8. El pie equivocado

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Dios mío siento que me voy a dormir si Williams sigue hablándome sobre cuántas capas de piel y músculo tiene que atravesar un doctor para hacer una cesárea. El parece muy emocionado y yo solo puedo asentir con la cabeza y sonreír. Ya le envié un mensaje a Emily rogándole que me salvara de esto.

Vinimos a una cafetería-restaurante bastante bonita y se ve como un lugar relajante.

Todo es en colores pastel y tiene un aire como de ternura e inosencia.

— Oye. Este sandwich está delicioso ¿No crees? — Digo para cambiar de tema. Tampoco es que sea agradable hablar de abrir un vientre y sacar un bebé lleno de baba y sangre mientras como.

— ¿Que? Oh, si. Delicioso. — Come un bocado y luego comienza a hablar sobre como se ve un hígado sano. No puedo evitar poner los ojos en blanco y mirar hacia otro lado.

— Bueno, ya terminen el circo. — Levanto la mirada y me encuentro a Enzo frente a nuestra mesa.

— ¿Que haces aquí? — Le pregunto.

— Rescatandote. Oye tú. — Williams lo mira y parece que está a punto de hacerse en los pantalones. — Se te acabó la cita. Fuera de aquí. — Sin despedirse siquiera Williams se levanta agarra su mochila y huye como si estuvieran persiguiendolo. — ¿Pensabas salir con ese tonto?

— ¿Y a ti que te importa? No tenías que ser grosero con el. — Me levanto pero el me toma del brazo y me jala tan fuerte que termino chocando con su pecho.

— Si me importa. No me gustó que salieras con el. Y sentí ganas de romperle la cara cuando lo vi mirándote embobado con esa cara estúpida que tiene. ¿Algún problema con eso? — Lo miro boquiabierta.

— Tu... Tu... — Creo que gruño un poco al no saber que decir. — ¿Que quieres tu?

— Ahora mismo, besarte.

Oh dios...

Mira mis ojos y luego mi boca. Cuando ve que no digo nada se acerca un poco. Siento su aliento en mis labios. Algo, probablemente el diablo, me empuja a terminar el pequeño espacio que hay entre nosotros y besarlo.

Y como besa dios mío.

Ni siquiera celebrando el 4 de julio vi tantos fuegos artificiales como cuando su lengua toco la mía.

— Enzo espera. — Me separo un poco. — ¿Hay algún lugar tranquilo donde podamos hablar? — Digo jadeando. Este hombre me sacó el aire de los pulmones.

— ¿Mi auto? — Se encoge de hombros. Asiento y me guía hasta el auto. El abre y se sube, yo me subo al asiento de copiloto. Suspiro. — Si me vas a decir que eso no te gustó lamento decirte que no te creo ni una palabra. Tu fuiste la que me terminó besando.

— Lo se. Lo sé. ¿Podrías callarte? Intento contarte algo. — El asiente y yo tomo un respiro profundo. — Hace unos tres años.

— ¿Había una vez? — Se ríe. Creo que lo hace porque nota que estoy nerviosa.

— Olvídalo. — Me cruzo de brazos.

— No no no. Ya. No más bromitas. — Toma mi mano. — Te escucho.

Me aclaro la garganta.

— Hace unos tres años... Yo tuve una pareja y, bueno. Digamos que no era una relación sana. El me... Golpeaba. Incluso una vez abuso de mi... Sexualmente. — Enzo comienza a acariciar el dorso de mi mano con su pulgar. Lo miro. — Ya lo superé. Estoy bien. Y digamos que no dejó ningún daño permanente en mi autoestima. Solo que mi hermano es muy sobreprotector y cuando algún chico me gusta trato de no ceder.

— ¿Me estás queriendo decir que te gusto?

— Oh por dios ¿Solo escuchaste eso? — Digo dándole un manotazo a su mano.

— Trato de centrarme en lo positivo. ¿Con esto quieres decir que desperté alguna especie de trauma en ti? Espera... Ese día en tu casa. Me dijiste que no te gustaba que te retuvieran así como yo te tenía. Joder, lo siento. — Me abraza. — Debiste haberte sentido demasiado incómoda.

— ¿Que? No. O sea. Si me sentí incómoda pero no de ese modo.

Cierro los ojos con frustración al ver cómo alza las cejas y decido cerrar mi bocota. Es mejor para todos.

— ¿Ah no? — Sonríe. Ay no... — Ya. No te molesto mas. Ahora. ¿Me cuentas esto porque.....?

— Porque siento que desde que nos conocimos empezamos con el pie equivocado, me gustaría cambiar eso. Y pienso que si vamos a encarar esto que pasa entre nosotros deberías saberlo.

— Perfecto. Espera. — Voltea la cara y se aclara la garganta. Luego vuelve a mirarme. — Hola chica desconocida en mi auto. Mi nombre es Enzo Abbey, soy mitad italiano y me encantaría tener una cita contigo. — Me extiende su mano y yo me río. Le doy mi mano mientras sonrio.

— Hola Enzo Abbey. Mi nombre es Ava Lennox y acepto tener una cita contigo. — Nos reímos.

— Ya que estás en mi auto. Te llevo a tu casa.

— Está bien. — Me abrocho el cinturón de seguridad. — Asegúrate de dejarme unas dos cuadras antes. Al menos hasta que hable con Lucas y arregle nuestra situación.

— ¿Cómo sigue tu cara? — Dice sujetando mi barbilla con una mano y volteando mi cara para verme. — Ya no tienes nada. — Dice satisfecho. — Y por cierto. — Me dice una vez que detiene el auto a unas calles de mi casa. Lo miro. — No te veo como un pasatiempo.

¿Que?

...

— ¿Dónde estabas?

— Con un amigo de la universidad.

— ¿Quién? — Realmente me estoy cansando de esto.

— Lucas. Por favor. Si te digo quien es ¿Que vas a hacer? ¿Ir y amenazarlo? ¿Igual que has hecho con tantos otros? — Suspiro. — No quiero pelear. Lo mejor será que me vaya a mi cuarto.

— Yo tampoco quiero pelear. Te estoy cuidando.

— ¡No! Esto no es cuidarme. Joder, no me vas a perder, te lo prometo. Y no me voy a involucrar con algún otro idiota que me haga daño. — Voy hasta el y lo abrazo. — Pero por favor deja de tratar mal a los chicos que me rodean. La mayoría de ellos tienen novia y los que quedan me quieren como amiga. No tienes de que preocuparte.

— No puedo evitarlo Ava. Me preocupo mucho por ti. — Besa mi cabeza.

...

Ava:

¿Podrías dejar de contarle a Enzo cuando hablo de el contigo?

Mily:

Siempre que sea para tu bien lo haré. ¿Hablaron?

Ava:

Si. Y me beso. Bueno, yo lo bese a el. Bueno, nos besamos mutuente.

Mily:

¿Besa bien?

Ava:

No tienes idea.

Mily:

Oh dios mío está sucediendo. ¿Van a salir?

Ava:

Bueno me invitó a una cita. Pero quedamos en hacerlo después que le quiten el yeso.

Mily:

Pues si. Sería complicado quitarle la ropa con un yeso puesto.

Ava:

Eso dijo el :/

La teoría del hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora