Lluvia

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Pete POV

El amanecer después de mi conversación con Preecha se sintió como despertar de una agotadora pesadilla, había logrado dormir en paz después de varios días sobreviviendo con un par de horas de sueño y no había un peso abrumante en mis hombros, solo una pregunta que daba vueltas en mi cabeza, sabía que debía explicarle a Vegas mis razones para tomarlo con calma, necesitaba que él lo entendiera de verdad y no solo por encima, la encrucijada era el ¿cómo?

¿Cómo podía explicarle algo tan increíble?

No podía cambiar el clima a mi gusto, ni alterar el viento con solo pensarlo, era más complejo que eso y mientras desayunaba a solas en mi balcón, medite mis opciones, el problema de querer mostrarle lo que podía pasar era que tan pronto era consciente de lo que provocaba, el autocontrol buscaba la forma de arreglarlo.

Como la lluvia de la noche pasada, en medio de mi ataque de pánico y las cientos de dudas que se agolpaban en mi mente, una parte de mí más silenciosa y comprometida con sus responsabilidades se aseguraba de proteger Arya, su tierra, su gente, su paz. Todo aquello que debía prevalecer incluso después de mi partida.

Para el tercer pastelillo de la mañana estaba claro que no había una respuesta simple, podía enseñarle libros, relatarle historias, incluso pedirle a Preecha que le hablara sobre los poderes de un consejero, pero Vegas no era un alumno que aprendiera de manera tradicional, podía imaginarlo riéndose de semejante historia, así que en lugar de sentarlo a escuchar o leer, debía mostrarle lo que ocurría cuando estaba cerca de mí, la experiencia era su mejor método de aprendizaje.

Tomé un baño largo, cubriendo mi cuerpo con los jabones recién llegados de Ágama y colocando un par de gotas de perfume sobre mi cuello, con mis guantes reales y una resolución respecto a mi dilema matutino. Apenas puse un pie fuera de la habitación, pude sentir sus feromonas en el pasillo, había pasado por aquí, conociéndolo debió estar esperando a que me reuniera con ellos en el desayuno y cuando no lo hice, encontró una discutible excusa para subir a buscarme.

Suspiré profundamente antes de andar escaleras abajo, no podía hacer lo que quería dentro del palacio, ni en los alrededores de la ciudad, necesitaba un lugar lo suficientemente alejado, pero aún dentro del territorio de Arya, para poder mostrarle lo que ocurriría si no lográbamos ser pacientes. Y sabía perfectamente como llegar hasta ahí.

Ni siquiera fue una sorpresa que su figura apareciera frente a mí antes de siquiera llegar al último escalón, una sonrisa que pretendía ser educada se instó en sus labios, ladina e incorrecta, la bestia seguía debajo de su disfraz de príncipe, extendió el brazo tendiéndome la mano para ayudarme a terminar de bajar y aun cuando quedaban un par de pasos para llegar abajo, la tome, sintiendo de golpe sus feromonas envolviéndonos a ambos, quizás era masoquismo, quizás era mi forma de demostrarme que podía controlarlo, lo que sea que fuera, se sintió dolorosamente placentero.

―Mi padre me ha dicho que pediste desayunar solo en tu habitación. ―asentí en silencio. ―Anoche saliste huyendo y ya no regresaste a la fiesta, pensé que algo malo te había pasado, pero Preecha juraba que estabas bien y querías un tiempo a solas, incluso le he preguntado si tu ciclo de celo había iniciado. ―mis mejillas se tiñeron de rojo ardiente y su altura me sobrepaso al bajar el último escalón.

―No puedes preguntarle esas cosas a Preecha. ―farfullé avergonzado de ser el objeto a discutir en la mesa del desayuno. ―Mucho menos cuando hay otros invitados en la mesa. ―añadí soltando su mano recordando la presencia de Kim.

―Éramos solo mi padre, Preecha y yo. ―explicó sin la menor pizca de culpa. ―Y necesitaba saberlo, si estuvieras en celo no podría subir a tu ala del castillo y debería mantener mi distancia hasta que terminara.

Call me yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora