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Pete POV

Mi primer amanecer en el campo no fue precisamente agradable, me dolía la cabeza, los ojos me pesaban y cada que trataba de ponerme de pie la carpa se movía hasta hacerme querer vomitar. Al contrario de mí, Vegas estaba listo para salir al alba, tan pronto me senté en la cama en la oscuridad de la madrugada, lo vi terminando de vestirse con uno de sus uniformes.

― ¿Qué hora es? ―musité parpadeando en un intentó de acostumbrarme a la oscuridad, su cuerpo se giró hacía mí y me dedicó una pequeña sonrisa, acompañada por las ojeras grisáceas por encima de sus pómulos.

― ¿Te he despertado? Estaba tratando de ser silencioso. ―respondió acercándose hasta la cama para sentarse en al orilla y comenzar a atar sus botas. ―Es muy temprano, puedes dormir unas horas más.

― ¿Por qué estás arreglándote entonces? ―murmuré buscando torpemente mis guantes entre las sábanas, mientras estuviéramos aquí debía ser más cuidadoso, cualquiera podría haber entrado sin aviso, no había puertas apropiadas en este lugar.

―Es el horario de los soldados, nos levantamos antes que el sol y entrenamos recorriendo las fronteras del territorio, algunos parten a sus nuevas misiones, una tropa saldrá rumbo a Ágama en unos minutos. ―por un momento olvide que aquí él no era solo el príncipe, sino un hombre del ejército. ―Habrá dos guardias del palacio cuidando la tienda mientras duermes. ―añadió estirándose para acomodar los mechones que salían de mi cabello, debía ser un desastre en ese momento. ―Volveré con el desayuno en un rato.

―No tienes que traerme el desayuno a la cama, puedo reunirme con el resto igual que anoche. ―estaba adolorido, cansado y avergonzado por mi actuar la noche anterior, lo cierto era que apreciaría quedarme en cama, pero no creía que eso fuera bien visto cuando todo el mundo trabajaba desde temprano.

―Llevas toda la madrugada enfermo, no has dejado de dar vueltas en la cama y te he escuchado decir que la cabeza te estaba matando. ―me encogí en la cama y suspiré jalando las cobijas para cubrir mi espalda y manos, sin suerte de encontrar mis guantes. ―Fue un viaje largo y debí advertirte que el alcohol que compran aquí es más fuerte que al que estás acostumbrado. Está bien si descansas un día.

―Me trajiste muy lejos para quedarme en la cama todo el tiempo. ―debatí sintiendo sus dedos recorrer mi mejilla, su piel estaba fría y tenía el cabello mojado dejando caer un par de gotas sobre la cama.

―Déjame mimarte mientas estemos aquí, imagina que somos una pareja normal, yo seré solo un soldado y tú, mi querido compañero que ha venido a visitarme después de meses sin vernos. ―entrecerré los ojos y sonrió deslizándose más cerca de mí. ―No te traería aquí a levantarte temprano y hacer deberes.

― ¿Qué más podría hacer? ―farfullé mientras su mano se perdía entre las cobijas en busca de mis manos desnudas. ―Los soldados traen aquí a sus parejas para pasar el celo, el mío tiene poco de haber terminado y no tengo intención de hacer esa clase de cosas en un lugar donde cualquiera podría darse cuenta lo que hacemos.

―No solo vienen a visitarlos para el celo. ―exclamó con cierta diversión en su voz. ―Al menos no los que tienen compañeros, a veces solo quieren pasar el tiempo con sus parejas...es difícil pasar tanto tiempo aquí y dejar a los que amas en casa.

―Si me quedo en cama, tampoco podremos pasar tiempo juntos. Tú tienes trabajo que hacer. ―musité envolviendo su mano fría entre las mías bajo las mantas, acariciándola por inercia en busca de calentarlo.

―Y lo haré, hablaré con el general sobre los asuntos del reino de Kim y nuestras medidas preventivas, después de traerte el desayuno. ―bufé bajando lentamente los hombros. ―Cuando termine, volveré contigo y cuidaré de ti mientras te sientas enfermo.

Call me yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora