Condiciones

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Pete POV

Sus profundos ojos negros irradiaban rabia en su máximo esplendor, estaba molesto con la carta, las condiciones y con su padre por habérmelo dicho, pero cuando me miraba a la cara, podía sentir en cada fibra de mi ser como su resentimiento más grande era dirigido a mí.

―Dilo. ―murmuré mirándole desde el otro extremo de la habitación, llevábamos los últimos días discutiendo entre pasillos y cuartos vacíos, cada conversación terminaba en gritos desquiciantes en los que nadie se atrevía a proclamarse ganador. ―De todas formas, ya sé que estás enojado conmigo.

―Estás tomando decisiones unilaterales. ―farfulló apretando una de sus manos a su costado y mirándome como si deseara forzarme a seguir sus reglas. ―No sabemos nada de su reino, mucho menos de él, que estés considerando sus malditas condiciones es sencillamente estúpido. Sé supone que eres un erudito, que todas las decisiones que tomas son coherentes, pero ahora estás actuando sin pensar en absoluto y no te importa lo que tenga para decir.

―Lo he pensado más de lo que crees. ―musité soltando un largo suspiro. ―He meditado nuestras opciones cientos de veces y no es que no quiera escuchar tus incertidumbres, sino que tú estás pensando únicamente en lo que sientes por mí y no en como afectara al reino. Perder el acuerdo con Kim, dejar que su gente siga temiendo de la nuestra, es una necedad, cuando podemos arreglarlo con una simple visita.

―No es una necedad cuando tengo que enviarte a ti a hacer esa visita. ―gruño negando agitadamente con la cabeza, caminando fuera de mi vista al otro lado de sus aposentos, apreté las manos y lo seguí hasta verlo servirse alcohol de nuevo, había bebido más en los últimos dos días que en el resto del tiempo que tenía de conocerlo. ―Estás pidiéndome que te lance a la jaula de los lobos y me quedé afuera a mirar cómo te despedazan.

―No iré solo, llevaré un acompañante de Ágama y una escolta de al menos cinco soldados, que me seguirán a donde sea que vaya y harán guardias fuera de mis aposentos. No habrá un minuto en el día en que esté solo. ―musité arrebatándole la botella de las manos. ―Si tuviera la mínima duda de mi seguridad, no estaríamos discutiendo esto.

―Tu seguridad no te importa cuando se trata de proteger a los demás, serías capaz de saltar de un acantilado si te prometen que así Arya vivirá en paz por el resto de la eternidad. ―masculló tomándose de un solo trago el licor que quedaba en su vaso antes de comenzar a buscar una botella nueva entre las gavetas detrás de él. ―Tu buen juicio solo funciona cuando se trata de salvar este maldito reino.

―Si piensas embriagarte de nuevo para evitar terminar la conversación, me iré a preparar mis pertenencias y hablaremos cuando regresé del viaje. ―amenacé azotando la botella por la mitad en la barra al verlo sacar una nueva y comenzar a servirse.

― ¿Te molesta que beba? ―asentí manteniendo la mirada fija en él. ―Bien, así al menos ambos estamos en las mismas condiciones, porque justo ahora estoy furioso contigo. ―bramó antes de tomarse el segundo trago de un sorbo.

―Actuar como un adolescente que acaba de descubrir lo que es el alcohol no ayudara en nada. ―exclamé quitándole la segunda botella de las manos. ―Tarde o temprano tendrás que darte cuenta que no podemos ponernos por encima del bienestar del pueblo, un líder de verdad, protege a su gente antes que sus intereses personales. ―agregué tomando la primera botella para llevármelas ambas conmigo, sabía que podía conseguir más, que un simple llamado a las doncellas y le traerían una docena si así lo quería, pero a este punto no sabía que más hacer para llegar a él.

―Ellos no van a darse cuenta sino regresas. ―musitó apenas comencé a alejarme y mi cuerpo enteró se tensó ante sus palabras. ―En dos semanas tendrán un nuevo maldito consejero y olvidarán que exististe. El único imbécil que seguirá esperándote hasta el final de sus días seré yo. Y, aun así, a ti solo te importan ellos.

Call me yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora