31. Karma

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— Emily felicidades. — La abrazo. — Todo va a salir bien no te preocupes. Y si Lewis se acobarda a último minuto Enzo le rompe algún hueso. Te lo prometo. — Se ríe.

— Ay espera. Estoy feliz. — Continua mirando el resultado y sus ojos brillan. Creo que se siente un poco culpable al ver mis ojos algo llorosos. — Oh dios mío soy idiota. ¿Esto te ha incomodado?

— ¡No, no! Para nada. Solo... Estoy feliz por ti. — Me aclaro la garganta y sonrio.

Creo que el Karma me llegó bastante rápido. A veces pienso que todo esto me pasó por haber intentado abortar. Cómo un castigo divino o algo así.

— Amiga. De todo corazón espero que los médicos hayan estado equivocados en cuanto al porcentaje de tu probabilidad de quedar embarazada otra vez. Te lo juro. Y prométeme que en el futuro tendrás mucho mucho sexo con Enzo para lograrlo.

— Emily que cosas dices. — Me río. — Pero te lo prometo. — Nos reímos a carcajadas y Enzo abre la puerta.

— Chicas, ¿Ya quieren ir a cenar.... Eso es una prueba de embarazo? — Mira de mi a Emily.

— Si. Y es mía. — Susurra Emily. — Y dio positivo. Y si le dices algo a Lewis te corto el pene. O bueno. Le pido a Ava que te lo corte. Yo no quiero ver tu pene.

— Ya entendí. Ya entendí. Soy una tumba. Ahora vámonos. Me muero de hambre.

— Me voy a cambiar. Y cuidadito Enzo. Te estoy vigilando. — Sale del cuarto guardando la prueba en el bolsillo de su sudadera.

— Está feliz. Y creo que Lewis también lo estará. — Le digo a Enzo.

— Ni lo digas. Me tenía mareado sobre como quería poner a Emily en un trono y adorarla.

— Lo intentaremos en el futuro ¿Verdad? — Enzo me mira. — Un bebé. Una familia. ¿No?

— ¿Es lo que quieres? — Asiento. — Pues lo intentaremos. Ahora tengo que preguntarte algo. ¿Te molestaría usar escote?

— ¿Escote? ¿Escote donde? — Me remuevo un poco.

— En la espalda. No es tan descubierto. Lo prometo. Pero si se verían un poco tus cicatrices. Por eso te pregunto. Si dices que no no hay problema.

— ¿Me trajiste un vestido?

— Bueno... Más bien lo compré aquí. — Oh dios... Sus pómulos se están poniendo rosados.

— ¿Te estás sonrojando? — Creo que me río.

— Eso creo. — Me mira.

— Enzo. — Tomo su mano y hago que se siente a mi lado en la cama. — Nunca me ha preocupado tener una cicatriz. Más bien me molestaría que alguien me viera con lástima o algo así. Pero no me moriría de vergüenza o me bajaría el autoestima que alguien vea que tengo una cicatriz. — Sonrio. — ¿Es lindo el vestido?

— Tu eres linda. — Me besa la mano y me da una bolsa de regalo con el logo supongo de alguna de las tiendas que hay en la villa. — Vas a necesitar mi ayuda. Porque tienes que amarrarlo por detrás. Y ni pienses en llamar a Emily.

— No lo iba a hacer. — Saco el vestido y me meto al baño. Esta precioso y sencillo. Es un vestido floreado que me llega hasta las rodillas. Dos tiras algo gruesas cuelgan a los costados que son las que se deben amarrar atrás. El escote se debería ver aún menos después de amarrar el lazo. Siempre tan atento. Sonrio. Salgo del baño. — Me encanta. — Me pongo de espalda a el para que amarre las tiras.

— Te queda hermoso. — Susurra.

— ¿Seguro que sabes hacer un lazo? — Me río al sentir que se tarda.

— Se deshacerlo. — Me rio. — La señora de la tienda me enseñó pero creo que se me olvidó un poco. ¿Estaría mal si hago un nudo simple y ya?

— ¿Por qué estás tan nervioso? Nunca te había visto así.

— Tu bonita espalda me distrae. ¿Puedo tocarte? — Su pregunta me hace sonreír.

— Si. — Suspiro. Sus dedos fríos tocan las cicatrices y las recorren de arriba abajo.

— No tienes idea de lo valiente que eres. — Al final hace un lazo que parece de todo menos un lazo y deja un beso entre mi cuello y mi hombro.

Oh dios...

— ¿Acabas de gemir? — Se ríe. Debo dejar de pensar cosas que al final acabo susurrando.

— Creo que si. ¡No te rías idiota extrañaba que me besarlas ahí! — Golpeo su brazo.

— ¿Ahí donde? — Ahora se está burlando de mí.

— ¿Sabes que? Me voy a adelantar con Emily. — Indignada doy media vuelta y salgo del cuarto. Escucho su risa detrás de mi.

— ¿Están listos? — Pregunta Lewis mientras se limpia el labial de Emily de la boca. — Emily dijo que ustedes irán antes para reservar la mejor mesa. Parece que nosotros los hombres no tenemos esa habilidad. — Comienza a limpiar sus lentes con una predicción casi obsesiva.

— ¡Si! Ahora vamos. — Grita Emily saliendo del cuarto. Al parecer tuvo que rehacer toda la mitad inferior de su cara.

— Espera, voy ahora. — Le digo a Emily y me paro frente a Enzo. Le hago una seña para que baje su cabeza y así poderle hablar al oído. — Emily quiere que trabajemos mucho en el futuro para tener un bebé. — Cuando alejo mi boca de su oído Enzo me está mirando con los ojos muy abiertos. Pobre. — Nos vemos allá chicos. — Salgo con Emily enganchada a mi brazo.

...

El restaurante es precioso. Tiene mesas al aire libre y unos farolillos colgando del techo. Emily y yo nos decidimos por una mesa para 4 personas que nos de una vista al exterior pero que a la vez no nos mojemos si llueve. Los chicos llegan y los saludamos con la mano para que nos vean. Enzo se sienta a mi lado y evito mirarlo. Aunque siento como sus ojos me devoran.

Pedimos la comida mientras esperamos que la traigan nos dan una cestita de pan tostado y mantequilla cómo cortesía.

— ¿Me quieres explicar que fue eso? — Creo que brinco cuando lo siento susurrar en mi oído.

— No se de qué me hablas. — Eso, finge demencia y todo estará bien.

— Yo creo que estás mintiendo. — Pone su mano en mi muslo y siento que mi piel se eriza. — Si, definitivamente mintiendo. — Sonríe al ver la reacción de mi cuerpo.

— Solo te estaba mencionando algo. Y vengandome por burlarte de mi. — Me cruzo de brazos y jadeo un poco cuando me aprieta el muslo.

— ¿Estás bien amiga? — Me pregunta Emily.

— Si... muy bien. Super. — Sonrio y veo a Enzo que trata de aguantarse la risa. — Enzo no me obligues a decirte algo muy malo para ti. Así que no te rias. — Susurro.

— ¿Y eso sería? — Me reta a hablar.

— Traje el consolador que Emily me regaló. — Me acerco a su oído. — Pensaba usarlo esta noche. ¿Te lo imaginas? — Beso el lóbulo de su oreja y... Justo a tiempo. Llegó la comida.

— Gracias. ¿Podría retirar los tenedores por favor? — Dice Lewis y en serio agradezco que haya pensado en eso.

— No se preocupe no hará falta. — Le digo a la camarera quien asiente y se va. — Gracias Lewis. Eres un buen amigo. — Le sonrio y el lo hace de vuelta. — Esto se ve delicioso. ¿No, Enzo?

— ¿El que? Ah. Si si. Delicioso. — Se aclara la garganta y se remueve en su silla. Yo me aguanto la risa y Lewis lo mira raro.

Esta será la primera noche en la villa. Y me muero por estar con Enzo. Pero se que todavía no estoy lista.














Hola mis amores. Mis perricerdas y perricerdas. No me digan que ustedes la raza masculina no lee Wattpad y vienen en busca también de salseo. En este libro y en los otros dos no hay salseo :)

Los estoy vigilando wasawskys

Bueno bueno. Sigan leyendo <3

La teoría del hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora