las elecciones, Luzu, Quackity, y un cerdo. El pueblo había tenido la oportunidad de interactuar con los dos candidatos, pero claro, cada pueblerino tenía sus preferencias. Los dos alcaldes tenían propuestas diferentes, y estaban listos para hacer de Karmaland un pueblo mejor.
Cada tanto, los candidatos a la alcaldía daban alguna charla frente al pueblo, mostrando sus ideologías y criticas. Lo que llevó al pueblo a separarse entre los admiradores de Luzu y los de Quackity. Los héroes también tenían sus preferencias, a pesar de que algunos estuvieran menos interesados en la política que otros, estaba claro que votarían al más cercano a ellos.

Un joven de cabello moreno caminaba por el pueblo, viendo como el lugar estaba comenzando a tener aquella atmósfera que se siente antes de las elecciones, de tensión y emoción. Los afiches por todas partes, con los rostros felices de Luzu o Quackity, cubrían unas cuantas paredes. El joven recordó como una vez, él era el único héroe del pueblo, el único admirado ante todos, y ahora todo parecía cambiar. No le molestaba demasiado, pero el ver al pueblo separarse por sus ideologías no era algo tan agradable, él había visto a cada ciudadano ser servicial y amable con todos, y que eso cambiara solo por preferencias en la alcaldía era algo nuevo y no muy bueno.

Raúl caminaba junto con Fargan y Staxx, quienes por alguna razón, aparecieron en su casa aquella mañana, invitándolo a pasar tiempo juntos. Como el más bajo estaba teniendo algunos pensamientos bizarros pasando por su cabeza últimamente, decidió que divertirse un rato con aquellos chicos podría mejorarle el día.
Y ahora caminaban juntos por el pueblo, el menor se mantenía callado, pero oía a sus dos amigos hablar sobre las elecciones; tema que el de ojos miel había estado intentando evitar.

- Es increíble como el pueblo está tan dividido. - Comentó Fargan con su ceño fruncido, mientras miraba un afiche de Quackity. - Antes de que anunciaran las elecciones todos eran amigos.

- Es normal en tiempos de elecciones. - Habló el más alto de los tres, y Fargan asintió, de acuerdo con el mayor. Staxx no era alguien muy aficionado en la política, ese mundo le parecía bastante extraño y falso. La gente mentía, y una vez llegaban al poder, cambiaban por completo su forma de ser, y no cumplían aquellas promesas que alguna vez prometieron, ya que nadie podía sacarlos del poder.
Raúl asintió en silencio, sus pensamientos vagando mientras observaba las caras familiares de los pueblerinos, recordando como era todo antes de que las elecciones salieran a la luz.
Los tres chicos llegaron al mercado, los vendedores trataban de aprovechar la concurrencia para atraer más clientes, y las conversaciones sobre los candidatos estaban por todas partes.

- No entiendes nada, Mia, Quackity es el mejor de los candidatos. - Decía una mujer de un hermoso cabello castaño y lindas decoraciones de mariposas en su cabello.La chica parada frente a ella se veía enfadada, cruzada de brazos y su ceño fruncido.

- ¡Luzu se lo toma más en serio! - Contestó la mujer, mirando a su amiga con la mirada fulminante. - Además, tiene mejores ideas que el pato ese. - Explicó la muchacha rubia, y su amiga parecía estar a punto de matarla.
Los tres héroes, al escuchar esa conversación, se sorprendieron. Fargan comenzó a reír, no entendía porque la gente se lo tomaba tan en serio, Staxx solo odiaba esa situación, y Raúl, con el ceño fruncido, parecía querer marcharse.
Fargan parecía querer añadir algo, para aumentar la tensión entre ambas mujeres, pero su brazo fue jalado por Raúl, quien no parecía feliz con la situación. Staxx los siguió, agradecido por la acción del menor.

- No vale la pena meterse en estas discusiones, la política siempre saca lo peor de la gente. - Refunfuñó el menor mientras llevaba a Fargan, Raúl se veía claramente molesto con la situación.

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