25. Es todo

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Ya me dieron de alta hace unas 2 semanas. Las cicatrices en mi espalda empezaron a doler cuando dejaron de inyectarme los calmantes y analgésicos. Lo que para mi se sintió como tres días en los que fui torturada resultó ser una semana en la que todos se enloquecieron buscándome. Lo cuál me hace llegar a la conclusión de que estuve la mayor parte del tiempo inconsciente. Lo que a su vez también me hace preguntarme que otras cosas pudo haberme hecho Dorian.

Los doctores también me explicaron que debido a las palizas que me dieron y los muchos golpes que sufrí en el abdomen va a ser difícil poder quedar embarazada otra vez. Enzo viene a verme todos los días, mantiene la distancia y lo agradezco. Los chicos de la universidad han llenado mi cuarto de flores y regalos. Incluso Verónica, la pelinegra que estaba enamorada de Enzo, vino a verme.

— No me caes bien. Pero tampoco deseé tu muerte. No literalmente. Que te mejores. — Dijo escuetamente dejando uno girasoles junto a mi cama y se fue.

Emily no se me despega. Incluso su padre vino a verme y me deseó que me pusiera bien. Creo que hasta para un hombre de mente cerrada y prejuicioso como él fue demasiado lo que me hicieron. Sophie, Gloria y ella me ayudan a bañarme y vestirme. Y son mamás osas cuando Lucas o Enzo quieren entrar al cuarto.

La policía atrapó a Dorian tratando de huir del país. Supongo que después de darse cuenta que me había escapado entendió que estaba jodido. Está preso y a salvo de Enzo. Quién juro romperle unos cuantos huesos si se le cruzaba.

...

— ¿Cómo te sientes hoy? — Enzo me saluda con un beso en la frente. Ha sido la única manera en la que lo he dejado tocarme aparte de tomar mi mano o acariciar mi cabello.

— Estoy bien. Pero me siento encerrada. Quisiera salir. No de la casa. — Corrijo cuando veo que se prepara para decirme un "no" rotundo. — Pero si del cuarto. Ha pasado más de un mes y el único día que Vi el jardin fue cuando llegue porque me habían dado de alta.

— Esta bien. Llamaré a Sophie o a Gloria para que te lleven. — Se levanta para ir hacia la puerta pero yo tomo su brazo. — ¿Que pasa?

— Quiero ir contigo. — En su mirada veo la duda. — Por favor.

— Okey. — Agradezco que no me pregunte si estoy segura porque seguramente le diría que no. Y eso solo lo haría sentir mal. Sospecho que el lo sabe porque suspira con alivio. — Vamos allá. — Me ayuda a levantarme poco a poco. Disculpándose como un maniático cada vez que hago una mueca de dolor.

— No es tu culpa Enzo. Cualquier roze de la ropa me hace arder la espalda.

— Entonces quitatela. — Lo miro boquiabierta ante sus palabras. — Quiero decir... Lo siento. No debí decir eso. Soy imbecil. — Me río. — ¿Te estás burlando?

— La verdad si. — Sujetándome de su hombro bajamos las escaleras.

— ¡Mi niña! — Gloria corre hacia mi. — ¿Que haces aquí? Si querías algo hubieras mandado a Enzo y yo te lo llevo.

— No te preocupes. Lo que quiero es aire fresco. Estoy cansada de estar en ese cuarto. Ya huele a enfermo.

— Porque estás enferma, herida y tienes que recuperarte. — Se cruza de brazos y me río.

— Estaré bien. Solo voy a la terraza o al jardín. — Ella hace un sonidito indignado y yo sigo con Enzo. Al final decido ir a la terraza. Me ayuda a sentarme en el columpio y se sienta al lado mío.

— ¿Te duele mucho? — Pregunta cuando trato de recostar mi espalda al columpio y suelto un "ay, joder".

— Me arde. Ayer se me cayeron algunas costras y creo que están comenzando a salir otra vez.

— Espera. — Se levanta y vuelve a entrar a la casa. Cuando regresa trae una cobija que ha sido mi mejor amiga todo este tiempo. Porque es suavecita y no siento tanto dolor cuando me recuesto en ella. Me echo un poco hacia alante y el cubre el espaldar del columpio con ella. Cuando me recargo lo que sobra lo pone sobre mi cubriéndome del frío. — ¿Mejor?

— Si. Gracias. — Le sonrio y el mira al frente. Siento que se sorprende cuando recuesto mi cabeza a su hombro. — Y gracias por tu paciencia. — Susurro.

Un día desperté de una pesadilla. Más bien recuerdos. Estuve todo el día en cama y no quise que Enzo entrara. El simple hecho de que estuviera cerca de mí me aterraba. El comprendió y me dejó tranquila. Y aunque sabía que no le tenía miedo ni que pensaba que me fuera a hacer daño, se sintió un poco herido. Aunque no me lo haya dicho se que fue así.

— Yo nunca te voy a presionar a nada. Y voy a esperar que te superes todo lo que necesites. Mientras tanto yo estaré aquí para besarte la frente o tomar tu mano. — Me besa la cabeza. Cuando hace ademán de pasar su brazo por detrás de mi me tenso. — No te preocupes. No te  voy a tocar si no quieres. — Apoya el brazo en el espaldar del columpio.

— Lo siento. Te juro que quisiera que esto fuera diferente. Eres muy considerado. Pero se que no es fácil para ti.

— Yo podría tener bolas azules ahora pero eso no me importa en lo más mínimo. — Me sonríe.

Ay... Es tan bueno.

— Enzo. No mereces esto. Aunque en el futuro logre superarlo todo, o al menos la mayor parte, ni siquiera podré quedar embarazada otra vez. Y tú si quieres hijos. — Retiro mi cabeza de su hombro y el suspira.

— No nos hagas esto Ava. — Me mira. — Y los doctores dijeron que no era imposible. Solo que iba a ser difícil.

— Verónica vino a verme hace unos días. — Digo mirando mis manos. — No me provocó ni nada. Al contrario dijo que no le caigo bien pero que nunca deseó mi muerte. Ignorando eso, me di cuenta que ella sigue enamorada de ti. Pienso que...

— No. — Me interrumpe. — ¿Para esto querías venir conmigo aquí? — Dice volteando la cara para no mirarme.

— Lo siento Enzo. Pero no me siento capaz de volver a hacerte feliz. — Seco una lágrima que cae de mi ojo y trato de calmarme antes de volverme un desastre llorón. — Creo que mereces a alguien que si pueda. Yo ya no soy la misma. Y aunque no me lo digas se que te estoy lastimando. Veo que te duele cuando no te dejo acercarte a mi. — Susurro.

— Entonces, ¿Eso es todo? — Me mira. — Te daré tiempo si es lo que quieres. Pero no te voy a dejar. No me importa si tu maldito útero no funciona. O si hay otra chica que me quiere. Y no me importa cualquier otra excusa que me des. Lo más que puedo hacer por ti es alejarme hasta que me digas que todo puede comenzar a volver a la normalidad. — Se levanta. La he cagado. Creo que ahora está más dolido que antes de abrir mi bocota. — Le diré a Gloria que te lleve a tu habitación. Si quieres hablar conmigo puedes llamarme. O lo que quieras.

Me quedo abrazando la cobija. Ahora sí lo arruiné.
























AY MI NIÑA PERO POR QUEEE ERES ASIIII.

Ufff yo entiendo a Ava. Pero no lloren, dejen de llorar y sigan leyendo.

Chau <3

La teoría del hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora