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Cuando Sunoo llegó a casa, apenas podía contener la mezcla de dolor, miedo y rabia que lo consumía. Entró a la casa y, sin perder tiempo, buscó a Rose, encontrándola en la sala.

—¡Rose! —gritó, su voz cargada de una ira que ella no había visto antes en él.

Rose se levantó rápidamente, alarmada por el tono de su hermano.

—¿Qué pasa, Nunu? —preguntó, preocupada.

—¡¿Qué pasa?! —repitió Sunoo, su voz temblando mientras las lágrimas corrían por sus mejillas—. ¡Tú fuiste a hablar con el director, ¿verdad?! ¡Pensaste que podías arreglarlo todo, pero solo lo empeoraste!

Rose retrocedió un paso, sorprendida por la intensidad de la reacción de Sunoo.

—Nunu, solo quería ayudarte. No sabía que...

—¡No sabías nada! —la interrumpió Sunoo, berreando de la ira—. ¡Ahora ellos saben que tú fuiste a hablar con su padre y me amenazaron! ¡Me golpearon, Rose! ¡Me dijeron que te harían daño si no me callaba!

Rose se quedó helada, su corazón latiendo con fuerza por la culpa y el miedo.

—Nunu, lo siento tanto... —empezó a decir, su voz llena de tristeza.

—¡No! —gritó Sunoo, su voz quebrándose—. ¡Yo puedo resolver esto, no necesito que te metas!

Sunoo se dio la vuelta y corrió hacia su habitación, cerrando la puerta con un portazo. Se dejó caer en la cama, sollozando incontrolablemente, sintiendo que el peso del mundo estaba aplastándolo. No quería que Rose viera sus lágrimas ni su debilidad. Quería protegerla, pero ahora sentía que todo estaba fuera de control.

Rose se quedó en la sala, sintiéndose impotente y llena de dolor. Sabía que Sunoo estaba pasando por algo terrible, pero no sabía cómo ayudarlo sin empeorar las cosas. Se sentó en el sofá, con el rostro entre las manos, sintiendo las lágrimas arder en sus ojos. No podía soportar ver a su hermano sufrir así y no poder hacer nada para aliviar su dolor.

En su habitación, Sunoo continuaba llorando, abrazando una almohada como si pudiera absorber todo su dolor. Su mente estaba llena de imágenes de lo que había pasado en el callejón, de las amenazas y la violencia. Se sentía atrapado en un ciclo sin fin de miedo y dolor, sin ver una salida.

Después de un rato, el agotamiento emocional lo venció y se quedó dormido, sus lágrimas todavía húmedas en sus mejillas. Rose, por su parte, se quedó despierta, su mente corriendo con pensamientos de preocupación y culpa. Sabía que tenían que encontrar una solución, pero en ese momento, solo podía esperar que el próximo día trajera un poco de paz para su hermano.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora