Latidos inesperados

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Tuvo tiempo para pensar, demasiado quizás, pero daba las gracias por mantener la cabeza ocupada con eso y relegar por momentos su drama personal a un segundo plano, aunque siempre volvía y el sobre esfuerzo que tenía que hacer era casi sobre humano para apartarlo de nuevo.

Se intentaba autoconvencer de que todo pasaba por alguna razón, hasta ese dolor que sentía era justificable si había un fin o un destino aún mejor. Seguramente Brooke se había quedado esperando aquella llamada, pero tenía que estar segura de los pasos que iba a tomar, a veces sus conclusiones le parecían una auténtica ridiculez y otras estaba tan convencida de estar en lo cierto que la ansiedad disminuía considerablemente y se alentaba más y más a seguir por aquel camino.

¿Estaba curada realmente?¿O tan solo podía ser una mujer completa al lado de la supuesta Lexa? Si aceptaba la segunda opción, su mundo volvía a venirse abajo, volvía a ser la mujer patética en la que la habían convertido, condenada a vivir en una realidad mucho peor que la anterior, porque lo había tenido todo y la habían dejado sin nada, con mucho menos de lo que tenía antes de conocerla. Habían jugado con sus sentimientos hasta hacerla creer que el mundo mágico en el que vivía realmente existía, cuando era una burda creación de unas mentes casi psicopáticas y ella era un juguete con el que entretenerse para conseguir sus objetivos. De la supuesta Lexa, podría llegar a entenderlo, porque era una extraña contratada a sueldo, pero de Raven... ese dolor ante la falta de explicación lógica... ese dolor era el más insoportable de todos. Si alguien con el vínculo que ambas tenían prácticamente desde toda la vida, si esa persona incondicional puede ser capaz de llegar a hacerte algo así ¿Acaso puedes confiar en alguien? Cuando ni siquiera debiste confiar en ella. Naces sola y vives sola, esa era la realidad y si alguien debe protegerse de las personas que dicen que te aman, eres tú misma. No iba a caer en la trampa dos veces, esa era la lección más horrible que la vida le había enseñado.

Sin embargo, si realmente había superado las consecuencias de "Allí" su mundo recobraba un poco de sentido y pasar por esa angustia vital tenía una razón de ser, un propósito más grande de lo que un día sospechó. Una circunstancia que la hizo más fuerte y le enseñó lecciones que no hubiera aprendido de otra forma menos cruel. No sería esa mujer patética, esa pobre chica con el alma rota. Podría resurgir de sus cenizas todavía más fuerte.

Aún así, no sabía lo que hacer, pero decidieron por ella cuando entró en casa, no se dio cuenta hasta que sin querer, con el pie deslizó unas hojas de papel que había en el suelo de la entrada. Se agachó para cogerlas algo confusa, sin tener ni idea qué era o qué hacía allí, hasta que su corazón se desbocó y el papel comenzó a temblar sujeto entre sus dedos, lo único que sintió en ese momento fueron unas ganas terribles de llorar, se convirtió en la mujer patética de nuevo por todo lo que sintió mientras sostenía aquel papel frente a sus ojos, le recordó la traición y la mentira, lo ingenua y estúpida que había sido durante tantos meses, le flaquearon las piernas y tuvo que apoyarse contra el marco de la puerta para no caerse al suelo. La mujer fuerte que podía superar aquello de pronto desapareció, quedaron solo los miedos, las debilidades, lo ridícula que se sentía. Tan solo leyó las primeras lineas del primer folio

"Mi amor, si no quieres verme ni escucharme, lo entiendo, pero tienes que saber la verdad, tienes que dejar que te lo explique porque me niego a perderte, perdóname, por favor, perdóname. Aquí te lo cuento todo, puede que me quede corta y te surjan más dudas o preguntas, te las resolveré también. Sé que no vas a responderme todavía, pero te suplico que lo leas. Estoy desesperada, no dudes de mi amor por ti, duda de todo, pero no de eso

Con aquel "mi amor" se llenó de rabia, una rabia irracional, alentada por los sentimientos que su recuerdo le provocaba, aquel "mi amor" no valía una mierda para ella, aquel "mi amor" era una burla hacía ella y su inteligencia. Cada uno que salió de sus labios era pura patraña, una vía para conseguir su objetivo y seguir facturando el mayor tiempo posible, que cuando ya no le fueran rentables, dejarían de existir si más explicación que un adiós antes de desaparecer para siempre de su vida, convirtiéndola en el ser más patético y triste que pudiera dejar. ¿Qué pretendía con seguir buscándola?¿Provocarle más dolor?¿Tan psicópata era?¿Tan falta de empatía?Puede que lo fuera, porque usar a si a una persona no tiene muchos más calificativos. Se arrepintió de todas las veces que la llamó mi amor o le dijo que la amaba, porque era lo más sincero que le había confesado jamás a nadie, se había hecho vulnerable y le daba igual porque estaba convencida de que era el amor de su vida. ¿Cómo no iba a arrepentirse si se lo confesó a alguien que no existía? A una persona que cogía cada una de esas palabras y se reía a carcajadas mientras las hacía añicos entre sus manos. Una persona que convertía en comedia lo más bonito que ella podía darle. Todo lo que leyó a continuación de esas dos palabras, carecía de sentido para ella, puro cinismo y más mentiras. Entre lágrimas comenzó a rasgar aquellas hojas, una y otra vez, hasta convertirlas en trocitos muy pequeños que se desperdigaban por el suelo de la entrada porque no le cabían en las manos. El teatro macabro y su guión llegaban hasta ahí. Y no sabía si en algún momento tendría que enfrentarse a algo peor que unas cartas, pero iba a tomar medidas. Antes de retomar su vida, necesitaba una larga ducha.

Nuestras cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora