La puerta se abre y los ojos de Enzo se encuentran con los míos.
- ¿Que es todo esto?
- Una... ¿Sorpresa? - Sonrio. - Te prepare una cena. Italiana. - Recalco. - Compré velas, vino y un conjunto de Victoria's Secret que... - Me callo cuando en dos pasos está frente a mi e ignorando cualquier cosa que yo tenga para decir me besa. Y que beso dios mío. - No. No. La cena, tenemos que cenar. - No se si lo digo para el o para mí.
- ¿Victoria's Secret? - Asiento. - ¿Fue caro? - Cuando niego con la cabeza su sonrisa se agranda. - O sea que puedo romperlo. - Me cruzo de brazos y niego con la cabeza.
- Nadie va a romper nada. Me gustó y no quiero tenerlo solo para una vez.
- O sea que habrá más veces.
- Eso no es lo que quise decir. ¿Podrías dejar de mirarme así? Me pones nerviosa.
- ¿Te pongo nerviosa?
- Te juro que te voy a tirar el plato de pasta caliente a la cara Enzo.
- Sospecho que tú estás más caliente que la pasta. ¿Podemos saltarnos la cena?
- ¡No! No me quemé un dedo para que ahora me digas que quieres saltarte la cena. Siéntate y come. - Me cruzo de brazos y se ríe.
- Si que estás sonrojada. Tu cara está hirviendo. - Se ríe y toca mi mejilla.
- Es porque estoy enojada. - Nos sentamos. Espero atentamente que pruebe la comida. Siento como si Anton Ego estuviera a punto de hacer una crítica a mis habilidades de cocina.
- ¿Lo hiciste tu?
- Si. ¿Por qué? ¿Esta quemado? Salado. No espera. No me digas que está crudo.
- Cálmate mujer. Esta delicioso.
- ¿En serio? - Pruebo mi plato y es verdad.
- Relájate. No estés tan nerviosa, soy yo, no pasa nada - Toma mi mano por encima de la mesa y me sonríe, continuamos comiendo, nos servimos vino y Enzo trata de distraerme hablando de cualquier cosa. - Tu mensaje para que fuera a cuidar a Anne con Lewis me llegó hasta hace un rato. No tenía cobertura. ¿Querías entretenerme para venir y preparar todo esto?
- Puede ser... ¿Te ha gustado?
- Es la cosa más romántica que han hecho por mi. - come el último bocado de su plato. Yo apenas toqué el mío. Los nervios me cerraron el estómago. - Ya terminé de comer. ¿Podemos pasar al postre? - Tomo un respiro profundo y asiento. Nos levantamos y vamos hasta el cuarto. Ya huele todo campestre con las velas. Y si que es un olor agradable.
- Espera, tengo que decirte algo. Me siento como si fuera virgen otra vez.
- ¿O sea que me vas a sentir así bien apretado y grande?
- ¡Enzo! Hablo en serio, estoy nerviosa. Y estoy sudando.
- Vale vale. Vamos despacio. - Dice dándome un beso lento y cariñoso. - ¿Así está bien? - Cuando asiento continua. - Te voy a quitar el vestido muy despacito. - Asiento otra vez y se para frente a mi espalda. Comienza a bajar los tirantes de mi vestido dejando mis hombros desnudos. - Ahora te voy a besar el cuello.
Cada cosa que va a hacer me la dice antes y eso es tan lindo de su parte. Aunque al principio estoy tensa, con el paso de los minutos me voy relajando.
...
- Te amo. - Susurro mientras me recuesta en la cama y solo puedo mirar sus ojos cuando me mira desde arriba como si fuera lo más importante en su mundo.
...
Abro los ojos de golpe y miro a todos lados. Cena, Enzo, velas, cuarto, noche maravillosa. Sonrio y me volteo en la cama. Enzo no está. Me siento y cubro la parte delantera de mi cuerpo con la sábana. Las velas están apagadas y por las cortinas se filtra un poco de la luz del sol. Miro la hora en mi teléfono. Nueve treinta y siete de la mañana. La puerta del cuarto se abre y es Enzo entrando con una bandeja y lo que supongo es el desayuno.
- Buenos días. - Lo miro y se ríe. - ¿Pensaste que me había ido o algo? - Cuando me sonrojo de sienta a mi lado y me besa la mejilla. - Tonta. Estaba preparando el desayuno. - Dice dejando la bandeja frente a nosotros. - ¿Cómo te sientes?
- Hambrienta, y como si alguien hubiera reorganizado mis huesos. - Digo cortando un pedazo de panqueque y untandole mermelada. Gimo cuando lo pruebo.
- Si haces esos soniditos cuando comes te voy a comer a ti en lugar del panqueque. - Me río.
- No seas tonto.
- Pero ya en serio. ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? - Pregunta y luego bebe de su jugo.
- Estoy bien, en serio. Aunque hayan pasado casi tres años no me volví virgen. - Me río. - Me esforcé mucho para que todo quedara bien.
- Me encantó tu sorpresa. Mis huevos y yo te lo agradecemos. - Me río y le doy un manotazo.
- Gracias por esperar tanto por mi. - Le acaricio la mejilla y sonrio.
- Yo hubiera esperado hasta cinco años por ti. Además durante todo este tiempo tuve fotos tuyas.
- ¡Enzo! - Se ríe. - Fue una noche maravillosa.
- ¡Dímelo a mi! Llegue esperando que veríamos algo en Netflix y me quedaría otra vez empalmado, mira como terminamos.
- Así seguirá. Te lo prometo.
- Sigo dudando que cocinaras tu anoche.
- No sé si debería sentirme ofendida o halagada. Busqué la receta en Google. Ahora, no me preguntes el nombre. Porque estaba raro y no me acuerdo. Lo seguí todo al pie de la letra. Te juro que estaba aterrada de que se quemara o algo así. - Me río.
- Se te da bien la cocina. Eso significa que no tengo que traerte más el desayuno. Ahora tu puedes traermelo a mi.
- Dejas de hacerme esos desayunos deliciosos y ni en cinco años vuelves a tocarme.
- ¡Oh, no! ¡Por favor! - Dice dramáticamente. - Oh mi soberana no haga eso con su pobre esclavo. Me arrastro a sus pies mire. - Comienza a arrastrarse por toda la cama y mete la cabeza por debajo de la sábana y sale por el otro lado quedando su cara muy cerca de la mía. - Oh. Estás muy desnuda.
- Aja... - Me río cuando sube y baja las cejas. - Discutiremos eso cuando acabe mi desayuno. - Beso la comisura de su boca y continuo comiendo. El hace un puchero y mientras como se sienta detrás de mi y besa mi cuello y comienzo de mi espalda.
Un aplauso para Ava por favor. Una ovación de adoración hacia esta mujer suprema que no deja que lo jodido de la vida le quite la felicidad. Ya estamos terminando. Pronto le tocará a nuestra preciosa Emily. Ay que emoción. ¿Ya saben quien será el personaje principal del tercer libro de esta trilogía? Saludos los amo. Porfis denle amor al libro <3
ESTÁS LEYENDO
La teoría del hilo rojo
RomantikUna chica y un chico. Dos vidas distintas y desconocidas. ¿O no? Algo une sus destinos. ¿Será real la teoría del hilo rojo? Ava vive su vida tranquila. Va a la universidad y tiene una mejor amiga. Su objetivo es convertirse en doctora y salvar vidas...