26. Un desastre juntos

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Han pasado 2 meses. Aunque Enzo no ha venido más se que Lucas y Emily lo tienen informado sobre mi. Las heridas en mi espalda ya sanaron. Aún me duelen, pero ya no necesito ayuda para bañarme ni vestirme. Puedo andar sola por la casa y ya no me la paso todo el tiempo encerrada en el cuarto. Ayer abrace a Lucas. Creo que debo comenzar a superar todos esos miedos poco a poco.

Emily me ha ayudado mucho. Me saca de la casa. Hemos ido al cine. A caminar por alguna plaza. O simplemente ha estado ahí cuando me siento con ganas de morir. Cómo ahora.

— Cariño. ¿No crees que es hora de hablar con Enzo? — Pregunta mientras me acaricia el pelo. — Hoy me dio esto. La policía lo encontró en ese establo donde te tenían. Y me dijo que te lo devolviera. — Me da una pequeña cajita. La tomo y la abro.

— Oh... — Es el medallón. Le pido a Emily que me lo ponga. — Esto me lo dio el hace tiempo ya. Era de su abuela. — Abro el medallón y me río cuando veo una foto de Enzo mostrando los músculos de sus brazos. — Esto si es nuevo. Dios mío como lo extraño. — Digo acariciando el medallón en mi pecho.

— Me parece que ya lo has castigado lo suficiente. Y a ti también. — Me mira. — Se que te estás muriendo por tenerlo cerca. Y déjame decirte, que el parece un perro abandonado.

— Tengo miedo.

— Lo se. Y no te digo que lo hagas todo rápido. Pero si quieres empezar de cero tienes que empezar ya. Un paso a la vez. — Le sonrio.

— Si alguna vez decido volverme lesbiana quiero salir contigo. — La abrazo.

— Yo también amiga. Yo también. — Sonríe. — Ahora. Te aconsejo que llames a Enzo y hagas que deje de parecer zombie por todos lados.

— Lo haré. Lo haré.

...

— Gloria preparó esto para ti. — respiro hondo. Después de tanto tiempo la voz de Enzo sigue haciendo cosas raras con mi corazón.

— Gracias. — Le sonrio. Deja la bandeja con fruta y jugo a mi lado en la cama y se queda de pie. — Es de mala educación no saludar. — Antes de que termine de hablar sus labios están besando mi frente. Se ha convertido en una costumbre.

— No tienes idea, de cuanto te extrañe. — Sonríe cuando ve el medallón colgar de mi cuello.

— Yo también. ¿Me das un abrazo? — Lo miro.

— ¿Estás segura? — Cuando asiento se acerca lentamente. Con cuidado me envuelve en sus brazos y yo suspiro. — ¿Me estás oliendo otra vez?

— Si. Cállate. — Se ríe. Después de un rato suspiro. — Lo siento. No quise hacerte sentir mal con todas esas estupideces que dije. Estaba asustada y no sabía que hacer.

— Ahora tu cállate. — Pega su frente a la mía. — Un paso a la vez. — Definitivamente Emily tuvo alguna conversación con el.

— Un paso a la vez. — Sonrio. — Te advierto que soy un desastre ahora.

— Podemos ser un desastre juntos. — Beso su mejilla y el sonríe.

...

— He decidido dejar la universidad. Solo por ahora. Luego puedo retomar mis estudios. — Le digo a Lucas mientras comemos. El me mira y asiente.

— Yo me ocuparé de eso. No te preocupes. ¿Cómo has estado?

— Estoy bien. Quiero que las cosas vuelvan a la normalidad. Y empezar de cero. Para eso quiero tomarme un tiempo de la escuela y solo... sanar. — Sonrio.

— Tomate todo el tiempo que necesites. Nosotros te apoyamos ¿Si? — Sophie toma mi mano por encima de la mesa y me sonríe.

— Chicos ya terminé de comer. Creo que me iré a descansar. Sophie... ¿Crees que podamos hablar? En mi cuarto. A solas. — No se por que agrego todo eso. Solo logro parecer sospechosa y que Lucas me mire con el ceño fruncido.

— Claro. — Se levanta junto conmigo y subimos las escaleras. — ¿Que pasa? ¿Necesitas ayuda con algo?

— ¡Si! No se que hacer. — Ella me mira alarmada. — Tuve un sueño.

— ¿Están volviendo las pesadillas? — Luca preocupada y ahora me siento tonta.

— No no. Quise decir, soñé con Enzo. — Me sonrojo.

— Oh... ¿Y que pasa con eso? — Creo que se quiere reír.

— Que yo no me siento para nada lista todavía. Y en el sueño yo estaba muy lista. — Okey, ahora sí se está riendo. — Esto es serio Sophie. Tengo miedo de darle esperanzas y luego echarme para atrás.

— ¿Lo amas? — Yo asiento. — ¿Y el a ti?

— Me lo dice todos los días aunque yo aún no he podido.

— Yo lo que creo es que solo estás nerviosa. Si confías en el no te echarás para atrás.

— ¿Tu crees?

— Y si aún no sientes que estás preparada para tener más intimidad con el comiencen por cosas pequeñas. No se, una sesión de besos. Que te meta mano o algo así.

— Ay cállate. — Me cubro la cara, la tengo roja y caliente.

— Tu preguntaste. Yo te doy opciones. — Se ríe.

— ¿Podría funcionar...?— Creo que sonrio.

— Además si haces eso será un alivio para el chico. Cada día te mira con más cara de león hambriento que de novio comprensivo.

— Oh por favor. — Le tiro una almohada. — Ay Sophie. Pero es que me siento tan sucia. Me da vergüenza que el me vea o me toque sabiendo que el maldito de Dorian también lo hizo.

— No diré que te entiendo. Porque no he pasado por la mitad de lo que tú pasaste. Pero te puedo asegurar que el solo piensa en tenerte en sus brazos. — Me abraza. — En lo menos en lo que pensara será en lo que pasó.

— Chicas. — Dice Lucas del otro lado de la puerta. — Surgió algo en el hospital. Tengo que irme. Duerman juntas.

— Pasa Lucas. — Le digo y el abre la puerta. — Despídete. No seas idiota. — Me abraza y luego besa mi frente.

— Si regresas antes del amanecer me buscas. — Susurra Sophie antes de besarlo. — Ten cuidado al conducir. Te amo. — El le dice lo mismo y se va.

— Bien. ¡Vamos a dormir! La última en llegar a la cama hace el desayuno mañana. — Corremos hacia la cama riendo.

Me duermo con Sophie masajeando mi cuero cabelludo y tarareando una canción de cuna. Al final es como una madre para mí. Una madre muy joven y guapa.







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<3

La teoría del hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora