No me sueltes

348 29 17
                                    


Vivía en una especie de sueño con un futuro prometedor, era la primera vez que lo sentía así, que el milagro podía suceder de verdad y que las barreras que se había auto impuesto eran solo un reflejo de su miedo tras el que se ocultaba porque era más fácil así a pesar de que las consecuencias eran fatídicas, parecía contradictorio poder sentirse segura en una vida llena de miedos e inseguridades, que apenas te desconcentraras un poco de tu cometido vital, todo saltaba por los aires ¿Estaba más segura o le daba miedo enfrentarse a sí misma? Había perdido un tiempo muy valioso, tirado años a la basura. Tuvo que aparecer Lexa cargada con todos esos sentimientos para abrirle los ojos, para darle la motivación necesaria que había necesitado para dar un paso adelante. Parecía entenderla de verdad y durante esos casi cuatro meses que la conocía no se había sentido en peligro en ningún momento, lo que le daba más confianza en ella, más valor para aceptar ese "Sí se puede" para buscar la ayuda profesional que tanto necesitaba y que su mejor amiga le rogaba cada vez que la veía. Había tenido cinco sesiones con su psicologa, Judith, una mujer experta en estrés post traumático severo, al menos le había puesto nombre a una parte de todo aquello que le sucedía, le había puesto nombre a la causa que desencadenaba todo lo demás y estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta para salir de esa, tan solo con aquel rayo de luz, tan solo con la ilusión de poder ver a Lexa otra vez, se sentía más viva de lo que lo había estado en mucho tiempo. Sentía que por fin alguien iba a ser capaz de ayudarla, y no se refería ni a Lexa ni a Judith, se refería a ella misma, su peor enemiga pasaría a ser su mayor aliada y contaría con tres pilares fundamentales a los que por fin se iba a abrir, en los que se iba a apoyar, con Raven, Lexa y su terapeuta, sosteniéndola, se creía capaz de cualquier cosa por muy difícil que le resultara, empezaría por trabajar su tolerancia a la frustración para que esos episodios no la frenaran en su verdadero objetivo. Un ángel había puesto a la morena en su puerta, una señal que empequeñecía todos esos pensamientos intrusivos que le hacían daño y la saboteaban.

La terapia de aquel día tuvo que ser por videoconferencia, prefería acudir a consulta, pero esa semana apenas tenía un respiro para comer, a finales tenía una operación importante, entre el trabajo pendiente que nunca acababa y todos los últimos preparativos y pruebas no podía ausentarse las dos horas que le llevaría aquella visita, por eso decidieron hacerlo así, comió un sandwich a toda prisa acompañado de un vaso de café bien cargado.

Hasta entrar por la puerta de su casa le sabía distinto, el orden había vuelto a instaurarse, tampoco podía acometer milagros propios pero el ambiente de hogar estaba más presente y pensaba menos en trabajar y más en lo que haría en su tiempo libre. Seguía con todos sus rituales anti pánico, Judith le había quitado un peso de encima asegurándole que era normal, que no se presionara, que lo que había construido en tantos años no iba a derribarlo en unos poco días, que todo tenía unos tiempos y se liberó de esa presión, porque si estaba dentro de lo normal ¿no seguía avanzando igualmente? Al menos ahora tenía las ganas que siempre le faltaron.

Llegó tan tarde a casa que lo primero que hizo fue tirarse en la cama, la misma cama en la que se imaginaba durmiendo con ella, se estremecía cada vez que recordaba lo que había pasado semanas atrás en una parecida a aquella, en lo que sintió, en lo cachonda que se puso, en todo lo que significó aquel momento, en lo que había echado de menos estar con una mujer, a su manera, si, pero al fin y al cabo era lo que podía ofrecerle. No habían vuelto a tener otra oportunidad así, no quería forzar las cosas y le daba la impresión que Lexa tampoco tenía prisa por más, era lo que prefería pensar, porque no le gustaba la idea de que la morena se hubiera dado cuenta de sus limitaciones y no le valiera la pena volver en busca de algo más, se acordó de Brooke y no quería que le pasara lo mismo con Lexa, que terminara dándose por vencida en aquello también. Por esa parte le daba un poco de miedo volver a quedarse a solas con ella en una situación que las llevara a lo mismo y que no fuera suficiente esta vez. Por eso dejaba pasar el tiempo y se convencía de que ese temor era infundado porque la morena la seguía tratando igual que siempre, seguía queriendo estar con ella.

Nuestras cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora