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El día siguiente llegó con una mezcla de esperanza y ansiedad para Sunoo. Mientras se preparaba para ir a la escuela, su mente no podía evitar volver al encuentro de ayer con Heeseung. Por primera vez en mucho tiempo, había sentido algo que se asemejaba a la ternura en los actos del mayor. La forma en que Heeseung lo había besado y tocado había sido, aunque breve, extrañamente dulce.

Sunoo llegó a la escuela con una sensación de anticipación en el pecho. Quería creer que las cosas podían ser diferentes, que Heeseung podía ser más que la figura dominante y manipuladora que siempre había sido. Pero, en el fondo, sabía que esas esperanzas eran frágiles.

Cuando lo vio en el pasillo, su corazón dio un vuelco. Heeseung estaba apoyado contra una de las taquillas, conversando y riendo con Jaemin y Jungkook. Al verlo, Heeseung alzó la vista y esbozó una sonrisa que hizo que Sunoo sintiera una mezcla de alivio y nerviosismo.

—Sunoo, ven aquí —llamó Heeseung, su tono casual.

Sunoo se acercó, tratando de mantener la calma. Al llegar a su lado, Heeseung lo tomó por la cintura y lo atrajo hacia sí, plantándole un beso rápido en los labios. Aunque fue un gesto breve, Sunoo sintió una chispa de esperanza.

—Estás de buen humor hoy —comentó Sunoo, intentando mantener la conversación ligera.

Heeseung lo miró con una sonrisa que no alcanzó sus ojos.

—Supongo que sí. ¿Preparado para la clase?

Sunoo asintió, aunque no pudo evitar notar el cambio en la actitud de Heeseung. Algo en su tono parecía más distante, más calculador. Aun así, Sunoo decidió no pensar demasiado en ello. Estaba dispuesto a aferrarse a cualquier señal de afecto que Heeseung pudiera darle.

El día transcurrió con normalidad hasta la última clase. Sunoo estaba sentado en su pupitre, tratando de concentrarse en la lección, pero su mente seguía volviendo a Heeseung. De repente, sintió una mano en su hombro. Miró hacia arriba y vio a Heeseung, su expresión seria.

—Ven conmigo —dijo Heeseung, su tono dejando claro que no aceptaría un no por respuesta.

Sunoo lo siguió fuera del aula, su corazón latiendo con fuerza. Se dirigieron a un rincón apartado del edificio escolar, donde nadie podía verlos. Heeseung se volvió hacia él, sus ojos oscuros y llenos de una intensidad que hizo que Sunoo se sintiera vulnerable.

—Heeseung, sobre ayer... —comenzó Sunoo, pero Heeseung lo interrumpió.

—No hablemos de eso —dijo Heeseung, su voz fría—. Lo de ayer fue... un momento de debilidad. No esperes que se repita.

Sunoo sintió un nudo formarse en su garganta. Quería protestar, decirle a Heeseung cómo se sentía, pero las palabras se quedaron atrapadas. En cambio, solo asintió, aceptando la cruel realidad de su situación.

Heeseung lo empujó suavemente contra la pared, inclinándose hacia él. Su beso fue duro y exigente, sin rastro de la dulzura del día anterior. Sunoo se rindió al momento, sus brazos envolviendo a Heeseung con desesperación. Sentía que cualquier contacto, incluso este, era mejor que nada.

Cuando Heeseung finalmente se apartó, Sunoo estaba jadeando, sus labios hinchados y rojos. Heeseung lo miró con una mezcla de satisfacción y algo que Sunoo no pudo identificar.

—Nos vemos después, Sunoo —dijo Heeseung, dándole una última mirada antes de alejarse.

Sunoo se quedó apoyado contra la pared, tratando de recuperar la compostura. Sabía que estaba atrapado en un ciclo tóxico, pero la presencia de Heeseung era lo único que parecía darle un propósito, aunque fuera temporal y destructivo. Se sentía vacío y desesperado, pero al mismo tiempo, no podía evitar añorar esos breves momentos de afecto, por muy distorsionados que fueran.

Sunoo sabía que tenía que ser fuerte, pero cada día que pasaba con Heeseung lo debilitaba más. Y aunque en el fondo sabía que esto no podía durar, por ahora, se conformaba con lo poco que Heeseung le daba, por doloroso y confuso que fuera.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora