28. La playa

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Cierro los ojos y sonrio cuando siento el sol y el viento en mi cara. Hemos llegado a la playa. Nos quedaremos 2 días y medio. Lucas se encargo de alquilar una cabaña para nosotros. Que se traduce en Emily, Lewis su novio, Enzo y yo.

Wiiiii.

Creo...

Emily y yo vamos a la recepción de la villa para que nos den nuestras llaves. Un botones toma nuestro equipaje y se lo lleva en un carrito muy chulo parecido a esos del golf. Mientras los chicos fueron a una máquina expendedora a comprar unos snacks para cuando vayamos al mar.

La cabaña está bonita y sencilla. Estilo rústico pero moderno. Me gusta. Toda pintada de color beige. La sala cuenta con un sofá de piel, dos butacas y dos sillones de cuerda. En colores monocromáticos. La cocina es en blanco y azul.

La neverita se ve tierna. Es pequeña y solo caben unas cuantas botellas de agua, cerveza y refresco. Cómo cortesía de la villa en la mesa del pequeño comedor se encuentra una tarta al parecer de chocofresa.

Revisamos los cuartos y... Están preciosos.

— ¡Yo me quedo con este! — Grita Emily.

— ¡Y yo con este! — Lucas tuvo la consideración de rentar una cabaña con 3 habitaciones.

— ¡Llegamos! — Grita Lewis abriendo la puerta principal. — Te traje tus gomitas.

— ¡Ay, mis gomitas! — Emily lo besa y sonríe. — Eres un amor.

— Te traje tus chips. — Me dice Enzo al oído y se ríe cuando doy un saltito del susto.

— Gracias. — Lo abrazo.

— Cambiate. Iremos a la playa en un rato. — Me besa la frente. — ¿Ya elegiste tu habitación?

— Si. Espera... ¿Sabías que eran 3?

— Le dije a Lucas que lo hiciera de esa manera.

— Oh...

— ¿Pasa algo?

— No. No. Todo está bien. — Asiente y lleva sus maletas a la otra habitación. El botones las había dejado dentro junto a la puerta principal.

Mi traje de baño consiste en uno enterizo azul y negro. Me cubre bastante y no me siento expuesta. Últimamente siento que cuando alguien me mira se dará cuenta de todo lo que me pasó. Y no quiero que me tengan lástima.

El problema ahora es el maldito cierre, el cual no puedo subir. Pienso en llamar a Emily pero creo que está ocupada con Lewis.

— Ay, mierda. — Susurro. Tocan la puerta y la abro un poquito haciendo que solo se vea parte de mi rostro.

— ¿Estás desnuda? — Me pregunta Enzo. Yo me sonrojo.

— No. — Abro la puerta y le indico que puede pasar. Al verme batallar con el cierre del traje de baño se ríe.

— Espera, te ayudo. — Se acerca a mi espalda y sus dedos rozan mi nuca. Lo siento suspirar detrás de mi y siento sus dedos fríos en mi espalda baja cuando toma el cierre y lo sube. Antes de apartarse deja un beso entre mi hombro y mi cuello. Yo me encojo un poco ante la sorpresa. — Listo. Te ves muy guapa.

— Gracias. — Sonrio.

— ¡Estamos listos! — Grita Emily. Salimos del cuarto y Enzo toma una bolsa que ya había preparado.

— ¡Espera, se me queda el protector solar! — Entro al cuarto nuevamente y lo tomo, cuando salgo lo meto en la bolsa que lleva Enzo. — Listo. Vámonos.

...

— ¡Está fría! — Chilla Emily. Lewis parece harto y la carga tirándola al agua. — Te voy a matar Lewis. — Nos reímos cuando el va a entrar al agua y hace una mueca. — ¡Ja! ¡Toma, por imbecil! — Comienzan a salpicarse.

— ¿No vas a entrar? — Me mira Enzo.

— Si. Pero solo un rato. No quiero broncearme tanto. — Tomo su mano y entramos juntos. — Eres una exagerada Emily. No está tan fría. — Le saco el dedo corazón.

— Es que acabo de mear. — Dice Lewis.

— ¿¡Que!? ¡Eres un cerdo! — Enzo le tira una pelota de playa a la cara. No me había dado cuenta que traía una.

— ¡A mí! ¡A mí! — Grita Emily cuando Lewis va a pasar la pelota. Lewis se la pasa y ella me la tira a mi. La muy malnacida la lanza muy alto y luego estoy yo medio caminando hacia atrás con las manos en alto. Choco con una pared (el pecho de Enzo)

— ¡La tengo! — Digo cuando Enzo la atrapa y me la da. Oh dios mío creo que ha estado haciendo ejercicio. Su estómago se siente más duro. Creo que lo toco un poco inconscientemente y se da cuenta porque me mira y alza las cejas.

...

— Oye. — Le doy una patadita. Estamos acurrucados en la cama. Hace un frío del demonio. — ¿Tu puedes hacer eso que hacen todos los protagonistas de los libros?

— ¿Que es "eso que hacen todos los protagonistas de los libros"? — Se ríe y me besa la punta de la nariz.

— Eso de levantar una sola ceja. — Levanto las mías pero me sujeto una con la mano y lo miro "seductoramente". La carcajada que suelta me hace meter la mano debajo de las sábanas y medio apachurrarle un huevo.

— ¡Ay! ¡Ya, ya! — Me río de su cara. — No, no puedo hacerlo. — Lo intenta y efectivamente, se levantan las dos cejas.

— Creo que me sedujiste levantando las cejas.

— ¿Ah si? — Las sube y baja. Me río y comienza a hacerme cosquillas.

— ¡Para! ¡No! — Chillo entre risas. — Es de madrugada tonto. Vamos a despertar a todo el mundo.

— Ay que educada eres. Te doy unos besitos y se te quita. — Me muerde una oreja y me río.

...

— ¡Cuidado! — Grita Enzo y despierto de mis recuerdos. Un disco volador viene hacia mi cara. Enzo lo atrapa antes de que me golpee. — ¿Estás bien? — Pregunta después de devolver el disco a su dueño. — Parecía que estabas en otro planeta.

— Y si que lo estaba. — Susurro. Ojalá pudiera ser asi. Cuando nos acurrucabamos juntos y nada nos molestaba. El me mira confundido. — ¡Chicos voy a salir un rato! — Les aviso a Emily y a Lewis. Pero parecen no escucharme, están demasiado ocupados comiendose la boca del otro.

Salgo del agua y mi piel se eriza un poco por el viento. Llego hasta donde están nuestras cosas y me acuesto sobre mi toalla playera, la cual extendí sobre la arena cuando llegamos. Cierro un poco los ojos y a los minutos siento una sombra sobre mi.

Me tenso.

Si abro los ojos puede que esté en ese establo. Con Dorian sobre mi.

Cuando una mano toca mi brazo grito.

— ¡Sueltame! — Sigo con los ojos cerrados. Siento que alguien dice mi nombre, pero si abro los ojos estaré en ese lugar, y todo esto solo habrá Sido un sueño. — ¡No! ¡No me toques! — Me retuerzo. — ¡Sueltame Dorian!





















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La teoría del hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora