"No más, Dareck. Por favor, ya no más," susurré, mi voz débil mientras me desplomaba en sus brazos, agotada.
Dareck asintió y con suavidad me puso su camisa. Luego, me levantó y me llevó al baño para ducharme. "Me duele el interior de mi coño," le dije con un gemido.
Él rio suavemente. "¿Quieres más, nena?" preguntó, burlón.
Lo miré con una mirada cansada y exasperada. "Ni se te ocurra, un poco más y me dejas sin ovarios."
Dareck se rio de nuevo y me ayudó a ducharme, sus manos fuertes y cuidadosas mientras me lavaba. Salimos del baño juntos, y solo me puse unas bragas antes de que Dareck se acostara en la cama. Me señaló con una sonrisa que me acostara con él.
Emocionada, me tiré sobre él, provocándole una risa gruesa mientras me apretaba contra su pecho, besándome con ternura. Cansada, cerré los ojos y me quedé dormida encima de él, sintiendo su calidez y protección envolviéndome por completo.
Al despertar al día siguiente, me encontré todavía acurrucada contra el cálido cuerpo de Dareck. La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación con un resplandor dorado. Me estiré y, al moverme, sentí un leve dolor en mis músculos, recordatorio de la intensa noche anterior.
Dareck ya estaba despierto, mirándome con una expresión suave pero con su habitual determinación. "Buenos días, nena," murmuró, pasando una mano por mi cabello.
"Buenos días," respondí, un poco adormilada. Me incorporé lentamente, tratando de despejarme. "¿Qué hora es?"
"Temprano aún," respondió. "Quería asegurarme de que descansaras bien."
Asentí, apreciando su consideración. Después de unos minutos de silencio cómodo, finalmente decidí levantarme. "Voy a bajar a preparar algo para desayunar," dije, buscando algo de ropa para ponerme.
"Déjame ayudarte," dijo Dareck, levantándose también. Me ofreció una de sus camisas y unos pantalones cómodos. Después de vestirme, ambos bajamos las escaleras hacia la cocina.
La cocina estaba tranquila, sin la presencia de Vlad, que ya había partido a su país. Sentí una especie de alivio al no tener que enfrentar ninguna mirada inquisitiva ni comentarios fuera de lugar. Dareck y yo nos movimos en silencio mientras preparábamos el desayuno, la tensión de la noche anterior aún latente pero más suave.
"¿Qué planes tienes para hoy, nena?" preguntó Dareck, mientras ponía el café a preparar.
Pensé por un momento antes de responder. "Quizás salga a caminar por los alrededores. Necesito despejar mi mente."
"Eso suena bien," dijo Dareck, asintiendo. "Pero no vayas sola. Te acompañaré o llevaré a alguien contigo."
"Está bien," acepté, sabiendo que era por mi seguridad.
Después del desayuno, Dareck y yo salimos a caminar por los alrededores de la cabaña. El aire fresco y el paisaje tranquilo ayudaron a despejar mi mente, y por un momento, pude olvidar las complicaciones de nuestra situación. Al caminar juntos, sentí una renovada determinación de enfrentar lo que sea que el futuro nos depare.
Durante nuestra caminata, mi celular vibró, señalando la llegada de un mensaje. Lo saqué del bolsillo y, al abrirlo, vi una foto que me dejó helada. Era Dareck, besándose con Amanda. Mi corazón se detuvo un instante y luego comenzó a latir con furia. Sentí las lágrimas asomarse, pero las contuve con fuerza. No quería que Dareck notara mi agitación.
Me giré hacia él con una falsa sonrisa. "Tengo una sorpresa para ti, cariño."
Dareck me miró con curiosidad, su mirada suave se tornó misteriosa. "¿Dónde está que no la veo?"
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"Todo en esa noche"
أدب المراهقينEn las sombras de la ciudad de Roma, donde los secretos se entrelazan con los susurros de la noche, surge una historia de amor y peligro que desafiará los límites del corazón humano. Dareck Cullen, un mafioso italiano con un pasado oscuro y un prese...