15. El hombre de la sonrisa rara

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— Si te vas a quedar a dormir me llamas. No quiero quedarme toda la noche preocupado.

— Está bien. Te avisaré. — Le digo a mi hermano.

Después de clases voy a ir al nuevo apartamento de Enzo. Antes vivía con su amigo y la perra pelinegra pero dadas las circunstancias se mudó y aún tiene todo desordenado. Así que me ofrecí a ayudarlo a acomodar todo.

Después de haberle dicho que lo amo me quedé un poco desilusionada, cuando desperté no me dijo nada sin embargo se que si me había escuchado.

Pero no voy a ser la novia tóxica y paranoica que lo presiona para que diga algo para lo que no se siente listo aún tal vez. No le volví a mencionar el tema y tampoco voy a hacer un drama sobre ello hoy.

Me encuentro con Emily en la universidad y más que hablar con ella lo que hice fue decirle hola con la mano. Estaba muy ocupada tragándose a su novio.

Al fin lo conocí adecuadamente. Lewis es de estos chicos nerds que son bien guapos. Y si es caballeroso. Pero según lo que vi en el horario de almuerzo es bastante travieso. Hasta el árbol en el que Emily estaba apoyada estaba escandalizado de sus muestras de cariño.

Al parecer cuando el oxígeno les hizo falta se separaron y ella vino corriendo hacia mi.

— No me vayas a dar un beso con esos labios hinchados. No quiero la baba de tu novio en mi cara.

— ¡No seas aguafiestas Ava! — Me grita Lewis y me despido con la mano.

Después de pasar unos cuantos chicos en el pasillo suspiro y me detengo.

— Se lo dije. Ayer. — Ella me mira confundida y resoplo. — A Enzo, idiota. Que le dije que lo amo. — Susurro.

— Oh. Y por tu cara no te dijo nada.

— Bueno. Es que no se si dijo o no algo. Se lo dije antes de quedarme dormida. A lo mejor si dijo algo. No se. No quiero hacer un drama ¿Sabes? Tal vez está esperando otro momento para decirlo. Pero eso no quiere decir que no sienta lo mismo ¿No?

— Creo que el drama te lo estás armando ya. — Se ríe. — Mira. Si te digo algo, ninguno de tus ex ha trepado a un segundo piso para arreglar un malentendido. Yo estoy segura de que siente lo mismo. Pero yo que se. Si dices que te quedaste dormida no ibas a oír si te decía algo. A lo mejor está esperando que puedas prestarle mucha atención cuando te lo diga. — Me palmea el hombro.

— Tienes razón. — Sonrio. — Creo que por un momento me dio un mini ataque de pánico. Pero si. Puede ser eso. — Suspiro aliviada. — Y no te rías porque se que me veo patética.

— Yo no dije eso. Tu lo hiciste. — nos reímos y continuamos a nuestras respectivas clases.

...

— Chicos hoy su clase será en el hospital de la universidad. — Nos dice un profesor. Tomamos nuestras cosas y vamos con la profesora. Al entrar al hospital nos entregan un Carnet que nos identifica como estudiantes y nos autoriza a tener clases practicas.

— A cada uno se le asignará un caso clínico distinto. — Dice entregándonos una hoja de información del paciente. Todos la leemos, curiosos de quién será nuestro paciente.

— ¿Antenderemos en consultorios separados? — Pregunta un chico.

— Si. Luego de que todos hayan revisado a su respectivo paciente discutiremos su análisis. Pueden comenzar. — Nos da una tarjetita con el número de consultorio que nos corresponde y todos nos separamos.

Llego a mi consultorio. Número 21. Entro y hay un hombre sentado dándome la espalda.

— Buenas tardes mi nombre es Ava Lennox, estaré revisándolo el día de hoy. — El hombre se voltea y me mira. Okey, es algo turbia esa sonrisa que tiene en la cara. — ¿Por favor puede firmar aquí que está de acuerdo a participar en esta clase práctica para los alumnos de tercer año?

La teoría del hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora