Deseos

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Pete POV

No solía recorrer las calles de la capital a Arya por mi cuenta, mucho menos si no era por un asunto urgente, pero Vegas no me había dado opción a elegir cuando me elevó sobre el caballo y me trajo hasta aquí, ni siquiera traía la ropa adecuada para mi puesto o mi trabajo, tampoco tenía los guantes que solía usar para ir más allá del castillo, la tela era tan delgada que podía sentir la brisa entre los dedos.

―Necesitas relajarte, estás tan pálido que pensaran que te he secuestrado y no querrás empeorar mi imagen con la gente del pueblo. ―susurró mi bestia personal, inclinándose a mi costado para que solo yo pudiera escucharle en mitad de la transitada calle principal.

―No estarían equivocados. ―mascullé dando un paso de distancia con él, que de inmediato elimino moviéndose con una sincronía casi perfecta para mantenerse tan cerca de mí como podía, puse los ojos en blanco y sonrió grácilmente saludando a una mujer que nos miró unos segundos de más tratando de identificar su rostro antes de soltar un suspiró de sorpresa bajando la cabeza en una modesta reverencia. ―Solo vayamos a buscar lo que necesitas para el festival y regresemos al castillo.

―Prometí llevarte a comer primero. ―exclamó diligente, bufé negando.

―He perdido el apetito, quiero apresurarme a volver al palacio. ―mascullé ocultando las manos entre mis brazos cruzados.

―Lastima que la promesa fue hecha a mi padre esta mañana y no puedes obligarme a faltar a mi palabra. ―le fulminé con la mirada y levantó una ceja como si quisiera sacarme de quicio en mitad del pueblo para causar una conmoción.

― ¿Estás haciendo esto porque "te ignoré" en el banquete? ―cuestioné al borde de perder la paciencia, una carreta llena de fruta paso a nuestro costado obligándonos a hacernos a un lado para dejarle pasar sin complicaciones, el campesino nos dedicó una reverencia y el ambiente se llenó de un delicioso aroma a naranja que hizo rugir mi estómago.

Vegas se rio a mi lado mientras la carreta se alejaba lentamente y volvíamos a la calle, al mismo tiempo que su mano caía sobre mi espalda baja como si fuera una costumbre arraigada en su ser, le aparté de inmediato, ganándome una mirada penetrante de irritación.

―No me agrada que hagas eso. ―murmuró apretando los dientes con la mano derecha cayendo junto a su pierna, estirando violentamente los dedos.

―Deja de tocarme entonces. ―farfullé mirando fijamente al frente, para evitar cruzar miradas con él. ―No porque tú tengas deseos primitivos por mí, quiere decir que el sentimiento es reciproco, uso los guantes por una razón, tengo un juramento de celibato por esa misma razón, así que mantengamos la distancia profesional que nuestros puestos mandan.

―Preecha disfrutaba la compañía de Suchart aun sin ser pareja, yacieron varias veces en la misma cama y lo dejaba tocarle sin los guantes, no entiendo porque tú debes ser célibe el resto de tus días o porque debo aceptar que me niegues el tocarte. ―murmuró con la mandíbula apretada, idéntico a un infante que jamás escuchó la palabra no.

―Tú no sabes lo que ellos hacían en sus momentos de privacidad. ―debatí mirando de reojo una panadería que acababa de sacar las piezas calientes de baguets recién horneadas.

―Sí lo sé, se lo he preguntado a Suchart y me ha contado todo, ellos disfrutaban de los deseos primitivos, como los llamas, cada que sus celos se alineaban y podían verse. ―me detuve de golpe mirándole con el ceño fruncido.

― ¿Por qué habrías de preguntarle algo así a Suchart?

―Tenía curiosidad. ―admitió encogiéndose de hombros. ―Tú te niegas a explicarme todo el asunto con tus juramentos y él convivió con el dueño anterior de tu puesto, creí que podría darme más información si se lo preguntaba directamente.

Call me yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora