Llámame tuyo

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Pete POV

Como era de esperarse no estábamos en las fronteras de la capital, ni revisando que los guardias hicieran su trabajo, Vegas me había llevado a un sitió tan alejado del mundo que no creía que alguien pudiera encontrarnos aquí, estábamos en mitad de la nada rodeados por la naturaleza.

Los caballos descansaban bajo la sombra de un enorme árbol y el hombre frente a mí me abría paso empujando ramas a la altura de nuestras cabezas, sonriéndome con entusiasmo y extendiendo su brazo para ayudarme a cruzar hasta las más diminutas piedras en el camino.

― ¿En dónde estamos exactamente? ―murmuré mirando hacia arriba en busca del sol para buscar la dirección de regreso a casa.

―Uno de los primeros trabajos que nos dan en el servicio militar, es el reconocimiento del territorio. ―musitó empujando dos ramas que fácilmente pude cruzar agachándome un poco. ―Nos envían a lugares poco explorados, pero seguros, con un par de herramientas a la mano, comida para siete días, una brújula y un mapa donde marcar nuestros pasos. El objetivo es que podamos regresar a la civilización sin ayuda en una semana.

―Creo haber leído sobre ello en uno de los libros del castillo, es una especie de prueba inicial para saber si pueden ir con las tropas o si sería mejor enviarlos a vigilar las fronteras para cumplir su servicio. ―murmuré pensativo, una suave brisa me rozo el rostro y saboree el aire fresco que solo lugares como estos tenían.

―Sí, fue uno de los consejos que dio tu gente hace varias generaciones, para que solo aquellos con habilidades fueran a pelear y evitar muertes innecesarias. ―asentí recordando vagamente el nombre del consejero de aquellos años. ―A mí me dejaron cerca de aquí, me tomo cuatro días regresar a casa.

―Impresionante. ―su sonrisa se ensanchó y podría jurar que infló el pecho como si mi simple respuesta hubiera sido el mayor alago que recibió por su osadía.

―Uno de los libros que tuve que estudiar en esa época fue sobre las posiciones del sol, Preecha dijo que me serviría cuando pudiera ir al ejercito y tenía razón, aunque odie admitirlo. ―sonreí con cierta diversión. ―Como sea, sabía que me tomaría unos días llegar a pie, así que, durante el primer día, me enfoqué en conseguir una fuente de agua dulce. ―asentí deteniéndome al mismo tiempo que él, detrás de un montón de arbustos que comenzó a apartar con cuidado, tan pronto abrió el paso se acercó a la orilla saltando del otro lado sin darme tiempo a mirar al otro lado.

Fruncí el ceño agachándome preocupado por la altura, pero él ya estaba de pie extendiéndome los brazos para ayudarme a bajar, el escalón era más bajo que él, pero estaba claro que no iba a permitirme saltar también, suspiré permitiéndole bajarme antes de que pudiera fijar la mirada en el paisaje detrás de él.

Sus manos soltaron mi cintura, apresurándose a cerrar de nuevo los arbustos como si se tratara de una cortina que ocultaba su escondite y mi mirada cayó en su fuente de agua dulce, un rio que caía sobre una especie de laguna de agua tan clara que reflejaba lo azul del cielo, tan hermoso que podría jurar era un pedazo del paraíso del que hablaban los grandes pensadores.

― ¿Te gusta? ―Vegas paso a mi lado dejando caer la chaqueta entre las piedras, antes de comenzar a zafar los botones de su camisa.

―Es agradable. ―murmuré con un ligero asentimiento. ―Debe ser el final del río que cruza Arya.

―Lo es, así logré regresar a casa. Siguiendo el camino del agua. ―musitó tirando su camisa junto a la chaqueta y sacándose las botas sin siquiera mirar. ―Puedes entrar también, no vendrá nadie aquí, estamos solos. ―añadió terminando de quitarse los pantalones para tirarse directo al agua, salpicando un par de gotas fuera.

Call me yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora