Bajé las escaleras con cuidado, sintiendo el suave roce del vestido contra mis piernas. Cuando llegué al pie de las escaleras, vi a Dareck hablando por teléfono. Justo en ese momento, levantó la vista y quedó impactado por cómo me quedaba el vestido. Colgó el teléfono de inmediato y murmuró una frase en italiano que no entendí.
"Che dura mi fai al pensare che solo io vedrò le tue curve," dijo, con una mirada intensa que me hizo ruborizar. Aunque no entendí completamente sus palabras, el tono de su voz y la forma en que me miraba hicieron que mi corazón se acelerara.
"Nos vamos," dije, tratando de mantener la compostura.
Pero él frunció el ceño. "¿Tienes que ponerte ese vestido? Hay muchos otros."
"Este me gustó mucho," respondí con firmeza. "¿Y a ti qué te parece?"
Dareck tragó grueso, su mirada recorriendo mi figura antes de responder. "Muy llamativo y elegante, linda."
Subí al auto deportivo de Dareck, un imponente Mustang que hacía juego con su personalidad. Lo miré con una sonrisa traviesa y le pregunté, "¿Puedo manejarlo yo, por favor?"
Dareck levantó una ceja, claramente sorprendido por mi petición. "No, linda, no intentes querer tener todo bajo control."
Crucé los brazos y me quedé de pie junto al auto, sin intención de subir. Dareck suspiró, rindiéndose. "Solo por esta vez," dijo, y supe que había ganado.
Con una sonrisa victoriosa, subí al asiento del conductor y encendí el motor. Sentí una emoción electrizante recorrerme cuando arranqué y salí por el portón abierto. Conduje hacia el restaurante elegante siguiendo las indicaciones de Dareck.
Me estacioné como toda una profesional, y Dareck, con una mirada de asombro, dijo, "Vamos, linda."
Bajé del auto junto a él, sintiendo las miradas de muchas mujeres posándose en Dareck. Sin pensarlo, le agarré la mano. Él me miró curioso y preguntó, "¿Qué pasa, linda?"
"Nada," respondí, tratando de sonar despreocupada.
"¿Estás celosa?" me preguntó con una sonrisa.
Lo miré y rodé los ojos, un gesto que él notó de inmediato. "No hagas esos ojos así, que te voy a dar motivos, Daphne," me advirtió con un tono juguetón.
Entramos al restaurante, y la cena fue tensa. Dareck se contenía de las miradas que algunos hombres me lanzaban, y yo podía ver la rabia ardiendo en sus ojos. "Mierda, les quiero arrancar los ojos a todos," murmuró entre dientes.
"No puedes," le dije con una risa, tratando de aliviar la tensión. Pero sabía que Dareck no era del tipo que se calmara fácilmente.
"Daphne," dijo con una voz baja y profunda, "quiero que seas solo mía y de ningún otro imbécil."
Su declaración me tomó por sorpresa. Las palabras resonaron en mi mente, y sentí un calor subir por mi cuerpo. Sabía que Dareck era posesivo, pero escuchar esas palabras en voz alta hizo que algo dentro de mí se encendiera.
Después de la cena, mientras Dareck pagaba la cuenta, apareció una chica muy bonita. Era alta, de pelo rubio, ojos azules y piel trigueña. Su cuerpo parecía el de una modelo. Se acercó a Dareck y, con una sonrisa coqueta, le preguntó si le podía regalar su número de teléfono y por qué estaba tan solito.
Justo en ese momento, estaba sentada observando la escena. Me levanté, decidida a no ser partícipe de aquella situación, y salí afuera, esperando junto al carro. Mientras esperaba, apareció un chico con traje negro, guapo y joven. Me miró y, con una sonrisa amable, me preguntó qué hacía parada en el frío.
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"Todo en esa noche"
Teen FictionEn las sombras de la ciudad de Roma, donde los secretos se entrelazan con los susurros de la noche, surge una historia de amor y peligro que desafiará los límites del corazón humano. Dareck Cullen, un mafioso italiano con un pasado oscuro y un prese...