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Ese día, Sunoo regresó a casa sintiéndose agotado. Sin embargo, Rose tenía planes para ambos y no aceptaría un no por respuesta. Ella necesitaba comprar algunas cosas y retocarse el rubio en el salón de belleza. Sunoo, sin otra opción, decidió acompañarla. Quizás un poco de tiempo con su hermana mayor le ayudaría a olvidar, aunque sea por un momento, la pesadilla que estaba viviendo.

En el centro comercial, Rose y Sunoo caminaron de tienda en tienda. Compraron ropa, productos de belleza y finalmente se dirigieron al salón de belleza. Rose se sentó para que le retocaran el cabello mientras Sunoo esperaba pacientemente a su lado, fingiendo interés en una revista.

De repente, Sunoo sintió un escalofrío recorrer su espalda. Levantó la vista y allí estaba, Heeseung. Para su horror, Heeseung parecía estar acompañado del director de la escuela, pero el director iba unos pasos adelante, dejando a Heeseung rezagado. Heeseung sonrió al verlo y, sin perder tiempo, se acercó a Sunoo.

—Sunoo, qué sorpresa verte aquí —dijo Heeseung con una sonrisa siniestra mientras tomaba a Sunoo por las muñecas.

—Heeseung, no ahora... estoy con Rose —respondió Sunoo con los ojos llenos de preocupación, intentando zafarse de su agarre.

Pero Heeseung no tenía intención de detenerse. Ignorando la resistencia de Sunoo, lo jaló hacia un baño cercano. A pesar de los intentos de Sunoo por liberarse, nadie en el centro comercial intervino para ayudarlo.

Dentro del baño, Heeseung empujó a Sunoo contra la pared, sosteniéndolo firmemente. Con una rapidez aterradora, comenzó a besar y morder su cuello, dejando nuevas marcas sobre las ya existentes. Sunoo trató de luchar, pero su cuerpo delgado y débil no tenía la fuerza para resistir. Las costillas se le marcaban bajo la piel, un testimonio silencioso del estrés y el abuso que estaba sufriendo.

—Por favor, Heeseung, no... —imploró Sunoo con la voz quebrada, pero sus súplicas cayeron en oídos sordos.

Heeseung lo volteó bruscamente, bajándole los pantalones y ropa interior. Sunoo cerró los ojos, lágrimas de impotencia corriendo por sus mejillas. Heeseung lo penetró con fuerza, arrancando un grito ahogado de Sunoo. El dolor inicial se mezclaba con una sensación de humillación y, para su horror, una parte de su cuerpo respondía al acto.

—Mírate, Sunoo. Eres tan fácil —dijo Heeseung, su voz cargada de burla, aunque esta vez no usó los apodos denigrantes de siempre.

Sunoo, derrotado, se aferró a la pared mientras Heeseung aumentaba el ritmo de sus embestidas. Contra su voluntad, su cuerpo comenzó a moverse en respuesta, sus gemidos llenando el pequeño espacio del baño. La vergüenza y la repulsión lo invadían, pero no podía evitar la reacción física.

—Sí, así, muévete para mí —susurró Heeseung al oído de Sunoo, su voz llena de satisfacción perversa.

El abuso continuó hasta que Heeseung finalmente terminó, derramándose dentro de Sunoo. Sunoo se quedó allí, temblando, su cuerpo y mente destrozados. Heeseung se apartó, dejando a Sunoo manchado y humillado.

—Nos vemos en la escuela, Sunoo —dijo Heeseung con una sonrisa antes de salir del baño, dejándolo solo y destrozado.

Sunoo se quedó en el baño, tratando de recomponerse. Su mente era un torbellino de emociones contradictorias. Sabía que debía regresar con Rose, pero no estaba seguro de cómo enfrentarse a ella después de lo que había sucedido. Finalmente, con mucho esfuerzo, se arregló la ropa y salió del baño, sintiéndose más vulnerable que nunca.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora