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A la mañana siguiente, Chanhee y Jungwon pasaron por Sunoo como de costumbre. Sin embargo, había algo extraño en el aire. Sunoo notó que Heeseung, Jungkook y su grupo ni siquiera lo miraron al entrar al instituto. Era una sensación extraña, una mezcla de alivio y ansiedad. Los días anteriores habían sido un infierno constante, y esta aparente indiferencia era desconcertante.

El día transcurrió con normalidad, aunque Sunoo no podía sacudirse la sensación de que algo estaba mal. Cuando la campana de la última clase sonó, se apresuró a salir, con la esperanza de evitar cualquier confrontación. Sin embargo, al llegar a la salida, vio algo que le rompió el corazón.

Allí, en un rincón del patio, estaban Heeseung, Jungkook y su grupo, rodeando a un chico de primer grado llamado Yujin. El chico estaba siendo humillado y golpeado, de la misma manera que lo habían hecho con Sunoo tantas veces. Sunoo sintió un nudo en el estómago al ver la escena. Sabía lo que Yujin estaba pasando, la desesperación y el miedo que debía sentir.

Por un momento, consideró intervenir, pero el recuerdo del dolor y la humillación que él mismo había sufrido lo detuvo. No quería arriesgarse a pasar por eso otra vez. Con el corazón apesadumbrado y los ojos llenos de lágrimas contenidas, decidió ignorar la situación y seguir su camino hacia casa.

Mientras caminaba, se sentía como un cobarde, pero la verdad era que estaba agotado. No tenía la fuerza para enfrentarse a sus agresores nuevamente. Sabía que ese día nadie lo seguiría, y aunque eso le daba una paz momentánea, también lo llenaba de culpa por no haber ayudado a Yujin.

Al llegar a casa, se encontró con Rose, quien lo recibió con una sonrisa. Sin embargo, Sunoo no pudo devolverle la misma alegría. Su mente estaba en el patio del instituto, con Yujin y sus propios recuerdos dolorosos. Se fue directamente a su habitación, cerrando la puerta tras de sí y dejándose caer en la cama.

Se quedó allí, mirando al techo, sintiendo un torbellino de emociones. Sabía que no podía seguir así para siempre, pero no sabía cómo encontrar el valor para cambiar las cosas. En ese momento, la vida le parecía una serie interminable de días grises y dolorosos. Sin embargo, había una pequeña chispa de esperanza en su corazón, una esperanza de que algún día las cosas mejorarían, de que algún día podría encontrar la paz que tanto anhelaba.

Al menos por esa noche, Sunoo permitió que las lágrimas fluyeran libremente, permitiéndose sentir la tristeza y la culpa. Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y arduo, pero estaba decidido a seguir adelante, un día a la vez. Y con ese pensamiento, se quedó dormido, esperando que el mañana trajera consigo una nueva oportunidad para encontrar la felicidad.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora