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El día siguiente fue un torbellino de emociones contenidas para Sunoo. Aunque había experimentado un breve destello de resistencia frente a Heeseung, su mente y cuerpo seguían siendo cautivos de la atracción y manipulación del mayor. Al llegar a la escuela, encontró a Heeseung actuando de manera inusual, una mezcla de pasividad y agresión velada que desconcertaba a Sunoo.

Heeseung lo recibió con una sonrisa fría y una mirada que parecía leer cada pensamiento de Sunoo. Durante toda la mañana, sus interacciones fueron marcadas por comentarios sutiles pero punzantes, gestos que insinuaban dominio y un control subyacente que perturbaba a Sunoo en lo más profundo. Sin embargo, a pesar de la confusión y el malestar que le causaban las acciones de Heeseung, Sunoo no pudo evitar sentirse atraído por la atención del mayor, alimentando la ilusión de que tal vez podía influir en él de alguna manera.

Durante el receso, Heeseung se acercó a Sunoo en un rincón del patio, donde podían estar relativamente solos.

—¿Sabes, Sunoo? —comenzó Heeseung, su tono calmado pero con un toque de ironía—. A veces me pregunto si realmente entiendes lo que está pasando aquí.

Sunoo frunció el ceño, sintiendo una mezcla de molestia y curiosidad. No sabía a dónde iba Heeseung con su comentario, pero estaba decidido a no dejarse manipular tan fácilmente esta vez.

—¿A qué te refieres? —preguntó Sunoo, su voz más firme de lo habitual.

Heeseung se acercó más, reduciendo la distancia entre ellos hasta que Sunoo pudo sentir su aliento cálido contra su rostro.

—Es solo que me resulta fascinante cómo te aferras a mí, incluso cuando te trato como si fueras insignificante —dijo Heeseung, sus palabras cargadas de condescendencia.

Sunoo se sintió herido por dentro, pero también sintió una extraña excitación ante la crueldad velada de Heeseung. Era como si cada comentario despectivo lo empujara más hacia la dependencia emocional que había desarrollado hacia él.

—No tienes que ser tan... —Sunoo titubeó, buscando la palabra adecuada—. Cruel.

Heeseung sonrió con suficiencia, como si hubiera ganado un juego secreto que solo él entendía.

—¿Cruel? No, Sunoo. Solo soy honesto contigo. Alguien tiene que enseñarte cómo funcionan las cosas en el mundo real —respondió, su voz suave pero llena de autoridad.

Sunoo sintió cómo su resistencia se debilitaba una vez más. Había momentos en los que deseaba desesperadamente escapar de la influencia de Heeseung, pero la falta de apoyo emocional y la dependencia que sentía hacia él lo mantenían atrapado en un ciclo destructivo.

—¿Por qué actúas así conmigo? —preguntó Sunoo, su voz más baja de lo normal, casi un susurro.

Heeseung se acercó aún más, su expresión cambiando a una que Sunoo no podía descifrar completamente. Podía ver el brillo de la manipulación en sus ojos, pero también había algo más, algo que rozaba el deseo oculto bajo capas de control y juego.

—Porque me gusta verte rendido a mis pies, Sunoo —respondió Heeseung, su tono confesional pero mezclado con arrogancia—. Eres mi juguete favorito, y disfruto cada momento de tu agonía.

Sunoo tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. Sabía que estaba siendo manipulado, pero la parte más oscura de su ser encontraba placer en la atención de Heeseung, aunque fuera negativa.

Antes de que pudiera decir algo más, Heeseung lo besó con ferocidad, robándole el aliento y cualquier rastro de resistencia que Sunoo había intentado reunir. Fue un beso cargado de dominio y posesión, y Sunoo no pudo evitar corresponder, perdido en el torbellino emocional que Heeseung había creado a su alrededor.

Cuando finalmente se separaron, Sunoo sintió una mezcla de culpa y desesperación. Sabía que estaba enredado en una red tejida por Heeseung, una red que parecía imposible de romper. A pesar de todo, no podía evitar anhelar la cercanía del mayor, aunque fuera a costa de su propia dignidad.

Mientras Heeseung se alejaba con una sonrisa triunfante en los labios, Sunoo se quedó solo en el patio, sintiéndose más perdido y confundido que nunca.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora