Dime qué necesitas

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Estaba en uno de esos momentos de su vida en los que podías sentir la felicidad cogiéndote de la mano, dando pasos simultáneos a los tuyos y te dejabas guiar por el camino que te marcaba, no recordaba la última vez que pudo sentirse así, que se lo habían permitido, seguramente en ese entonces, sus padres seguirían con ellos y la enfermedad de su hermano no existía. Y todo gracias a Clarke, estando con ella su mundo se transformaba, la realidad que vivía con ella era muy diferente a la que le había tocado, y con la rubia, se le olvidaba, estando con ella los problemas se volvían insignificantes, con cada sonrisa se alejaban un poco más, cada roce la adentraba más en aquel nuevo mundo de sensaciones y sentimientos que la mantenían a salvo de todo lo que había fuera de la burbuja que habían ido construyendo, con ella se sentía segura, no recordaba lo que era que te trataras de esa forma que te enganchaba más y más, por eso cuando se acordaba de su verdadero propósito, la tensión se le bajaba hasta el suelo, su estómago se revolvía tanto que a veces le daban ganas de vomitar y su corazón bombeaba sangre helada. No quería pensar en eso o no podría seguir haciéndolo aunque tuviera la obligación de continuar, era la única forma de salvar a su hermano y ese "A costa de todo" se le clavaba como puñales afilados y envenenados. Clarke no se merecía eso y ella no se merecía a Clarke. Se repetía miles de veces "La estás ayudando" y eso era lo que importaba, que la odiara después era una posibilidad que tenía que asumir, al fin y al cabo el unico objetivo era salvar a la rubia de sí misma e iba por buen camino, lo que le pasara a ella no importaba, que su corazón se rompiera en mil pedazos era la consecuencia de poder pagarle la operación a la persona que más amaba en el mundo, el precio era alto pero iba a pagarlo, su hermano podría tener una vida normal y el corazón de la rubia se recompodría y podría tener esa misma vida, en aquel juego todos ganaban algo aunque tuvieran que perder por el camino. Cuando sus ojos azules la miraban, no había más opciones que seguirlos, hasta dónde hiciera falta, no tenía que enamorarse de ella, pero lo estaba haciendo y cualquier esfuerzo por lo contrario era inútil, la complejidad de aquel plan la abocaba irremediablemente hacia ello, era lo más fácil, pero sería lo más duro cuando todo acabara. Se sentía la peor persona del mundo, la más baja y rastrera, falta de moral, por obligar a Clarke a hacer lo mismo ¿Pero como mierdas conseguiría lo que Raven le estaba pidiendo? Cuándo pensaba en dejarlo, se acordaba de Adam y vuelta a empezar. Le gustaría suplicarle "por favor no te enamores de mí" mientras sus actos le decían lo contrario, necesitaba a la rubia emocionalmente abierta, regalándole toda la confianza para que todo pudiera funcionar y se sentía sucia cuando tenía que mentirle sobre su vida, porque la rubia pensaba que estaba siendo igual de sincera, que entre ellas dos había algo especial, y lo había, por eso evitaba temas de conversación y decía verdades a medias. Se encontraba ante el peor dilema de su vida, una encrucijada irreverente que cada vez se hacía más grande y ni siquiera tenía capacidad de elección.

Clarke cada vez preguntaba más y ella se iba haciendo cada vez más pequeña. Si tenía que hablar con el corazón en la mano, los peores momentos de aquella etapa de su vida los provocaba la rubia, lo hacía, cada vez que le escribir "te echo de menos""ojalá pudiera estar contigo ahora" cosas cómo "eres lo mejor que me ha pasado en la vida" normalmente sonreía de forma exagerada al recibirlos y no perdía tiempo en llamarla o ir a buscarla, pero había momentos en los que no podía, momentos en los que estaba trabajando de verdad, momentos con otras clientas y no miraba el móvil hasta llegar a casa por miedo a echarse a llorar delante de ellas, realmente lo que sentía ante aquellas palabras después de haberse follado a otra, era indescriptiblemente desagradable, le oprimía el pecho, sintiéndose la mayor mierda del mundo y las más hipócrita aunque sintiera lo mismo que ella, se cuestionaba el sentido de todo aquello, pero tenía uno claro, el bienestar de Adam y aunque pareciera contradictorio, también el de Clarke. Mataría por poder gritarle la verdad y rogarle porque la perdonara, porque la aceptara tal cual era, con un poco de suerte hasta llegaría a entenderla, pero también sabía que no lo iba a hacer, simplemente no podía.

Nuestras cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora