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El día siguiente, Sunoo llegó a la escuela con una mezcla de nerviosismo y anticipación. La relación con Heeseung era como un torbellino: confusa, intensa y siempre al borde del desastre. Al entrar al edificio, lo vio de inmediato, apoyado contra una pared con la misma arrogancia de siempre.

Heeseung levantó la mirada y esbozó una sonrisa, pero esta vez había algo diferente en su expresión, algo más calculador. Sunoo tragó saliva, sintiendo un nudo formarse en su estómago. Se acercó con cautela, esperando algún tipo de señal de lo que estaba por venir.

—Sunoo —dijo Heeseung, su tono tan casual que casi parecía amable—. Ven conmigo.

Sunoo asintió, dejándose llevar sin decir una palabra. Se dirigieron a su rincón habitual, un aula abandonada donde nadie los molestaría. Una vez dentro, Heeseung cerró la puerta y se volvió hacia Sunoo, sus ojos brillando con una mezcla de intensidad y algo más oscuro.

Sin previo aviso, lo empujó contra la pared y comenzó a besarle el cuello, sus manos recorriendo su cuerpo con una urgencia que Sunoo no pudo resistir. Aunque sentía un conflicto interno, su cuerpo respondió automáticamente, dejándose llevar por el momento.

—Heeseung... —murmuró Sunoo, tratando de encontrar su voz.

Heeseung no respondió, simplemente intensificó sus caricias, moviendo sus manos con una familiaridad que le robaba el aliento a Sunoo. Las prendas de ropa cayeron al suelo una tras otra, y pronto se encontraron desnudos, sus cuerpos entrelazados en una lucha de deseo y desesperación.

El sexo fue intenso y lleno de una pasión desesperada. Heeseung se movía con una mezcla de dominancia y posesividad, mientras Sunoo se aferraba a él como si su vida dependiera de ello. Los gemidos de ambos llenaban el aula, una sinfonía de placer y dolor que resonaba en las paredes vacías.

Al terminar, Heeseung se apartó bruscamente, dejando a Sunoo jadeando y con los ojos llenos de lágrimas no derramadas. Se vistió rápidamente, sin decir una palabra, y luego se volvió hacia Sunoo con una expresión fría.

—No creas que esto significa algo —dijo Heeseung finalmente, su voz cargada de una indiferencia cruel—. Solo eres... conveniente.

Las palabras golpearon a Sunoo con la fuerza de un puñetazo. Quiso gritar, protestar, decirle a Heeseung que significaba más que eso. Pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Heeseung salió del aula sin mirar atrás, dejándolo solo y desnudo en medio del desorden.

Sunoo se vistió lentamente, sintiendo como si el peso del mundo cayera sobre sus hombros. Las palabras de Heeseung resonaban en su cabeza, confundiéndolo y haciéndolo dudar de todo. ¿Realmente no significaba nada para Heeseung? ¿O era esto solo otra táctica de manipulación?

Al llegar a casa, Sunoo se encontró con Rose, quien lo miró con preocupación. Sin decir una palabra, subió las escaleras y se encerró en su cuarto. Se dejó caer en la cama, el dolor y la confusión finalmente rompiendo las barreras que había levantado. Lágrimas silenciosas comenzaron a caer por su rostro mientras se acurrucaba en posición fetal, el dolor emocional superando cualquier dolor físico que hubiera sentido.

Sunoo lloró hasta quedarse dormido, su mente atrapada en un ciclo de desesperación y dependencia. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Heeseung, su sonrisa cruel y sus ojos llenos de una oscuridad que lo aterrorizaba y atraía al mismo tiempo. Estaba atrapado en un ciclo del que no sabía cómo escapar, y cada día que pasaba, sentía que se hundía más y más en un abismo del que no había salida.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora