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La mañana siguiente llegó demasiado rápido para Sunoo. No había dormido bien, atormentado por los recuerdos de los días anteriores. Sin embargo, sabía que no tenía otra opción más que asistir a clase. No había lugar para esconderse, ni manera de evitar lo inevitable.

Se levantó lentamente, su cuerpo aún dolorido y su mente exhausta. Miró su reflejo en el espejo y vio las marcas en su cuello, testigos mudos de su tormento. Esta vez, ni siquiera se molestó en cubrirlas. Estaba cansado de fingir, cansado de intentar ocultar lo que le estaba pasando.

Con el uniforme escolar y sin maquillaje para disimular los moretones, Sunoo salió de su casa, dirigiéndose al instituto con pasos pesados. Al llegar, encontró a Chanhee y Jungwon en la entrada. Ambos amigos lo abrazaron al verlo, preocupados por su estado.

—Sunoo, ¿qué te ha pasado? —preguntó Jungwon, su voz llena de angustia.

Sunoo les ofreció una sonrisa cansada, intentando no preocuparlos más de lo necesario.

—Estoy bien, solo... solo estoy cansado —respondió, sin querer dar más detalles.

A lo lejos, Heeseung, Jungkook, Jaemin y Jaehyun los observaban. Las sonrisas ladinas en sus rostros eran inconfundibles, una burla silenciosa a su sufrimiento. Sunoo sintió un nudo en el estómago al verlos, pero intentó ignorarlos y centrarse en sus amigos.

El día transcurrió con lentitud. Sunoo intentó concentrarse en sus clases, pero la ansiedad no lo dejaba en paz. Cada minuto se sentía como una hora, y el miedo a lo que podría suceder a la salida lo mantenía en un estado constante de alerta.

Cuando las clases finalmente terminaron, Sunoo pensó que había logrado librarse de sus agresores. Caminaba rápidamente hacia la salida, esperando llegar a casa antes de que pudieran interceptarlo. Pero sus esperanzas se desvanecieron cuando Heeseung y Jungkook, acompañados por Jaemin y Jaehyun, lo arrastraron hacia un aula vacía.

—¿Pensaste que podrías escapar, Sunoo? —dijo Jungkook con una sonrisa cruel mientras lo empujaba contra la pared.

—Por favor, déjenme en paz —suplicó Sunoo, su voz temblando.

—No tan rápido —dijo Heeseung, acercándose y agarrándolo por la mandíbula—. Tenemos asuntos pendientes.

Jaemin y Jaehyun se colocaron a los lados, observando con miradas frías. Jungkook comenzó a golpearlo, asegurándose de no tocar su cara para no dejar marcas visibles. Sunoo intentó resistir, pero era inútil. Sus fuerzas se desvanecían rápidamente.

—Vamos, Sunoo. Haz lo que te decimos y esto terminará más rápido —dijo Jungkook, obligándolo a arrodillarse.

Sunoo cerró los ojos, intentando desconectarse de la realidad. Jungkook desabrochó sus pantalones y forzó la cabeza de Sunoo hacia su entrepierna. Con lágrimas en los ojos, Sunoo no tuvo más opción que obedecer, realizando un acto que lo llenaba de repulsión y vergüenza. Jungkook se burlaba de él, haciendo comentarios degradantes mientras Sunoo intentaba contener las náuseas.

—Hazlo bien, princesa —se burló Jungkook, disfrutando de su humillación.

Después de lo que pareció una eternidad, Jungkook se apartó, y Heeseung tomó su lugar. Lo empujó contra la pared, sus manos recorriendo su cuerpo con una mezcla de violencia y deseo. Sunoo no podía evitar su propia respuesta física, y eso lo aterrorizaba aún más.

—Sabía que lo disfrutarías, Sunoo —susurró Heeseung al oído.

Heeseung lo desnudó parcialmente, bajando sus pantalones y ropa interior. Con una fuerza brutal, lo penetró sin consideración, ignorando los sollozos y gemidos de dolor de Sunoo. Cada embestida era una mezcla de placer y agonía para Sunoo, que se odiaba a sí mismo por sentir algo más que dolor.

Finalmente, Heeseung terminó, retirándose y dejando a Sunoo tirado en el suelo del aula. Por un momento, sus ojos se encontraron, y Sunoo pudo ver una chispa de arrepentimiento en los ojos de Heeseung. Pero antes de que pudiera decir algo, Heeseung recuperó su compostura y adoptó nuevamente su actitud cruel.

—Vamos, chicos, ya hemos terminado aquí —dijo Heeseung, haciendo un gesto a los otros para que lo siguieran.

Sunoo quedó allí, roto y confundido. Reunió las pocas fuerzas que le quedaban y salió del aula, caminando lentamente hacia la casa de Chanhee. Cada paso era un tormento, pero sabía que necesitaba llegar y contarle todo a alguien. No podía seguir soportando esto solo.

Al llegar a la casa de Chanhee, tocó la puerta con manos temblorosas. Chanhee abrió la puerta y su expresión cambió instantáneamente al ver el estado de su amigo.

—Sunoo, ¿qué te ha pasado? —preguntó Chanhee, llevándolo adentro rápidamente.

Sunoo no pudo contener más las lágrimas. Se derrumbó en el sofá de Chanhee, sollozando incontrolablemente. Chanhee se sentó a su lado, pasando un brazo por sus hombros para consolarlo.

—Tranquilo, Sunoo. Estoy aquí. Dime qué ha pasado —le dijo Chanhee suavemente.

Entre sollozos y palabras entrecortadas, Sunoo le contó todo a Chanhee: el acoso, la violencia, y lo que había sucedido en el aula vacía. Chanhee escuchó en silencio, su corazón rompiéndose con cada palabra de su amigo.

—No podemos dejar que esto siga así, Sunoo. Tenemos que hacer algo —dijo Chanhee con determinación.

Sunoo asintió, aunque todavía estaba asustado y confundido. Pero en ese momento, sintió una pequeña chispa de esperanza. Por primera vez, no estaba solo en su lucha. Y con el apoyo de Chanhee, tal vez, solo tal vez, podría encontrar una salida a esta pesadilla.

Chanhee, sin saber qué más hacer, decidió llamar a Jungwon. Sunoo no quería, ya que sabía que Jungwon era muy sensible y temía que se pusieran a llorar todos juntos. Sin embargo, Chanhee insistió y marcó el número. En cuestión de minutos, Jungwon llegó, ansioso y preocupado.

—¿Qué está pasando? —preguntó Jungwon al entrar y ver a Sunoo en ese estado.

Chanhee le contó todo mientras Jungwon observaba a Sunoo llorar. Con lágrimas en los ojos, Jungwon se acercó y lo abrazó, transmitiéndole su apoyo y cariño.

—Sunoo, no estás solo en esto. Vamos a encontrar una manera de salir adelante —dijo Jungwon, su voz temblando por la emoción.

Sunoo, aunque aún dolido y asustado, sintió un alivio al tener a sus amigos a su lado. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero por primera vez en mucho tiempo, tenía una razón para creer que las cosas podrían mejorar. Juntos, encontrarían una manera de enfrentar a sus agresores y recuperar su paz.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora