Capitulo 23

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Al siguiente día me levanté sin hacer ningún ruido, para tomar una ducha caliente. Me dolían un poco las caderas y recordé la noche anterior, donde Dareck me dio muy duro. Joder, casi me mata. Salí del baño a la habitación a buscar qué ponerme sin hacer ruido; no quería levantar a Dareck ya que estaba bien dormido. Me puse una lencería negra y encima un suéter rosa con un short suave. Me peiné una linda trenza y bajé las escaleras, dejando a Dareck dormir.

Al bajar hasta la cocina, encontré unas lindas rosas rojas con chocolates. Me acordé del regalo que mencionó que dejó en la cocina. Puse las rosas en agua en un lindo jarrón y me puse a cocinar el desayuno. Decidí preparar algo especial: panqueques de arándanos con sirope de maple, tocino crujiente y huevos revueltos con espinacas y queso feta.

Después de un rato, escuché a Dareck bajar las escaleras. Estaba vestido con una camisa negra de botones, ajustada a su cuerpo musculoso, y unos pantalones negros a juego. Completaba el look con unas zapatillas blancas. Se veía increíblemente atractivo, como siempre.

"¿Por qué no me levantaste, nena?" preguntó con su voz profunda y ligeramente ronca por el sueño.

"Te veías muy cómodo en la cama," respondí, sin apartar la vista de la sartén. "¿Qué huele tan rico?"

"Te hice el desayuno."

"¿Solo a mí?"

"Sí, pero tú también vas a comer y no quiero escuchar un no."

"Es que estoy comiendo los chocolates que me diste. Están ricos."

Con una mirada de enojo, me dijo, "Deja de comer eso dulce en la mañana."

"¿Me estás diciendo que estoy gorda, verdad?"

"No, nena, ¿Cómo vas a decir eso?"

"No quiero chocolates entonces."

"Bien, tú ganas. Come tus chocolates," dijo, resignado.

Se sentó en la mesa y probó lo que había preparado. "Mm, está rico, linda, pero no tanto como tú, principessa."

"Ven, amore mio, siéntate en mi regazo," dijo Dareck, extendiendo la mano.

Mientras comía mi chocolate, pidió un pedazo. Le ofrecí el chocolate, pero él, con una mirada oscura, dijo: "No así. Quiero que me lo des con tu boca."

"No, come tu desayuno, guapo," respondí, sirviéndole un poco de jugo. Con una cara seria, se comió todo lo que le preparé. Luego se levantó, me sentó en la mesa y me quitó el pedazo de chocolate que tenía en la boca. "Qué rico, nena," murmuró, chupándome el cuello.

De repente, su teléfono sonó. Con una cara seria, contestó: "Mandaré a mis hombres al aeropuerto por ti." Colgó el teléfono y me dejó sola sobre la mesa. Se dirigió afuera a buscar a sus fieles hombres, Lucas y Joseph.

Los escuché decir: "Vayan por él ya al aeropuerto. Vayan con otros hombres armados. No quiero ningún inconveniente."

Me bajé de la mesa y me dirigí al fregadero para lavar los platos. Mientras lo hacía, escuché a Dareck acercarse y decir: "Deja eso y llama a la encargada de la limpieza."

"Yo puedo," respondí seria.

"¿Con quién hablabas?" pregunté, con la curiosidad mezclada con celos.

"Con una chica, ¿por qué?" respondió él, sin darle importancia.

Lo miré enojada. "¿Es en serio?"

Dareck me miró con una mirada oscura. "¿Algún problema?"

"¡Púdrete con tu chica, italiano imbécil!"

"Todo en esa noche"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora