Call me yours

Mi bestia

Pete POV

La terraza al amanecer tomaba un aspecto bastante pintoresco, el verde era más brillante, el aroma de las rosas era más penetrante y el cristal de la mesa se iluminaba por los primeros rayos de sol, creando un sinfín de brillantes colores alrededor, quisiera decir que estaba ahí para experimentarlo de primera mano, pero la realidad era que llevaba aquí desde antes de que el cielo se aclarara.

Había huido de mi cuarto después de pasarme horas dando vueltas en la cama, preguntándome si un par de prendas serían suficientes, si los guardias harían correr más rumores sobre nuestra relación, si Vegas sentiría mi ausencia como un rechazo. Me levanté de golpe varias veces, decidido a obtener respuestas por mis propios medios, para al final regresar a la cama recordándome que, si estaba cerca de él en ese estado, no habría forma en que pudiera negarme de nuevo a sus ruegos.

En especial cuando mi propio cuerpo ardía con la simple mención de su nombre.

―Es muy temprano para que estes despierto. ―la voz calmada de Kan me sacó del transe en el que estaba desde hacía horas y le dediqué una modesta inclinación como saludo, antes de que tomara asiento a mi lado. ―Si te preocupa que Vegas vaya a molestarte, puedes ir a descansar tranquilo, tengo guardias cuidando sus aposentos por todas las salidas.

―Lo sé, Suchart me lo dijo. ―susurré encogiéndome de hombros, la verdad era que no temía que Vegas fuera a buscarme, sino que mi autocontrol no fuera suficiente para evitar ser yo quién corriera a su encuentro.

―Entonces ¿qué te tiene aquí tan temprano? ―le miré de reojo y me encogí de hombros, cualquier otra pregunta la habría respondido con completa honestidad, pero contarle al padre de mi compañero que luchaba con mi propio deseo de entregarme a su hijo, no era una conversación que quisiera tener.

―Me siento culpable de no poder ayudarlo como un compañero lo haría. ―murmuré con simpleza, Kan soltó una breve carcajada y negó dándome una palmada en la espalda. ―Debe estar adolorido y desesperado.

―Es un chico grande, lo superara. ―suspiré encogiéndome aún más en la silla. ―De todas maneras, no queremos niños fuera del matrimonio ¿verdad? ―añadió levantando ambas cejas con perspicacia, aparté la mirada sintiendo las mejillas arder y soltó una segunda carcajada.

Desayunamos con una amena conversación sobre los pendientes que había en las próximas semanas, la poca información que se tenía sobre la familia de Kim y el reciente ataque, sus próximos viajes a las ciudades más lejanas de la capital y cualquier cosa que me mantuviera distraído del alfa en celo al otro lado del castillo.

Luchando contra la curiosidad me mantuve ocupado el resto del día, leí los acuerdos que se negociaron con Kim durante la semana previa al festival de la luna, anoté los puntos destacados y releí cien veces su propuesta de llevar omegas de Ágama hasta su reino, quería asegurarme de que no hubiera lagunas o puntos débiles en la negociación, pero después de una larga lista de puntos a favor y en contra, me di cuenta que en realidad mi cerebro no estaba ahí.

Mis pensamientos corrían de un lado a otro, buscando una forma de ir a su lado sin crea un problema, mi vientre se encogía al imaginarlo teniendo espasmos quizás peores que los míos cuando estaba en el mismo estado, nunca había presenciado el celo de un alfa, pero había leído de él, sabía que podía llegar a ser doloroso en el peor de los casos.

Cerré los ojos recorriendo mentalmente las paginas enteras de aquellos libros donde nos enseñaban de géneros, reproducción y protecciones, tratando de encontrar algo que pudiera ayudarme a ayudarlo, pronto los contratos fueron asunto del pasado y solo era capaz de escribir los mínimos detalles que lograba recordar del libro en Ágama.