La lista

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Verla allí, llorando de esa forma, le partió el corazón, había pensado en ella todos aquellos días, la había echado de menos, se había preguntado cómo serían las cosas si ella no estuviera defectuosa, una lluvia de información y preguntas a su cerebro que no sabía cómo parar, pero que estaba segura que iba a conseguir, lo bueno de asumir tu realidad era que te facilitaba ese tipo de esfuerzos, aunque tenía que reconocer que con ella le estaba costando un poco más.

La dejó subir en parte porque quería estar con ella, esa parte tonta y masoquista, a la que le gustaba sabotearla y en parte porque no tenía corazón para dejarla en la calle en aquel estado. Ojalá pudiera hacer algo más por ella, por su padre, pero le daba la sensación de que no quería hablar de ello, que estaba mal y había ido en su búsqueda para sentirse mejor, porque la necesitaba y eso la removia para bien y para mal, porque joder... la necesitaba, Lexa la necesitaba y ella quería poder cuidarla, pero no debía necesitar nada de ella porque no tenía nada que ofrecerle más que lágrimas y frustración, ni siquiera podía cuidar de sí misma, era una absurdez pensar que podía hacerlo con alguien más y esa chica a pesar de conocerla tan poco había despertado algo en ella y lo último que quería era hacerle daño, que lo pasara peor, sumarse a sus otros problemas y por eso tenía que seguir firme en la elección de mantenerla alejada y si para ello tenía que contarle su historia, haría de tripas corazón, lo dejaría todo salir y seguramente la morena saldría caminando en la otra dirección por su propio pie, sin que tuviera que echarla de nuevo.

Eso era algo inaudito en ella, porque ni siquiera a Brooke logró abrirse tanto, la miraba a los ojos y simplemente no podía, tal vez estaba demasiado involucrada sentimentalmente con ella y no le gustaba que la viera de esa forma tan vulnerable, que supiera por lo que tuvo que pasar realmente, sentir vergüenza por el hecho de sentirse así, no ser capaz de ser quién era con su propia novia, le despejó muchas dudas de cómo sería su futuro, dejarla marchar fue duro, pero le hizo un favor y nunca nadie se volvió a acercar tanto a ella como para sentirse cómoda hablando de eso y jamás se planteó contárselo a Lexa, pero tenía que alejarla de ella a toda costa. Que viera que estaba tan rota, que no le valiera la pena quedarse un segundo más perdiendo tiempo intentando llegar hasta ella. Y de paso ella se ahorraba una frustración más, no iba a darle el gusto a la vida de darle otra bofetada que la dejara inconsciente sobre la lona, ya había aprendido la lección por las malas, ahora había encontrado su sitio y su rumbo, dónde estaba a salvo del mundo y de ella misma y no iba a tirarlo por la borda para acabar mucho peor de lo que estaba. Por muy tentador que fuera haberse cruzado con la morena, debía dejarla pasar, no iba a caer en ese capricho del destino que tan solo quería jugar con ella, no iba a llevarse a Lexa por delante. Y le dolía y la rabia que sentía era infinita, porque en el fondo Raven tenía razón, quería más y se conformaba con nada. Quería poder cruzarse con ella, dejarse llevar, enamorarse, quería todo lo que una vez pudo tener y le había sido arrebatado y cuando no pudo abrazarla viéndola tan vulnerable, tuvo ganas de gritar, de golpearse contra la pared, de darle puñetazos a la puta puerta, de maldecir lo que le había tocado vivir, una rabia desmedida que controló como pudo y lo único que pudo hacer fue disculparse y sentirse pésima, tan solo un puto abrazo par hacerla sentir mejor, no era capaz ni de lo más sencillo, ni de lo basico en cuanto a mostrar afecto respectaba ¿Como pretendía mantener así un relacion con alguien? En cuanto Lexa se diera cuenta de eso todo se pondría en su sitio por si solo.

La llevó hasta la habitación, era el lugar más seguro que conocía, dónde no tendría que mirarla a la cara si la cosa se ponía fea. Se tumbó de lado en la cama después de ofrecerle ponerse cómoda a ella, solía dormir boca abajo, intentaba evitar rozar la parte trasera de su cuerpo con el colchón siempre que podía, sobre todo por las noches, cuando la parte más primitiva de su cabeza lograba tomar el control. No siempre lo conseguía y aunque no se convertía en un drama, tampoco lo tenía como algo agradable.

Nuestras cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora