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Al despertar, Sunoo se sentía completamente destrozado. Su cuerpo estaba cubierto de chupetones en el cuello y moretones en los brazos y piernas. Se miró en el espejo había perdido mucho peso, y las costillas se le notaban de una manera alarmante. La acumulación de estrés y el abuso constante habían cobrado un alto precio en su salud.

A pesar de todo, sabía que debía ir a la escuela. Por suerte, ese día, Jungwon y Chanhee fueron por él, ofreciéndole una pequeña sensación de seguridad. Mientras caminaban hacia el instituto, Sunoo intentaba convencerse de que con sus amigos a su lado, las cosas serían más llevaderas.

Al llegar a la entrada, allí estaban Heeseung y su grupo, como siempre. Sunoo sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero trató de mantenerse firme. Esta vez, al menos, sabía que no habría agresiones físicas, gracias a la presencia de Jungwon y Chanhee. Sin embargo, eso no significaba que estuviera a salvo de las crueles palabras de Heeseung y sus amigos.

—Mira quién llegó, la zorrita del grupo —dijo Heeseung con una sonrisa ladina, mirando a Sunoo con desprecio.

Jungkook se unió a las burlas, riéndose mientras señalaba los chupetones en el cuello de Sunoo—. Parece que alguien tuvo una noche divertida, ¿verdad, Sunoo?

Sunoo bajó la cabeza, sintiendo las miradas de sus amigos sobre él. Chanhee y Jungwon intentaron ignorar a los abusadores, pero era evidente que las palabras de Heeseung y Jungkook afectaban a Sunoo profundamente.

—No les hagas caso, Sunoo —susurró Chanhee, pasando un brazo por los hombros de su amigo para darle apoyo—. Solo quieren provocarte.

—Sí, estamos aquí contigo —añadió Jungwon, mirando a los abusadores con una mezcla de miedo y determinación.

Mientras caminaban hacia sus clases, los insultos y risas de Heeseung y su grupo resonaban en los pasillos. Aunque no había agresiones físicas ese día, las palabras eran igual de dolorosas para Sunoo. Cada comentario hiriente se clavaba en su corazón, recordándole una y otra vez su situación.

Las clases pasaron en un borrón de pensamientos oscuros y miradas furtivas. Sunoo trató de concentrarse en sus estudios, pero su mente seguía volviendo a las burlas y el abuso que sufría diariamente. La presencia de Jungwon y Chanhee era un pequeño consuelo, pero no podía evitar sentir que estaba arrastrándolos a su propio infierno.

Cuando finalmente llegó el recreo, los tres amigos se dirigieron a una esquina tranquila del patio, donde intentaron disfrutar de unos minutos de paz. Sin embargo, el peso de las miradas y los murmullos a su alrededor hacía imposible que Sunoo se relajara.

—Vamos a salir de esto, Sunoo —dijo Jungwon con firmeza, tomando la mano de su amigo—. No dejaremos que te sigan haciendo daño.

—Estamos contigo, pase lo que pase —añadió Chanhee, con los ojos llenos de determinación—. Encontraremos una forma de detenerlos.

Sunoo asintió, agradecido por el apoyo de sus amigos. Aunque las palabras de Heeseung y Jungkook seguían resonando en su mente, la presencia de Chanhee y Jungwon le daba una pequeña chispa de esperanza. Sabía que no podía seguir soportando esto solo, y con la ayuda de sus amigos, tal vez algún día podría encontrar la fuerza para enfrentarse a sus abusadores y reclamar su vida nuevamente.

La jornada continuó, y aunque las burlas persistieron, Sunoo se aferró a la esperanza que sus amigos le ofrecían.

Echoes | HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora