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Los días en casa pasaron rápidamente para Sunoo y Rose. Juntos vieron películas, cocinaron y compartieron momentos que, aunque simples, eran un refugio del tormento que Sunoo enfrentaba en la escuela. A pesar de intentar mantener una apariencia normal, Sunoo se aseguraba de usar siempre mascarillas, mangas largas y cuello alto para ocultar las marcas de los moretones en su cuerpo. No quería preocupar a su hermana mayor con la verdad de lo que realmente estaba pasando, y tampoco se sentía listo para enfrentar esa conversación.

Rose, por su parte, observaba con preocupación las marcas que Sunoo intentaba ocultar. Sabía que Nunu le diría lo que estaba pasando cuando estuviera listo, y mientras tanto, no quería presionarlo ni hacerle preguntas incómodas. En cambio, simplemente estaba allí para él, ofreciéndole su apoyo silencioso y dejándole espacio para lidiar con sus emociones como necesitara.

Una tarde, después de ver una película especialmente triste que sacó a flote emociones enterradas, Sunoo no pudo contener más su dolor y frustración. Se derrumbó en brazos de Rose, sintiéndose vulnerable y desgarrado por dentro. Sus lágrimas mojaron la camiseta de Rose mientras ella lo sostenía con ternura, como si fuera un niño necesitado de consuelo.

—Lo siento, Roo... Lo siento mucho —murmuró Sunoo entre sollozos, sin poder explicar con palabras todo lo que estaba sintiendo.

Rose acarició suavemente su cabello y lo abrazó con más fuerza, transmitiéndole amor y apoyo sin necesidad de palabras.

—No tienes que disculparte, Nunu. Estoy aquí para ti. Siempre —respondió Rose con voz calmada y reconfortante.

Sunoo se aferró a ella, encontrando un pequeño alivio en su presencia tranquilizadora. Durante esos momentos difíciles, el amor y la conexión entre ellos se fortalecieron, convirtiéndose en un ancla en medio de la tormenta que Sunoo enfrentaba en la escuela.

Después de un rato, cuando las lágrimas se calmaron y Sunoo se sintió un poco más calmado, se apartó lentamente de Rose. La miró con gratitud y una profunda tristeza en sus ojos, pero también con una determinación silenciosa.

—Gracias, Roo... Gracias por estar aquí —susurró Sunoo, intentando expresar con palabras lo que significaba para él tener a Rose a su lado.

Rose le sonrió con ternura y le acarició la mejilla suavemente.

—Siempre estaré aquí, Nunu. Cuando estés listo para hablar, yo estaré lista para escucharte.

Sunoo asintió, sintiendo un peso en su pecho pero también un leve rayo de esperanza. Sabía que eventualmente tendría que enfrentar la realidad de lo que estaba pasando en la escuela, pero por ahora, tenía este pequeño refugio en casa donde podía encontrar consuelo y apoyo en los brazos amorosos de su hermana.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora