Salí del baño junto a Dareck y me dirigí a mi cuarto para ponerme una pijama. Luego, sequé mi cabello con la secadora y comencé a hacerme una trenza. En eso, Dareck entró con una pijama, pero sin camisa, y noté un tatuaje en su pecho que no había visto antes. Se veía rudo y provocativo.
"¿Qué ves, linda?" me preguntó, con una mirada oscura.
"No había visto tu tatuaje," le respondí.
"Ves lo que no te conviene," me dijo con tono serio.
"Eres un mentiroso," le repliqué, mientras seguía secándome el cabello. "Estoy secándome el cabello para hacerme una trenza."
"Yo te ayudo, linda," se ofreció.
"¿Tú? ¿Qué sabes de trenzar el cabello de una mujer?" le dije, con escepticismo.
"No por nada he estado con mujeres," respondió con una risita.
Le di un golpe ligero en el pecho y le dije que no necesitaba su ayuda. Entonces, intentó besarme, pero me negué. "Sal de mi cuarto. Hoy duermo en mi habitación."
La mirada de Dareck se oscureció. "La mansión es mía, yo mando y doy las órdenes."
"¿Seguro?" le dije con una risita, levantándome para salir del cuarto.
"¿Adónde crees que vas, linda?" me preguntó Dareck.
"Donde tú no sepas. Además, tú no eres el único hombre guapo en mi vida," respondí, desafiante.
"Atrevida," murmuró, justo cuando me agarró de la cintura, susurrándome al oído, "No puedes salir a esta hora, mucho menos a ver a otro hombre que no sea yo."
Me levantó sobre sus hombros y me llevó a su habitación. Golpeé su espalda, pero me advirtió, "Cálmate o verás."
Lo ignoré, y él me dio una fuerte nalgada que me hizo estremecer. "Espera, duele," le dije.
"Guarda silencio," me ordenó, llevándome a su habitación con la luz de la luna entrando por la ventana. Me tiró en la cama y se puso encima de mí, empezando a morder y hacerme chupones.
"Para, no hagas eso, me deja marcas," protesté.
"Eso es lo que quiero," respondió con una risita. "¿Quién manda?"
No le contesté y me resistí. Al ver mi cara de enojo, se detuvo y me dijo, "Linda, no te enojes."
Me levanté y me alejé de la cama, pero me agarró de la mano. "No me dejes solo."
"Tú eres el jefe, quédate solo," le respondí.
"Ven, linda, no te enojes," me dijo.
"¿Quién manda ahora?" le pregunté.
Se negó a decirlo, así que le dije, "Bueno, adiós."
"¡Tú mandas!" cedió al fin.
"No escuché, ¿Quién manda?" insistí.
"Tú, linda," respondió con un suspiro de frustración.
Con una risita, me acosté encima de él, abrazándolo. "Además de enana, manipuladora," murmuró Dareck, con una sonrisa.
"Pues los otros no se quejan de mí," le respondí con una sonrisa desafiante.
Dareck se puso serio de inmediato. "¿Cuáles otros? Que ya mismo los mando a matar."
"Tranquilo, solo bromeaba," dije, tratando de calmarlo.
"Enana, tengo algo que decirte," continuó Dareck.
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"Todo en esa noche"
Teen FictionEn las sombras de la ciudad de Roma, donde los secretos se entrelazan con los susurros de la noche, surge una historia de amor y peligro que desafiará los límites del corazón humano. Dareck Cullen, un mafioso italiano con un pasado oscuro y un prese...