Su expresión se endureció, y vi cómo la arrogancia que tanto conocía volvía a su rostro. "¿Así cómo, Daphne?" respondió con un tono que bordeaba la burla. "¿Preferirías que siguiera siendo el monstruo que crees que soy?"
Fruncí el ceño, sorprendida por su cambio de actitud. "No se trata de eso, Dareck. Se trata de entender qué es lo que realmente quieres de mí."
Él se cruzó de brazos, una sonrisa arrogante curvando sus labios. "Lo que quiero de ti, Daphne, es algo que aún no entiendes. Pero créeme, lo harás."
Esa respuesta evasiva y su tono condescendiente solo alimentaron mi frustración. "No puedes simplemente jugar con mis emociones así," dije, mi voz alzándose un poco. "No soy un juguete que puedas manipular a tu antojo."
Dareck me miró por un momento, su expresión evaluativa, antes de encogerse de hombros. "Piensa lo que quieras, Daphne," dijo finalmente, su tono frío. "Pero no tengo tiempo para discutir esto ahora."
Sin más palabras, se dio la vuelta y salió de la cocina, dirigiéndose a su oficina. Me quedé allí, mirando el espacio vacío que dejó a su paso, sintiendo una mezcla de rabia y confusión. La puerta de su oficina se cerró con un golpe seco, resonando en la silenciosa mansión.
Tomé un profundo respiro, intentando calmar mi agitación. Sabía que no podía dejar que Dareck controlara mis emociones de esa manera. Me senté a la mesa de la cocina, tomando un bocado de mi sándwich, aunque el apetito se me había ido.
"Dareck"
En mi oficina, me dejé caer en la silla detrás del escritorio, frotándome las sienes. La confusión en los ojos de Daphne me había afectado más de lo que quería admitir. No era solo deseo lo que sentía por ella; era algo más profundo y complicado, algo que no podía permitirme expresar completamente.
Encendí el ordenador y me obligué a concentrarme en el trabajo, pero mi mente seguía volviendo a ella, a sus ojos llenos de desafío y vulnerabilidad. Sabía que no podía seguir jugando con sus emociones de esa manera, pero tampoco podía ignorar lo que sentía.
Justo cuando intentaba ordenar mis pensamientos, uno de mis hombres de confianza, Marco, entró apresuradamente en mi oficina. Marco era más que un simple empleado; era uno de mis socios más antiguos y leales, alguien en quien confiaba para manejar aspectos críticos de nuestras operaciones.
"Dareck, tenemos un problema con la mercancía que llegó esta mañana," anunció Marco, con tono preocupado. "Parece que hubo un malentendido en la entrega, y algunos de los envíos están incompletos."
Frustrado por la interrupción y consciente de que esto podía ser un desastre potencial, me levanté de la silla y caminé hacia Marco. "¿Cómo pudo pasar esto?" pregunté, tratando de mantener la calma mientras evaluaba las implicaciones.
Marco explicó rápidamente los detalles del problema logístico, pero mi mente seguía divagando hacia Daphne. ¿Cómo podía concentrarme en asuntos de negocios cuando tenía asuntos mucho más personales y complejos que resolver?
Decidí tomar medidas inmediatas para resolver la situación con la mercancía, pero mi mente seguía dividida.
Tomé una decisión rápida. "Marco, arregla una reunión para resolver esto y también organízame un viaje a Londres. Necesito manejar esto personalmente."
Marco asintió, acostumbrado a mi forma de trabajar. "¿Algo más?"
"Sí," respondo, mi voz firme. "Necesito que le saques un pasaporte a la chica. Va a venir conmigo."
Marco levantó una ceja, pero no cuestionó mis órdenes. "Entendido. Me encargaré de eso de inmediato."
Decidí ir a buscar a Daphne. Necesitaba hablar con ella antes de que comenzara a dudar más de mis intenciones. Caminé por el pasillo hacia la cocina, donde la había dejado preparando un sándwich. Al llegar, la vi terminando su comida, sus ojos aún llenos de preguntas sin respuesta.
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"Todo en esa noche"
Teen FictionEn las sombras de la ciudad de Roma, donde los secretos se entrelazan con los susurros de la noche, surge una historia de amor y peligro que desafiará los límites del corazón humano. Dareck Cullen, un mafioso italiano con un pasado oscuro y un prese...